Si Daniel Alfredo Puma (31) hubiera sido juzgado por la nueva ley de femicidio que ya tiene media sanción, es probable que hubiera sido condenado a cadena perpetua. Ayer, tras declararse culpable de la muerte de su pareja, Ingrid Ogás Olivares (25), el hombre recibió una condena de 15 años.
Puma confesó haber matado a la mujer -con la que tenía 3 hijos- luego de ahorcarla con un alambre. Estaba imputado por homicidio simple.
Ayer la Séptima Cámara del Crimen, conformada por los jueces Gabriela Urciuolo, Belén Salido y Agustín Chacón confirmó la pena, como cierre de un juicio abreviado.
Sobre esta modalidad, el abogado defensor de Puma, Pablo Salinas, acordó con la fiscal de Cámara Susana García, una pena de 15 años, por el delito de homicidio simple, que tiene penas que van de los 8 a los 25 años de prisión.
Si la pareja hubiera estado casada, el caso hubiera sido considerado como homicidio agravado por el vínculo, delito que conlleva prisión perpetua. Con la nueva ley, en ambos casos se considerará el agravante de vínculo.
Gritos
Los familiares de la víctima, representados por el abogado Mariano Tello, se mostraron conformes por la pena. Extrañamente, los familiares de Puma increparon a la familia de la mujer, porque no pueden ver a los hijos de la pareja, niños que tienen 9, 8 y 4 años.
Si bien en juicio abreviado el abogado querellante no puede intervenir en el acuerdo, la Séptima Cámara permite al abogado querellante emitir su opinión, aún cuando esta no sea vinculante.
"Si bien pretendíamos una pena mayor el deseo de la familia (de Ogás) es llegar a la verdad legal y a una sentencia justa. A los efectos de preservar a los dos menores que iban a declarar, prestamos conformidad", dijo Tello.
Según trascendió, la familia de la mujer se quedó conforme con el dictamen judicial porque de esta forma consiguieron que el condenado no pueda hacer uso de la patria potestad sobre los niños que, cuando salga de prisión serán mayores.
Con un alambre
El 10 de abril de 2011, Puma llegó a la guardia del hospital Central con su mujer en grave estado. Allí le indicó a los médicos que Ogás había intentado ahorcarse con un alambre que, previamente, había atado a una viga de madera del techo.
El caso comenzó a investigarse como un intento de suicidio. La mujer, en coma, quedó internada en terapia intensiva hasta el 15 de abril, día en que murió.
Los médicos forenses establecieron que la muerte era por estrangulamiento y que no había sido un suicidio, sino un homicidio. En las manos tenía signos de haberse defendido; en sus uñas restos de tejidos cuyo ADN correspondía con el de su pareja.
"Es un caso de violencia de género. Se venían dando situaciones violenta pero la mujer nunca lo denunció", explicó el abogado Tello.