Fanzine: una idea, un proyecto

Una mirada por este mundo que crece por fuera del circuito y contribuye a generar contenidos que apuestan por la libertad creativa.

Fanzine: una idea, un proyecto
Fanzine: una idea, un proyecto

¿Qué es un fanzine? Si la pregunta es para el ilustrador Gonzalo Varas, la respuesta es la siguiente: "Si lo buscás en el diccionario dice que es una publicación generalmente autoeditada, de tiradas bastante chicas y dedicadas a un tema específico. Para mí un fanzine es un acto de amor, también un capricho y una toma de posición política. Es el amor por hacer algo por lo que vas a perder dinero, tiempo y vida social. Y es puro capricho porque, pese a todo lo que nombré, lo seguís haciendo".

En Mendoza, cada vez más artistas y personas con ganas de comunicar con fines distintos acuden a este medio -en inglés, revista para fanáticos- que más que remuneración económica persigue una necesidad expresiva y representa una contribución al arte y la cultura local.

Sin ir más lejos, hace pocos meses se realizó una feria de fanzines ("Fanzifiera") y la convocatoria, así como la cantidad de artistas participantes, dieron cuenta del fenómeno creciente.

La lista de ilustradores y autores es extensísima: entre otros, Mariano Mari, Lu Libertina, Gustavo Guevara, Mariposa Posa, Diego Montón, Andrés Guerci, Florencia Roux, Matteo Marchiol, Federico Calandria, Barbarita Diamante o Alicia Motta.

"En mi caso lo utilizo para publicar cosas que sin este método nunca verían la luz. Entendí que en la autoedición está la libertad de hacer lo que quieras y de estimular la imaginación. Con escasos recursos tenés que hacer el producto más digno posible, o no. Depende de la búsqueda de cada uno. La autoedición es una ruta ancha donde hay lugar para todos: desde la Iglesia hasta trabajos científicos o historietas", agrega Varas, autor de varios títulos de manera individual y como parte de proyectos colectivos como "Bazofia" o "La Merde". 

Para Nicolás Gallar esta herramienta utilizada por la contracultura tiene características particulares ligadas a la edición autogestiva, la amplitud de formatos y temas, el factor de lo artesanal, un bajo costo de producción y libertad sobre el contenido.

Sin saberlo, en su caso, realizó los primeros fanzines siendo un niño y a pura creatividad: “Como nunca completaba el álbum de figuritas las ordenaba aleatoriamente, dibujaba cuadros extra y les escribía una historia nueva.

De grande me reencontré con este formato de publicaciones en 2013 y en 2015 edité mi primer fanzine 'Vichyssoise', un compilado de dibujos y collages que tenía en cuadernos de bocetos, y 'M', un fanzine que tiene dibujos de palabras que empiezan con la letra eme".

La ceramista y encuadernadora Anita López es otra de las autoras activas en la edición de fanzines en Mendoza. Junto a su pareja trabaja en proyectos vinculados a la necesidad de expresarse sin censura y con la misión rebelde de autogestionarse al margen de los grandes medios y las empresas editoriales.

“Un fanzine no es un producto y cualquiera puede hacerlo. Podés hacer un ejemplar o cincuenta; podés escribir lo que tengás ganas, sacarlo cuando quieras y se fabrica con los medios que tenés a tu alcance. Nosotros principalmente dibujamos.

Hacemos collages con material de revistas que recolectamos, recortamos, pegamos e intervenimos; no usamos computadoras, scanner, ni imágenes de internet. La temática intenta ser ecléctica", comparte una de las realizadoras de "Fauna intestinal".

El proceso en la creación de un fanzine, coinciden, es sencillo cuando las ganas están latentes. Que lleve más o menos trabajo depende de las intenciones y la búsqueda de su creador. Para algunos un chispazo de una idea, para otros un objetivo minucioso y detallado, o cabe también la alternativa de acudir a unas simples fotocopias abrochadas.

En ese todo posible, el camino es el mundo que cada uno decida abordar. Con la ocurrencia en mente surge más tarde el desarrollo conceptual, el formato, la estética elegida y la excusa perfecta para editar sin objeciones.

Juan Ardilla comenzó a hacer fanzines en 2016 influenciado por otros dibujantes y porque quería dar a conocer sus obras. "Mis fanzines muestran realidades hechas por mí en las que con personajes extraños, predomina el absurdo. Quizás sirvan como un puente para contenidos más fuertes. Dependiendo del fanzine es el proceso de edición y la distribución se da entre mis amigos, en ferias o por las redes. Actualmente en Mendoza hay muchos fanzines por la buena onda de la gente y no por políticas que ayuden a los emprendedores", considera.

Una distancia corta entre el público y su autor, un camino democrático sin pirámides ni desigualdades, abraza este fenómeno que se comparte y que circula con más luces que sombras.

Materiales de buena calidad, contenidos interesantes y la magia de lo analógico, del contacto con el papel, de la experimentación de cada cual, de las voces que se multiplican y vuelven este fenómeno posible donde reina lo diverso.

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