Una semana después de ganar la Copa Davis, Roger Federer tuiteó un selfie desde una playa. La foto mostraba una cicatriz en el codo izquierdo. La describió con el hashtag ‘la herida de la victoria’.
Fue un rasponazo causado cuando se derrumbó sobre la pista de arcilla del Stade Pierre Mauroy de Lille, luego de dejar un impecable drop shot en la bola de partido que coronó una categórica victoria 6-4, 6-2, 6-2 sobre Richard Gasquet, dándole a Suiza su primer título de la Copa Davis de tenis.
El partido en el torneo de equipos fue representativo de su temporada, en la que cumplió los 33 años de edad y fue el jugador con más victorias del circuito.
Sus colegas de generación se van retirando -Andy Roddick, David Nalbandian, Juan Carlos Ferrero, Nikolay Davydenko- pero Federer sigue firme.
Aunque por segunda campaña consecutiva no conquistó un Grand Slam, la de 2014 fue una de las más excelsas de su carrera. Nadie ganó más partidos en el circuito que él (73); le dio batalla a Novak Djokovic por el primer puesto del ranking hasta la última parte del año; y alcanzó una novena final en Wimbledon (la 25ta en un Slam).
¿Cuánto le queda en el tanque a este inmortal del tenis? ¿Por qué no retirarse en la cúspide como dueño de una pila de récords? ¿Qué lo motiva para continuar en el trajín del circuito? Solamente un ganador como él tiene las respuestas para esos interrogantes.