Federico Delbonis, el hombre que dio el punto que brindó la perseguida y deseada durante generaciones primera Copa Davis, se esfuerza siempre por mantener un perfil bajo y tener los pies en el suelo.
Para él, las raíces tienen un nombre: Azul, en la provincia de Buenos Aires, el lugar en el que creció y donde dio sus primeros golpes con la raqueta.
"Me gusta volver allí. Me recuerdo quién soy y que no soy una estrella ni un pibe de éxito, sólo alguien que juega bien al tenis", explica sobre cómo ese lugar le reconcilia con las esencias que no quiere perder. Correcto, educado, elegante en las victorias y las derrotas, Delbonis debe gran parte de lo que es a sus padres, un ex arquero de fútbol, y a su madre, que trabaja como trabajadora social en una cárcel.
De ella ha heredado la sensibilidad por los problemas ajenos y el espíritu idealista por aportar un granito de arena en las luchas cotidianas para cambiar el mundo.
"Mi madre lleva más de treinta años trabajando en la cárcel. Me cuenta problemas de las mujeres con las que trabaja y son situaciones duras”, explica, orgulloso.
Ese contacto familiar le ayuda a no permanecer encerrado en una burbuja y seguramente cuando vuelva a Argentina convertido en una celebridad por su victoria sobre Karlovic, sea volver a Azul lo que le permita no perder la perspectiva.
Ese apego a los orígenes se acentuó por su vida de trotamundos desde muy joven, ya que siendo adolescente, con 15 años, ya fue a España a entrenar. La carrera de Delbonis empezó a despegar en 2009, cuando ganó un Challenger en Italia y muchos empezaron a vaticinar que tenía un gran futuro.
En febrero del 2010 estuvo a punto de estrenarse en la Copa Davis en una eliminatoria ante Suecia, pero David Nalbandian participó finalmente en la serie y le cerró la puerta.
ADN 'terrícola'
Su primer partido ganado en el circuito ATP fue en 2011, año en el que llegó también a semifinales de Stuttgart. Su primera final en un torneo ATP fue en Hamburgo en 2013. No pudo sin embargo con el italiano Fabio Fognini, pero su nombre ya sonaba con fuerza como una posible gran figura. En el 2014 logró su primer título ATP, sobre polvo de ladrillo en Sao Paulo.
El otro título individual en su palmarés se dio este año, también sobre arcilla, en Marrakech. El rival en ese final marroquí fue el croata Borna Coric, baja a última hora para esta final de Copa Davis.
Cuando aterrice en Buenos Aires, muchos de los 'flashes' se dirigirán hacia este joven de 26 años, tímido, pero seguramente esta fama sobrevenida será fácil de digerir para él si mantiene el autoimpuesto perfil bajo que hasta ahora le ha dado tan buenos resultados.