Las persistentes dificultades para colocar mayores volúmenes de carne vacuna argentina en el exterior, viene agravando la situación de bruscas fluctuaciones en los precios que afectan por igual, aunque en distintos momentos del año, a los criadores y a los engordadores de hacienda.
En efecto, mientras los productores de terneros salen masivamente a venderlos, entre los meses de febrero y mayo con pocas posibilidades de defender el precio de su producción, los establecimientos que los compran para engordarlos, vuelcan al mercado interno esos animales terminados, entre agosto y noviembre-diciembre, con precios que suelen quedarse cortos para volver a comprar e iniciar un nuevo ciclo de engorde, porque en esa época escasea la invernada y, lo poco que hay, cotiza alto.
Es un escenario comercial prácticamente acotado al mercado interno, donde se consumen animales livianos en relación con el peso de otras categorías que tienen demanda muy firme en el exterior.
De manera que, si los que engordan quieren vender, el peso de los novillos terminados no puede superar cierto límite. Si se excedieran, su producción prácticamente no tendría mercado.
Ahora, si mejoraran las condiciones para tener fuerte presencia en el exterior, a la demanda de novillos livianos para el mercado interno se sumaría la de novillos pesados de exportación.
Obviamente, estos últimos necesitarían más tiempo de encierre y saldrían a la venta en un momento distinto, lo que descomprimiría el mercado de novillos livianos y probablemente tonificaría un poco los precios. Esto, visto desde el punto de vista de los engordadores.
Por otro lado, desde la perspectiva de los criadores, esta mayor apertura del espectro comercial abriría la oportunidad, aunque el desafío no es menor, de retener un tiempo sus terneros, evitando vender cuando todos venden, y agregarles valor en una fase de recría. Ésta es una etapa que no está muy desarrollada, precisamente por las restricciones comerciales que imponen, a la cadena cárnica en su conjunto, estas condiciones de marcada estacionalidad.
Lo cierto es que, aunque el actual retroceso en el precio de los granos alivia en algo los costos de los alimentos que tienen fuerte incidencia en el negocio, los feedloteros de Mendoza insisten en que esta situación los deja a ellos con muy escaso margen de rentabilidad y a los criadores, sin más remedio que malvender su producción de terneros.
La raíz del problema
Martín Caro, que gerencia un feedlot en San Rafael, aseguró que"el negocio está complicado por razones estacionales". Señaló que "tenemos una temporada muy marcada de sobreoferta de animales gordos, que se viene repitiendo todos los años".
Según su lectura, "esa situación se da porque prácticamente toda la oferta nacional está volcada al mercado interno".
El empresario explicó que esto venía ocurriendo a partir de los meses de agosto-setiembre, pero este año se demoró porque se atrasaron mucho los engordes, sobre todo en la provincia de Buenos Aires, donde el barro, producto de las inundaciones, complicó mucho a los feedlots de esa zona. Por eso, el escenario de sobreoferta empezó a darse recién a partir de octubre.
Desde entonces, y aunque la variación no se reflejó en el mostrador de las carnicerías, los precios del kilo de novillo gordo fueron bajando hasta los $ 16,50 o $ 17,50 como mucho -datos de mediados de diciembre 2014- desde los $ 20 que cotizaba hasta antes que empezara a salir de los encierres un mayor número de animales terminados.
Con esa plata, los engordadores tenían que salir a buscar animales para iniciar un nuevo ciclo. Pero es una época del año en la que no hay mucho ternero. “La oferta es escasa -dice Caro-; los valores se tonifican y se produce una brecha muy grande entre el precio de la invernada y el precio del gordo”. A comienzos de diciembre, en Mendoza, el ternero de invernada se estaba pagando entre 24 y 26 pesos el kilo.
Es cierto que el costo de los cereales bajó y eso incide mucho en los costos del engorde pero “no es suficiente para acortar esa brecha entre el precio de venta y el de reposición que es mucho más amplia que el año pasado, y deja al feedlot con muy escaso margen de rentabilidad”, indicó Caro.
De todas maneras, el referente sureño advierte que, “el del precio de reposición es sólo un síntoma, no la raíz del problema porque la cuestión de fondo es que Argentina sigue prácticamente afuera del mercado mundial de la carne”. Aseguró que si estuvieran dadas las condiciones para volver a exportar en serio, la demanda se ampliaría a otras categorías, se trabajaría de manera más pareja durante el año, con programas de producción al menos de mediano plazo, lo que beneficiaría tanto a los criadores como a los engordadores.
Francisco Castillo dirige el establecimiento Don Paco en el Valle de Uco, que acopia, recría y engorda ganado bovino adquirido en la provincia de Mendoza. Desarrolla, además, una incipiente experiencia de cría en finca y vende su producción al público y a otros expendedores de la zona.
Reconoció que “el precio del cereal bajó y eso ayuda a mejorar los costos en un establecimiento de engorde pero los precios no dan porque con lo que vale el ternero, hacer la recría, el costo del combustible, de la mano de obra y la parte impositiva, es muy difícil trabajar. Estamos cada vez más apretados”.
El productor es terminante al afirmar que “cada día estamos peor en este sistema”.
La zafra que viene
En cuanto a la producción de terneros en la zona -pensando en la próxima zafra y la oferta que cabe esperar a partir de febrero, aproximadamente- Martín Caro indicó que, “en general, los campos -a pesar de que estamos en una zona árida- tienen forraje y están subocupados. La oferta de terneros parece ser buena, comparada con la cantidad de vientres que hay. Lo que pasa es que la zona -como todo el país- tiene menos vacas que las que ha tenido históricamente”.
Es que el rodeo de cría no se ha recuperado porque, luego de que los años de sequía y de malos precios obligaran a muchos productores a desprenderse de sus animales, no hubo recursos financieros para volver a armar los planteles.
Por lo pronto, el precio que se viene pagando por el ternero responde a una menor oferta estacional. Recordó Caro que "históricamente, el ternero alcanza los valores máximos hacia fines de año porque es imposible adelantar la zafra; desde febrero en adelante se verá".
Pero entiende que el negocio está claramente signado por las variables macro que condicionan el mercado. En ese sentido, cree que la intervención del Estado es determinante, en especial por el condicionamiento que tienen las exportaciones.
Competencia desleal
Martín Caro, quien además es vicepresidente de la Específica de Ganadería de la Cámara de Comercio, Industria y Agropecuaria de San Rafael y presidente de la Asociación Ad Hoc del Cluster Ganadero Bovino de Mendoza, comentó que “hoy estamos muy preocupados por el ingreso a Mendoza de volúmenes muy importantes de carne industrializada y enfriada”.
En este sentido, el empresario agregó que cuando se da esta situación de sobreoferta a nivel nacional, se generan grandes volúmenes excedentes en provincias que, al no tener un mercado interno comparable con el nuestro -como es el caso de La Pampa o San Luis- terminan derivando gran parte de esa carne que ya viene industrializada y que, por lo tanto, no genera valor agregado dentro de la provincia de Mendoza.
El dirigente sanrafaelino reveló que han tenido reuniones con la Dirección Provincial de Ganadería y, entre otras cosas, han pedido dialogar con los representantes de la Ley Federal de Carnes y que, junto con la industria frigorífica local, se encuentran reclamando medidas. “Creemos que los controles de ingreso de carne industrializada a la provincia no están funcionando correctamente”, opinó Caro.
Agregó: “Esa introducción no está prohibida y debe seguir ingresando, porque no tenemos capacidad para abastecer nuestra propia demanda como provincia pero es una mercadería que está gravada y las cargas tienen que pasar por controles que podrían no estar funcionando correctamente si tenemos en cuenta los precios a los que se está vendiendo. Creemos que si estuvieran pagando la tasa vigente por la totalidad de la carga ingresada, también deberían estar pagando los impuestos que gravan todo el circuito comercial y no se podría estar vendiendo a los actuales valores”.
Consultado sobre el eventual ingreso irregular a Mendoza de carne vacuna faenada en otras provincias, Francisco Castillo sentenció: “Creo que no toda la carne que entra paga impuestos; hay mucha faena fuera de la provincia que no paga impuestos. No hay controles. Controlan al que medianamente está bien, al que trabaja como corresponde y a los demás no los observa nadie. Nunca se ha ofrecido tanta mercadería en negro dentro de la provincia”.
Según este valletano, con las fábricas de embutidos pasa algo similar ya que “todo el mundo” hace chorizos pero los que se inscribieron son los únicos a los que controlan. En este sentido, continúa, cuando se plantea a los inspectores de Senasa y de Ganadería, dicen: Nosotros vamos a los que están inscriptos, a los que no están inscriptos, no. “Entonces, en este país, el error es inscribirse”, concluyó Castillo.
Finalmente, Caro destacó que “es importante lo que se está haciendo en la provincia ya que es muy grande el esfuerzo que hace el Estado local y el que hacemos los privados para que Mendoza pueda crecer en producción de carne y contribuir a enriquecer la matriz productiva provincial y sería una lástima que se deje pasar por alto esta situación que nos preocupa, porque creemos que se está dando un estado de competencia desleal”.