Después de art Basel Miami y de Arco Madrid, arteBa es la feria de arte más importante del mundo hispano. Y es allí, desde Buenos Aires, donde también se marcan algunas tendencias, se vislumbran nuevas corrientes y acaso la renovación de ciertos paradigmas. Después de todo, y ya con 23 ediciones en su haber, pocos discuten su carácter consagratorio. Abre hoy sus puertas al público, y hasta el lunes, en el predio de la Sociedad Rural de Palermo.
Es menester decir que ArteBA genera un centro de negocios, con la plena conciencia de que a partir de la activación de un sistema de circulación de obras de arte se generan redes de difusión e intercambio artístico en el mapa internacional. De este modo se posibilita que más personas se acerquen al arte contemporáneo y se fomenta el debate en torno a la cultura como eje fundamental para el desarrollo de las sociedades.
Y que también es una feria de vanidades, claro. U otro espacio a veces ganado por el cholulismo, por el deseo de trascendencia de aparecer en una foto de cualquier sección de sociales. O que es un desfile de curiosos ganados por el aburrimiento de otro desfile de curiosos, anteriores. Pero es mejor convenir que, a pesar de esto, allí se esconde y se muestra un recorte del mejor arte que se produce en la Argentina de esta época. Algunos datos hablan por sí mismo: 2 días de Pre-Openings, 4 días de feria abierta al público, 81 galerías de todo el mundo y 550 artistas expuestos. Marcas impresionantes.
Hay un hecho que sí parece más trascedente en esta edición. Y lo es el homenaje que se le rendirá a la galería de arte más antigua del país: Van Riel. Conducida por la nieta, Gabriela, esta galería fundada por Frans Van Riel (ilustrador del diario La Prensa) comenzó como un local de fotografía, en la que el dueño se destacó comercialmente como retratista de señoras de la alta sociedad. Comenzó a funcionar en Buenos Aires el 7 de julio de 1924 en el tradicional local de calle Florida al 700. Aquel día inaugural asistió a la apertura el entonces Presidente, Marcelo Torcuato de Alvear.
Otra de las novedades de arteBA 2014 es la presentación del programa “Dixit Petrobras”. Se trata de un espacio de más de 700 metros cuadrados, ofrecidos a un curador, en la que se exhibe una hipótesis conceptual propia, alrededor de la contemporaneidad artística. Andrea Giunta, la elegida como curadora, propone indagar en “¿Cuándo empieza el arte contemporáneo?”. Al parecer, “Dixit Petrobras” exhibirá lo mejor del arte de la región, brindando piezas clave a museos y coleccionistas particulares.
Como es habitual, Chandon presenta su propio espacio, siempre de la mano de un artista innovador. En este caso la tarea recayó en la rosarina Nicola Costantino. “Luminiscencia es una videoinstalación interactiva con experiencia gastronómica, que se llama como la tenue luz nocturna que emanan algunos cuerpos celestes.
En esta obra, el micro universo de las burbujas se asocia con el macro universo de las estrellas. Ambos son dos mundos con escalas tan diferentes a la nuestra que no los vemos. Cuando miramos adentro de la copa de champagne descubrimos que cada burbuja es un espejo esférico que nos refleja en su superficie como a todo el entorno circundante”, sostiene la autora. El resultado es asombroso.
Mendoza, ¿te pinta?
La presencia, constante y en aumento, del artista Egar Murillo es lo más sobresaliente de Mendoza en arteBA 2014. Como artista estable de la Galería Van Riel, el mendocino mostrará en esta ocasión una serie de dibujos de gran formato (todos ellos superan el metro), en técnica mixta sobre papeles vinílicos. Es un gran reconocimiento y apoyo para Murillo, así como la confirmación de que Mendoza está más que bien representada por sus incursiones en el dibujo, inmersos en su protagónica decisión de ser parte y asunto del arte contemporáneo argentino.
La obra de Murillo consolida la madurez de una producción que no concede ni se rinde a los favores del mercado mendocino. Caso curioso el de Murillo: es uno de los artistas más elogiados por la crítica y el mercado de Buenos Aires, pero aquí, en Mendoza, siempre parece relegado en el gusto de quienes suelen acercarse al mercado del arte. O los que compran aquí lo hacen aconsejados por simples mercaderes o desconocedores, o todos los coleccionistas de Buenos Aires y del exterior que adquieren su obra han enloquecido. Hagan sus apuestas.
Dice el propio Murillo: “arteBA siempre ha sido muy interesante. Es la feria de arte contemporáneo donde todo artista desea estar presente con sus obras. Como en toda feria, el arte quiere vender. Y se vende bien. Coleccionistas extranjeros, directores de museos, críticos y mucho público hacen su aporte para ver la vorágine, la inquietud y la electricidad de lo que pasa en las artes visuales actuales. Se pueden establecer contactos con quienes se interesan por tu trabajo y lograr llevar a cabo alguna muestra en el futuro. He estado muchas veces en arteBA y siempre ha sido a través de una galería, casi único modo de estar allí”, arriesga.
Uno se pregunta por los artistas mendocinos que emplean más el marketing que el arte en su obra, a la hora de repasar las ausencias estruendosas aquí en arteBA, que es donde los pingos salen a la cancha. Pues bien: la única manera de entender una noción de éxito peculiar es pensando que, entonces, se trata de artistas de cabotaje, ensimismados, limitados a una pretendida aristocracia que se muerde la cola, a la hora del té. Es que sin la presencia de la gran luminaria del arte de Mendoza, Eduardo Hoffmann, fiel a su galerista Isabel Anchorena, no estará en esta edición (con cierto sarcasmo el pintor habla de “Arte Fue”), apenas asoma otro nombre entre los emergentes, aunque tampoco en la categoría de artista, sino de gestor.
Se trata de Facundo Burgos, quien aquí en Mendoza es programador de una suerte de elefante blanco, el Espacio Cultural Julio Le Parc, y quien llega a esta edición de arteBA mediante la Hache Galería, que compartirá espacio en el llamado Barrio Joven. Es allí donde se nuclea una selección del arte emergente. “Este año estoy acompañando a esta galería de Buenos Aires, con la que trabajo. Estuve como artista, pero fue en 2008. Y luego de esa feria no volví a participar. Ahora lo hago en calidad de gestor cultural, que trabaja para una galería”, explica Burgos.
Hache es una galería de proyectos de arte contemporáneo, un espacio de reflexión sobre la relación entre el hombre y la naturaleza en la sociedad actual. En sus fundamentos, aclaran que “aborda especialmente las transformaciones antropológicas, sociológicas, económicas y políticas alrededor de la vida rural y urbana, y el desplazamiento de los seres humanos hacia las grandes ciudades.
Y ya que nos referimos a Julio Le Parc, hay que decir que el maestro no es un sello de goma, sino, por el contrario, un artista más vital que nunca, en pleno tránsito de una obra que no deja de impactar, por su rigor, seriedad y belleza. Es otro de los que tienen relación con Mendoza. Y es parte de la propuesta que ha preparado Del Infinito Arte, en su stand E37. Parada indispensable.
“Es una gran experiencia, que pasa velozmente. Tan rápido que a veces uno no llega a terminar de deglutir y percibir, ante tanta oferta visual de la contemporaneidad. Uno puede encontrarse con una litografía de buen tamaño de Francis Bacon, Vic Muñiz o de clásicos argentinos, como Antonio Berni, Guillermo Kuitca o el gran León Ferrari.
Cuando hago los envíos para la feria pienso en el recorrido que pueden hacer estas obras. Han sido creadas en la soledad de mi taller, todas trabajadas directamente en el piso, en el desorden material y anárquico donde se mezclan la tierra, los óleos, las tripas, las tintas chinas y alguna ilusión para seguir trabajando. Luego parten para anidar en el brillo del glamour y el refinamiento de ojos extraños que se preguntarán. ¿Y esto es arte?”.
La reflexión de Egar Murillo parece un documento de época, casi como un boceto salido del corazón y las entrañas. arteBA comienza, una vez más. Es un lugar donde todo puede suceder y donde algunas vidas pueden cambiar. No es poco.