A pesar de que estamos a punto de cumplir 30 años desde la recuperación de la democracia, hay aspectos que resultan incomprensibles para la gran mayoría de la ciudadanía. Uno de ellos es el de la fijación de la fecha de los comicios, porque hasta este momento los mendocinos sólo sabemos que vamos a votar en las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias el 11 de agosto, pero nada más que para diputados nacionales.
En el resto de las candidaturas -diputados y senadores provinciales y concejales departamentales- aún no hay nada definido. Lo que lleva a presuponer que cada uno -gobernador e intendentes- “adaptará” las fechas de acuerdo con su propia conveniencia.
Y aunque resulte difícil que ello ocurra, la puerta queda abierta para que se puedan plantear situaciones inverosímiles, como es el hecho de que algunos mendocinos lleguen a votar cuatro veces en un año: las PASO el 11 de agosto, a diputados nacionales el 27 de octubre, en otra fecha si el gobernador decide desdoblar las provinciales y en una restante si algún intendente hace lo propio.
Las elecciones legislativas en la provincia cuentan también con un aditamento especial. Como consecuencia de un acuerdo alcanzado en la Legislatura provincial en 1984 y con el objeto de que quienes asumieron el 10 de diciembre de 1983 superaran la mitad de su mandato, se dispuso que los legisladores surgidos de las “legislativas” no asuman el 10 de diciembre, sino al año siguiente. Es así que quienes resulten electos en octubre, en caso de que se determine unir las elecciones, deberán esperar más de seis meses antes de ocupar una banca legislativa.
Situación que no se plantea en el caso de los diputados nacionales, quienes lo harán en diciembre.
Si bien es cierto que, de acuerdo con la ley electoral, al Gobierno nacional le corresponde fijar la fecha de las legislativas nacionales, al gobernador la de los provinciales y a los intendentes la de concejales, no es menos real que en la gran mayoría de los casos quienes toman las decisiones no tienen en cuenta el interés o la voluntad de la ciudadanía, sino el oportunismo respecto de lo que pueda llegar a suceder con la futura expresión del electorado con su voto.
Que se potencia en este caso porque, de hecho, las PASO constituirán una verdadera encuesta de opinión respecto del humor del electorado sobre los futuros candidatos. Vale señalar también que hay antecedentes más que valederos sobre la tracción que han ejercido los candidatos nacionales sobre las candidaturas provinciales o departamentales.
En estas casi tres décadas de democracia, la ciudadanía ha madurado lo suficiente como para reclamar reglas de juego claras y concretas no sólo para estas elecciones, sino para que se fijen pautas que se extiendan en el tiempo. Hay provincias que cuentan con una disposición constitucional que las obliga a la realización de elecciones desdobladas, mientras otras ya han realizado los comicios para las elecciones provinciales.
Mendoza se encuentra entre las pocas que aún no han anunciado cuándo deberá la gente concurrir para elegir sus candidatos provinciales. No es un problema atribuible solamente a este gobierno, sino que es una deuda pendiente que tiene la clase política en su conjunto, la cual debería reunirse para adoptar un criterio común, en un aspecto (elecciones conjuntas) u otro (desdobladas).
En esta oportunidad se han dado algunos pasos en el buen sentido en razón de que no aparecen en el horizonte -salvo contadas excepciones- candidaturas testimoniales ni se han sumado listas colectoras o espejo. Pero, por el bien y por el respeto que se merece el ciudadano, hay que acordar hacia el futuro respecto de la fechas de las elecciones.
