Los faroles están de moda, los encontramos en todo tipo de espacios, creando ambientes relajados, con luz tenue; transmitiendo romanticismo y serenidad, y satisfaciendo dos necesidades: iluminar y decorar, llenando de estilo cualquier rincón, y de forma opcional, alumbrando cálidamente los ambientes.
Son tendencia durante todo el año, pero ahora con la llegada del verano están más en auge que nunca. Los faroles llenan de vida los rincones de exterior y los dotan de cierto aire chill out.
Las alternativas, en cuanto a diseño, son de lo más variadas, de distintos tamaños, formas y materiales. Los más comunes son los de madera, de metal y aquellos acabados en lacados de diversas tonalidades. Todos son los encargados de poner una nota de color y diversión a las zonas más atrevidas.
Dentro de esta variedad de líneas, se pueden utilizar pìezas de forma individual, o bien crear composiciones diversas, experimentando en la combinación de estilos y modelos, así como de diferentes alturas y alternando algunos con velas, que permitan iluminar, con otros en los que simplemente introduzcas elementos decorativos.
Propuestas como arena, velas, elementos del mar o flores serán todo un acierto.
Los faroles son perfectos para ubicar tanto en zonas de exterior o de interior. En espacios al aire libre, como jardines y terrazas, son piezas fundamentales, alumbrando las maravillosas noches de verano, creando atmósferas acogedoras donde disfrutar de una agradable velada bajo la luz de la luna. Su ubicación permite una amplia variedad de posibilidades. Podés colocarlos en el suelo, sobre una mesa auxiliar, colgarlos del techo o de la rama de un árbol…
En zonas de exterior, ocupan rincones muy dispares, tales como escaleras, dormitorios, salones o cocinas, dependiendo la elección de un modelo u otro y las composiciones del espacio a engalanar. Se integran en la decoración como un elemento más, aportan frescura y encanto, y su presencia es capaz de transmitir tranquilidad y personalidad.