Las ferias de ciencias: valioso aporte educativo

Una fuerte tradición de la educación mendocina está constituida por las ferias de ciencias de los colegios. Estudiantes y docentes trabajan mancomunadamente tras un proyecto determinado, lo cual implica un gran aporte al aprendizaje.

Las ferias de ciencias: valioso aporte educativo

Mendoza acredita una importante tradición en materia de organización de feria de ciencias, con la participación de colegios públicos y privados. Todos los establecimientos se suman a esta experiencia, no importa si son instituciones del interior provincial, o los ubicados en el radio céntrico de la capital.

Esas demostraciones del saber y la aplicación en la práctica de lo que aprenden los alumnos, tienen una fuerte presencia en la vida educativa y de relación de la sociedad mendocina.

Las presentaciones que realizan las escuelas son demostrativas de una instancia plena del aprendizaje, que les permite a los jóvenes cursantes la aprehensión de conocimientos, logrando el enriquecimiento personal, no solo en lo intelectual, sino también en la dimensión social, promocionando el interés por las ciencias y el deseo de participar en nuevas situaciones que requieran investigación, voluntad de estudio, trabajo colaborativo y comunicación.

En muchos casos los chicos han incursionado sugiriendo soluciones prácticas a determinados problemas que aparecen en la vida cotidiana. Sus aportes en las Ciencias Sociales, Tecnología, en el cuidado de la naturaleza, del agua y la protección de los árboles, son realmente valiosos.

Un docente mendocino, Fabricio Rubi, sostenía que estas instancias “son un elemento disparador de creatividad e inventiva, ya que las ferias de ciencias despiertan en los chicos la curiosidad por la investigación en el ámbito científico y técnico, lo que es muy apreciable para la escuela técnica y para la educación en general”.

Además, al estar enmarcada (la feria de ciencia) en una competencia, hace que los alumnos se esfuercen por lograr un mérito y un reconocimiento, entonces esta “ambición”, por decirlo de alguna manera, se puede capitalizar como motivador para el hecho educativo.

Por otro lado, los estudiantes no trabajan solos, sino que son guiados y asesorados por los docentes, logrando una labor mancomunada tras un proyecto determinado, lo cual implica un gran aprendizaje.

Mendoza también se anota en la realización de eventos nacionales de este tipo, con alta repercusión en las escuelas. Días pasados alcanzó un fuerte impacto la organización en el Espacio Cultural Julio Le Parc, de la Feria Nacional de Educación, Artes, Ciencias y Tecnologías, con la asistencia de 1.200 alumnos secundarios de todo el país.

Allí jóvenes de diferentes procedencia expusieron 370 trabajos y proyectos (16 de ellos eran mendocinos), que habían sido meditados y elaborados en las aulas y los talleres de los colegios. Un verdadero logro. El trabajo de los chicos de las ferias de cada institución y la demostración que hace unos días se ofreció en Le Parc, son una demostración de cuál debe ser el sustento de la educación y la formación de las camadas juveniles, hacedores del futuro.

Por último rindamos homenaje a través de esta líneas al creador de la iniciativa. Las ferias de ciencias nacieron en 1967 en el seno del Conicet, con el apoyo del doctor Bernardo Houssay, premio Nobel de Medicina (1947), cuando un grupo de jóvenes le propuso exponer los trabajos científicos en los colegios.

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