Bowen tiene miles de historias, de personajes e instituciones, como la del cura Fermín Rauch que en 1987 llegó como vicario a la parroquia San Cayetano y nunca se imaginó que también terminaría siendo el goleador del Deportivo Bowen y uno de los artífices del campeonato logrado en el '89.
Fermín Rauch, tiene 52 años. Nació en Entre Ríos, llegó a Bowen en 1987 y se fue por estudios a Europa en el '93. Después de muchos años volvió a Bowen como sacerdote de la parroquia Sagrado Corazón.
No le cuesta recordar sus inicios a Fermín, mucho menos si de hablar de fútbol y religión se trata, porque mantiene los detalles de su anterior paso por el pueblo al que llegó con 27 años luego de finalizar los estudios en el Seminario de San Rafael.
Cuenta que siempre le gustó jugar al fútbol y que nunca lo hizo de manera oficial, solamente se limitaba al potrero o los tradicionales picaditos. "Siempre jugué al fútbol, pero nunca me fiché en ningún club, siempre en los torneos de barrio o inclusive en el seminario", sostuvo.
Su llegada al Deportivo Bowen se produjo por intermedio de un cursillista de apellido Mascarel "él me dijo que fuera a entrenar, fui y me entrené en una práctica de fútbol, luego el técnico me invitó a volver al día siguiente y así comencé a ir", afirmó.
En la secretaría de la parroquia de Bowen, Fermín no deja de rememorar esos momentos. "Un día me dijeron que querían que jugara el campeonato y me ficharon en la liga, desde allí empezamos a jugar en Bowen".
La Iglesia siempre estuvo presente, fue la prioridad, para él primero su vocación y luego su pasión, su vinculación con el fútbol nunca tuvo objeción desde la iglesia, mucho menos de los fieles y era tomada como una tarea apostólica, de acercamiento de la gente con la iglesia. "Hay vecinos que me dicen que por mi tarea en el club se acercaron a la Iglesia y creo que si fue así, sirvió mucho", afirmó.
"En la parroquia éramos dos sacerdotes -con Rafael Ruiz-, los horarios de las misas permitían que pudiera ir a jugar los domingos, si no se complementaban los horarios no podría haber jugado", contó a Los Andes. Y admitió que "los domingos comía con el padre Basilio en el colegio San Cayetano y la sobremesa que siempre era larga yo la debía cortar para ir a jugar".
A la hora de definirse como jugador, no recuerda los goles convertidos, prefiere que sus ex compañeros se encarguen de eso, pero reconoce que tenía una buena pegada al balón y que no sufrió a los rivales ante el roce, "había de todo, pero yo era muy bicho, sabía dónde me tenía que meter y dónde no, en la cancha".
Bowen a fines de los '80 se salvó del descenso y eso le permitió participar en el torneo de los Cuatro que se jugó por la noche en enero del '90, en ese reducido Bowen ganó todos los partidos, convirtió diez goles y nueve fueron concretados por Fermín Rauch.
El ex delantero goleador de Bowen recuerda a muchos de sus compañeros con lo que compartió equipo, como el caso de Cloquel, Maldonado, Oscar Ostapchuk, "Gringo" Tudela, Walter Fernández, "Puchi" Gatica, entre otros.
Fermín en el 93 dejó Bowen para ir a Italia por cuatro años a una especialización en Teología. En el 98 regresó al seminario de San Rafael y a principios de agosto fue nombrado párroco de San Cayetano en Bowen.
El "curita goleador" se emociona al contar su historia con el fútbol y la Iglesia, disfrutó de su paso por el club, nunca más volvió a jugar de manera oficial y desde que volvió a Bowen no pierde oportunidad de juntarse con sus ex compañeros a jugar al fútbol cinco.
Ostapchuk, compañero de Fermín lo definió como un delantero que "le pegaba fuerte a la pelota, con mucha potencia, muy rápido y con tranco largo. Era un goleador terrible, hacía goles de tiro libre y hasta de córner". En la semana previa a un partido decisivo ante Argentino, se corrió el rumor que el goleador no jugaría, aunque momentos antes del partido el "curita goleador" apareció para jugar y hacer de las suyas.
