Bastó una tormenta en la precordillera para que el problema saliera nuevamente a la superficie. En determinadas zonas de Mendoza la gente volvió a sufrir los inconvenientes provocados por la turbidez del agua potable, situación que determinó que tanto autoridades como especialistas en el tema coincidieran en señalar que son necesarias nuevas obras para solucionar los inconvenientes.
Hay un hecho incontrastable: los mendocinos somos grandes consumidores de agua potable. A nivel mundial, el consumo promedio alcanza a 250 litros diario per cápita pero en Mendoza ese consumo alcanza a entre 500 y 700 litros diarios.
El hecho responde, sin duda, a que no hemos tomado conciencia de la importancia que tiene el cuidado del agua potable; a que por tratarse de una provincia con un clima desértico y con pocas lluvias obliga al riego de jardines para poder mantener el verde y especialmente porque el servicio se sigue pagando por zona residencial y no por el consumo en sí, como sucede con el resto de los servicios, como la electricidad y el gas natural.
Pero a esos aspectos debe sumarse otro no menos importante, como es el hecho de que en los últimos años, y como consecuencia de una tarifa que se mantuvo sin los aumentos que resultaban necesarios, no se realizaron las obras esenciales para poder cubrir las necesidades de una población que mantiene un crecimiento natural en lo que a cantidad de habitantes se refiere.
Se producía entonces un cuello de botella que tarde o temprano debía colapsar, como sucedió días pasados cuando una tormenta en la zona de Agua de las Avispas -entre Potrerillos y el Gran Mendoza- generó serios inconvenientes en las plantas potabilizadoras que no dieron abasto y fueron superadas en la necesidad de poder cumplir con la función para las que han sido construidas.
Los expertos, entre quienes figura el ingeniero Ángel Berra, coinciden en señalar que el crecimiento poblacional del Gran Mendoza plantea nuevos desafíos para satisfacer la demanda de un recurso que, paralelamente, está siendo amenazado por el calentamiento global y el retroceso de los glaciares que generan un menor escurrimiento en la alta montaña.
Destacan además que hacen falta inversiones importantes para realizar obras de mejoras y mantenimiento de las plantas potabilizadoras. Destacan que el agua que toman los mendocinos es de buena calidad pero que, para evitar inconvenientes futuros, es necesario ampliar las plantas potabilizadoras de Luján y Alto Godoy y construir una nueva en Las Heras.
Otro profesional especialista en aguas, como el ingeniero Jorge Chambouleyrón considera que una de las deudas pendientes de la Provincia es contar con diques aluvionales en la cuenca alta del río Mendoza, aguas arriba de Potrerillos, de manera tal que el agua llegue depurada al actual reservorio, a la vez que indicó que hay que replanificar el canal Cacique Guaymallén para proteger también las zonas cultivadas.
Otros señalan que Mendoza no está preparada para otras situaciones adversas, proponiendo entonces la construcción de una batería de pozos para el aprovechamiento del agua subterránea, que podrían funcionar en los casos en que el dique Potrerillos tenga algún tipo de problemas.
Se trata de opiniones valiosas que las autoridades deberían tener en consideración respecto de lo que debería hacerse para el futuro. Pero lo cierto y lo concreto es que hacen falta inversiones para cubrir lo que no se hizo durante las últimas décadas.
No se puede aceptar que una simple tormenta, no de grandes dimensiones como la ocurrida días pasados, genere severos inconvenientes en la población, poniendo en juego inclusive la salud de los habitantes.
