¿Sos vos, Federica? ¡Qué grande estás! Sí. Tenés la voz grave. ¿Te parece? Un poco no más. ¿Pero cuántos años tenés ya? Diecisiete. Y dice la edad un poco tímida, aunque después se va a ir soltando en la charla. Federica Cafferata acaba de salir del colegio, se fue hasta su casa rapidísimo para prepararse para la foto y llega a Los Andes con cinco minutos de retraso, y por ese detalle insignificante ya nos pidió disculpas.
Pero no importa, que está todo bien, le decimos. Es correctísima, respetuosísima, interesada en lo social y profundamente solidaria, ¡hasta con el tiempo de los demás!
Qué más sabemos de ella: que fue la niña de la película "Road July" (Gaspar Gómez, 2010), que en el 2015 (con apenas 15 primaveras) ya había pisado el Festival de Cannes con el corto "Sea Child", y que esta semana volvió a ser noticia también.
Es que un corto basado en una historia de vida suya y protagonizado por ella misma, "A ticket s'il vous plaît", hace poquitos días fue Ganador Oro en la categoría de Mejor Corto Social de los Premios Latino. Estos premios se entregarán el próximo 13 de mayo en Marbella (España), y hoy por hoy ya está en la búsqueda de sponsors que, afianzando su RSE, puedan ayudarla a financiar el viaje para ir a recibir el premio.
Pero ahora está en el diario, y la acompaña su mamá Soledad Bermejo (arquitecta, psicóloga, ex-actriz), que cuando habla de su hija se emociona hasta las lágrimas. Y no las disimula, ¡por qué va a hacerlo! Es que no puede creer hasta dónde llegó su niña, que con un año y dos meses ya tomaba talleres de estimulación artística, aunque después siguieron clases con el Flaco Suárez, publicidades con Gaspar Gómez, su película, en fin...
“Estos premios los organiza la Fundación Mundo Ciudad, que tienen como fin la acción social. Le dan mucha importancia a estos proyectos que fomentan, a través del arte, la conciencia social. Que pueda ir un mensaje a través del arte, más allá del solo entretenimiento”, dice Federica. La voz es reflexiva, las palabras cavilosas y ordenadas, como su mundo interno.
Ahora bien, Federica viene además a contarnos una historia personal: la que dio origen al corto ganador del que hablábamos.
Cannes, mon amour
Sería interesante tener aquí la voz de Jean-Pierre, un anciano nativo de Cannes que nunca había podido entrar al emblemático festival. Toda su vida esperando, a un costado de la alfombra roja, con un cartoncito escrito: “A ticket s'il vous plaît” (“Una entrada, por favor”). Así lo habríamos visto durante tantos años...
"Después de ver la película La La Land, algo del personaje de Emma Stone me llegó, y me vi reflejada. Me empecé a cuestionar la decisión que ya tenía de estudiar Derecho..."
¿Qué pasó? Empieza contando: “Nos llamó la atención que había mucha gente a la salida de la alfombra roja con esos carteles. Esto es porque, si alguien ha recibido entradas y no las va a usar, ellos las reciben. Pero hay que estar vestidos impecables, porque en ese momento que te la dan hay que entrar: los hombres, sin moño, no pueden pasar...”.
Es que, para ver las películas del festival, hay que estar inscriptos. Y no cualquiera puede, obvio. Todos los invitados tienen asegurada su entrada para la gala de apertura y de cierre, pero en el resto de las proyecciones los tickets se entregan de una forma aleatoria: pueden tocar o no, y “si mañana me toca una, se la voy a dar”, le dijo a su mamá la quinceañera. Dicho y hecho.
-¿Y qué fue lo que te llamó la atención de él?
-Tal vez no pueda definirte bien qué es lo que me transmitió: en esa locura que es el festival, arriba, abajo, extravagancia llevada al extremo, él estaba reducido en una simpleza conmovedora: quieto, con su cartel de cartón escrito con fibra, sin pretender ser nada más... él quería entrar y cumplir un sueño, que era conocer desde dentro ese mundo. Fue una conexión tácita...
Pero esto fue solo el principio, porque esa misma noche (que era la anterior a la gala de cierre) Federica compartió una mesa con realizadores latinoamericanos. En un momento, comentaron al pasar la presencia de estos personajes, algo ilusos, del otro lado de la pasarela: “Estando en Cannes, ¡¿a quién se le podría ocurrir regalar su entrada?!”, “A mí”, sonó la vocecita tímida, y le voló instantáneamente la cabeza al mexicano Juan Carlos Salas y a su esposa, Martha Lilia López.
Le dijo que iba a hacer un cortometraje sobre eso, y se puso a planearlo esa misma noche. Esto quiere decir que, de un día para el otro, se puso en papel de director, su esposa en el de productora y filmaron durante el día siguiente.
En “A ticket s'il vous plaît” vemos la historia de Federica, una joven actriz argentina que llega a Francia, se baja del tren en Cannes, con signos de haber viajado muchas horas, con mochila sobre la espalda, se viste de gala para ir al festival de cine más importante de Europa y, en la pasarela, le da su entrada a un desconocido.
Todo se filmó, además, en vivo durante la verdadera alfombra roja del cierre de Cannes 2015. Rápido, sin ensayo, sin repeticiones, con nerviosismo, a ver qué salía de ese rodaje medio improvisado. Solo faltó una cosa: el anciano de enfrente. Lo buscaron y lo buscaron con su cartelito, pero ya no estaba, por lo que tuvieron que reemplazarlo por otro... Jean-Pierre había cumplido su sueño, ¿para qué volver a ir?
“Fue una cosa efímera ese momento. Había cumplido lo que tanto quería”, asume ahora.
-Pero volvamos a vos. Estás por salir del secundario (estudia en el Instituto Cuyano de Educación Integral), ¿ya decidiste qué vas a estudiar?
-He pasado por muchas ideas. Estaba muy firme con Derecho, hasta hace dos meses...
-¿Qué pasó?
-Fui al cine a ver “La La Land”, y la verdad que salí muy movilizada, porque se me movieron todos los esquemas. Esto que tenía yo tan tranquila, como el hecho de estudiar Derecho, que siempre me había llamado la atención para trabajar ayudando a las minorías, los niños, las mujeres, para darle una voz a quienes no la tienen, después algo cambió. Después de la película, algo del personaje de Emma Stone me llegó, y me vi reflejada. Me empecé a cuestionar...
-¿Y decidiste?
-Evalué psicología, como una forma de tomar el cine desde esa disciplina. El psicoanálisis, específicamente, como lenguaje. Fui cayendo, en definitiva, que me gustaría estar en la industria del cine. No solo adelante sino también detrás de cámara: la dirección, la producción, la fotografía, que siempre me llamó la atención...
-Ya no lo descartás, entonces.
-No, pero me da mucho miedo aceptarlo. Pero por lo menos estoy permitiéndome aceptar la idea, porque también es un camino muy incierto. De algo estoy segura: me parece muy importante trabajar por el enriquecimiento del país desde el punto que cada quien decida desarrollarse. Personalmente, me encantaría poder desarrollar mi carrera en cine en Argentina, antes que en el exterior, porque siento la responsabilidad de a través de ese medio hablar por mi país y proyectarlo en la industria. Aún así, no descarto la posibilidad de poder especializarme y trabajar en el exterior. Me parece que siempre es muy valioso el hecho de aprender en la diversidad para luego sumarlo a lo local.
-¿Qué opinás de la polémica sobre los cambios en el Incaa?
-He leído las noticias y todavía no tengo una opinión muy formada. Sí pienso que es un instituto valioso, que requiere del apoyo del Estado, tanto como lo requieren otros sectores. La Cultura es la representación e identidad del pueblo, y eso no debe pasar a un segundo plano. Creo que el apoyo e incentivo a quienes crean Cultura debe ser prioridad para el gobierno.
-¿Te pesa no haber tenido una adolescencia "normal"?
-No, en ningún momento sentí que era distinta a los otros chicos, sino que tuve experiencias personales, como otros chicos habrán tenido en el deporte y otras cosas. En ningún momento sentí que me perdí de cosas; al contrario, creo que haber vivido todo esto me da otra riqueza, no una riqueza mayor, sino distinta.
El año pasado, Federica estuvo un poco ausente en su ámbito. Es que, entre otras cosas como la escuela, tuvo una experiencia que la marcó fuertemente: viajó a India con una beca del Colegio del Mundo Unido. Estuvo un mes y medio junto a otros chicos del mundo, haciendo cursos e interiorizándose en el cine de Bollywood, el arte y la potencia del audiovisual como forma de anclar la propia identidad de los pueblos.
“Me inspiró mucho ver cómo personas que, en situaciones muy complejas y desfavorables, como en el tema del género allá, se animaban a levantar la voz”, destaca.
Más allá del entretenimiento, el cine para ella puede ser denuncia, educación, inspiración para terminar con las injusticias. Un día regaló una entrada y cumplió un sueño, ¿qué tendremos para decir sobre Federica Cafferata en los años que vendrán?