Cuando se piensa en los países donde las personas son más felices, de inmediato vienen a la mente naciones nórdicas como Dinamarca, Finlandia y Suecia. Sin embargo, los latinoamericanos no ocupan, como tal vez podría esperarse, posiciones bajas.
Por el contrario, se ubican por encima del promedio. Esto, ya que la felicidad no sólo depende del PBI de un país sino que el índice de bienestar se funda también en las relaciones familiares y personales, que proveen de una red de contención a sus habitantes.
Mañana, la socióloga Marita Carballo visitará la provincia para presentar su libro más reciente: “La felicidad de las naciones”. La autora detalló que el texto comienza con una revisión de los estudios de la felicidad, que parten desde Aristóteles para llegar a la actualidad. Si bien la mirada que ha predominado en este recorrido histórico es más bien empírica y subjetiva, el objetivo es intentar determinar si es posible medir el bienestar de los países y a partir de qué parámetros.
Carballo es miembro del Comité Científico de la Encuesta Mundial de Valores y se basó en ese relevamiento para observar los cambios que se han producido en los valores de distintas sociedades desde los ‘80, ya que lo cultural tiene un impacto en la percepción de la felicidad. Además, realizó mil encuestas a habitantes de distintas partes de la Argentina y les preguntó si estaban satisfechos con su vida, para llegar a un índice subjetivo de bienestar. También tomó en consideración otros indicadores.
La socióloga resaltó que en los informes sobre felicidad, los países escandinavos se ubican en los primeros puestos porque existe una gran libertad, un gobierno democrático que funciona bien y un sistema de seguridad social que garantiza una excelente cobertura de salud, educación y asistencia a la tercera edad.
Si bien en las naciones latinoamericanas estas problemáticas no están resueltas, sí se observa que no ocupan posiciones tan bajas en el ránking como, a priori, se podría pensar. Marita Carballo resaltó que el Producto Bruto Interno de un país es un factor que influye pero no resulta determinante, ya que también tienen una gran importancia los vínculos de contención en el entorno más inmediato. Agregó que en América Latina en general, y en Argentina en particular, es poco habitual que la gente manifieste sentirse sola.
Además, las personas que se definen como espirituales o religiosas suelen ser más felices que los que no lo son, y otro tanto ocurre con quienes está en pareja o casados en comparación con quienes viven solos. Pero son mucho más influyentes la salud, tanto física como psicológica; el ingreso y el trabajo, en particular cuando se lo experimenta como algo que tiene un sentido; y la libertad, es decir, el grado en que las personas sienten que pueden controlar su propia vida y tomar decisiones.
Políticas públicas
El libro de Carballo (que ya se consigue en la provincia) cierra con una propuesta de cómo trasladar a políticas públicas el análisis de las variables que pueden generar mayor felicidad. La especialista indicó que uno de los aspectos en los que se puede trabajar es en propuestas sanitarias, en especial las que apuntan a la salud mental, para reducir problemas de estrés y ansiedad. En Inglaterra, comentó, se ha implementado un sistema de terapias breves que ha sido de gran ayuda en este sentido.
Otro punto al que se debería prestar atención es a desarrollar políticas de reinserción de personas desempleadas, ya que el empleo es muy importante para la autoestima de las personas; quienes llevan largo tiempo sin poder insertarse laboralmente, experimentan el impacto en su bienestar.
Por otra parte, los más jóvenes y los mayores de 50 son más felices que quienes están en la etapa de la vida en que se sienten demandados por la vida familiar, el trabajo y otras ocupaciones, por lo que opinó que sería una franja etaria adecuada a la que dirigir propuestas.
Debate en Mendoza
Mañana a las 18, en el Auditorio de la Universidad del Aconcagua, la socióloga Marita Carballo ofrecerá la conferencia: “La Felicidad de las Naciones como tema global: ¿Una nueva dimensión del desarrollo humano? Su impacto en las políticas públicas”.
La acompañarán en el panel Rubén Mercado, economista del PNUD; Julia Casanova, docente de la Universidad del Aconcagua; y Carlos La Rosa, periodista de Diario Los Andes. Asimismo, José Octavio Bordón, Director del Centro de Asuntos Globales de la UNCuyo, se encargará de la presentación y moderación.
En el encuentro se abordarán interrogantes como si es posible medir la felicidad de las naciones, qué desafíos se plantean a nivel metodológico, en qué medida esta perspectiva aporta datos significativos al análisis del desarrollo humano, y qué influencia tiene en el diseño y ejecución de políticas públicas.
La actividad es abierta a todo público, sin costo y se entregarán certificados de asistencia. Los interesados pueden inscribirse en el link
Los escandinavos, los más felices del mundo
Los países que ocupan los 10 primeros puestos en el ránking global de felicidad -según un ranking de la ONU- son Suiza, Islandia, Dinamarca, Noruega, Canadá, Finlandia, Holanda, Suecia, Nueva Zelanda y Australia. Sin embargo, los latinoamericanos Costa Rica, México y Brasil se ubican en las posiciones 12, 14 y 16, respectivamente. Estados Unidos está en el puesto 15 y Argentina en el 30, dos lugares por encima de Uruguay (32) y a no demasiada distancia de Francia (26) y Alemania (29).
En tanto, los diez Estados en los que las personas son menos felices son los subsaharianos Togo, Burundi, Benín, Ruanda, Burkina Faso, Costa de Marfil, Guinea y Chad; a ellos se suman Afganistán y Siria, actualmente en guerra. Sin embargo, Irak, pese al conflicto, se ubica en el puesto 112, por delante de Sudáfrica, India, Kenia y Bulgaria.
La ONU elabora el Informe Mundial sobre la Felicidad desde 2012, por lo que el de este año -que fue presentado a fines de abril- es el tercero.
El documento busca medir el bienestar de 158 países de acuerdo a ciertas variables como el PBI per cápita, la esperanza de vida sana, los vínculos con personas de confianza, la percepción de libertad para tomar decisiones y la ausencia de corrupción. El objetivo del registro es influir en las políticas gubernamentales para alcanzar una buena calidad de vida.
