Últimamente se ven más imágenes de la gente del Barça en juzgados que en el campo. Sus estrellas, Messi y Neymar, se vieron envueltos en juicios e investigaciones por supuestos actos económicos delictivos.
La prensa está dividida. La catalana los defiende y la española los condena. Un frente de disputa más entre dos bandos que se preparan para una guerra mayor que se afanan por reclutar adeptos. Es curioso cómo defendemos a toda costa lo que nos es propio o simplemente lo que nos gusta.
En Catalunya todos creyeron las palabras de Lionel: “De la plata se ocupa mi papá”. Esta semana escuchamos cómo el padre de Neymar declaró que Real Madrid le ofreció a su hijo 150 millones de euros, pero que se decidió por Barcelona (57 millones) por su “capacidad de seducción”.
Se puede ser apasionado de un equipo, pero eso no tiene por qué convertirte en un ingenuo. En Madrid vieron una ocasión perfecta para erosionar más la imagen de su gran rival, y de paso para desgastar el entorno de la sociedad catalana contra la que estos días se alza la maquinaria mediática española, en contra de la consulta de independencia propuesta por Cataluña.
Cualquier cosa les sirve, cualquier detalle es mirado con lupa y utilizado para condicionar una opinión pública más sensible de lo habitual. Un ejemplo es Piqué, al que una gran parte de los españoles pedían que no volviera a la selección debido a su conocido sentimiento independentista.
El debate público está sensible en España, y la presencia de directivos, expresidentes y jugadores del Barça en los juzgados no ayuda. No hace falta ser un genio para dar por hecho que tanto en el caso Messi como en el de Neymar hay gato encerrado.
Encerrado junto a un fangote de guita. Pero los catalanes los defenderán porque meten goles y en Madrid no se cansarán de extrapolar el asunto al debate político porque así son las cosas, porque así es la prensa en ese país, que te obliga a posicionarte a favor o en contra.
Se puede ser partidario de una u otra opinión, pero no parece responsable dejarse influir por informaciones sesgadas, tendenciosas y parciales que nada tienen que ver con el debate que en realidad importa.