Al cumplirse 19 años de la desaparición física del Dr. René Favaloro, los argentinos renovamos el compromiso de proseguir en el camino de esfuerzo y patriotismo que nos marcó.
Un poco de historia
Corría el año 2.000. Atrás habían quedado los festejos y celebraciones de bienvenida al nuevo milenio. Como una fiera agazapada aguardando a su presa, el fantasma de la crisis institucional más grave de esta era democrática se cernía sobre la Argentina: en diciembre De la Rúa dejaría la Casa Rosada a expensas de la crisis moral de su gobierno ( “la Banelco”, etc), y el boicot empresario-sindical. Pero lo que nadie pudo prever, ni siquiera imaginar, ocurriría el domingo 29 de julio.
Tiro al corazón argentino
Harto de reclamar al Gobierno Nacional millonarios reintegros adeudados a la Fundación Favaloro (su “hija dilecta”, como él la consideraba), nuestro médico más querido se quitó la vida disparándose al corazón.
El sentido de su inmolación
Por su “mensaje de despedida” (dado a conocer por el juez, inexplicablemente, mucho tiempo después), resulta evidente que Favaloro no sólo no quiso evadir responsabilidad alguna, como algunos mediocres imbéciles quisieron hacer ver, sino que perseguía fueran liberados los fondos retenidos, como de inmediato ocurrió luego de su deceso. Pero no sólo eso, porque en su hora más crítica, René Favaloro transforma ese acto en inmolación, para dejarnos una lección moral: Argentina sólo será libre y soberana, verdaderamente, cuando supere el flagelo de la corrupción.
Su mensaje, hoy
Nos hallamos en este 2019, en tránsito por un proceso electoral para decidir quiénes nos gobernarán hasta 2023. Favaloro, reconocido ya como prócer argentino, nos demanda con su ejemplo de vida a no errar la elección entre dos modelos que son, en realidad modelos de vida y no partidos políticos que hoy pugnan por triunfar: el de la esperanza fundada en hechos y circunstancias concretas, o el de la mentira e impunidad, que sólo nos garantizará seguir transitando el macabro camino de la agonía argentina.
Por lo expuesto, hoy con absoluta convicción expreso: Doctor René Favaloro, infinitas gracias en nombre del pueblo argentino.