Julieta Mena, la joven de 23 años asesinada a golpes en la localidad bonaerense de Ramos Mejía, estaba embarazada de dos meses y medio, y los investigadores del caso creen que el novio y único acusado del crimen pudo matarla porque ella no quería abortar, informaron fuentes judiciales.
Así lo reveló el informe de la autopsia realizada sobre el cadáver de Julieta, en tanto que al ser confrontado ayer por el fiscal de homicidios de La Matanza Carlos Arribas, el acusado, Marcos Mansilla (33), reconoció que sabía del embarazo y que estaba en contra de la decisión de su novia de tener el hijo.