La situación de crisis hídrica en Mendoza se ha instalado como una nueva problemática. Luego de 10 años, precipitaciones que representan la mitad histórica, parece que serán la nueva realidad, por efectos del cambio climático. Tema sobrediagnosticado pero sobre el cual no aparecen nuevas líneas directrices para vivir conforme a él.
El problema sigue siendo el uso ineficiente del recurso, que es cada vez más escaso y a este debate volvieron a plantearlo los que están en contra de la minería. Pero resulta que hoy tenemos crisis y elevado derroche sin que se haga más minería. Dado que el agua es necesaria para todas las actividades y para el consumo humano, es necesario que todos los actores actúen con responsabilidad.
En una nota en Los Andes hace 10 años ya se analizaba la preocupación por actualizar las antiguas leyes que regulan el reparto de aguas en el sector agrícola. En esa época recién comenzaba la crisis hídrica pero desde entonces los recursos han disminuido y seguimos con la misma legislación y con profundización del avance de la urbanización de las zonas agrícolas.
Se da la paradoja de que hay muchas propiedades rurales que tienen derechos de agua concedidos históricamente en los cuales hoy se alzan barrios privados u otras urbanizaciones del IPV. La legislación no autoriza cambiar el uso del agua y esto es muy grave porque no permite adecuarse a las nuevas situaciones, mientras muchas propiedades reciben menos agua de la que recibían antes y otras tierras siguen sin disponer del recurso.
Los últimos años se fueron muy lentamente en dictar y reglamentar la ley de uso del suelo, a tal punto que son muy pocos los intendentes que han avanzado seriamente en proteger la zona agrícola mientras en otros municipios agrícolas el avance sigue siendo imparable. No puede estar desvinculado el problema del agua de la planificación territorial ya que hay que establecer cuánta agua hay disponible y cómo se va a repartir.
Tal cual se ve, es crucial para el cuidado del recurso establecer las zonas que se preservarán para uso agrícola y esto limitará la expansión urbana. Lo que por sí solo no soluciona el problema porque luego hay que planificar las obras de infraestructura a fin de evitar que se pierdan recursos por infiltración.
Y aquí entramos en temas polémicos que tampoco se resuelven. Lo racional, y ante la grave escasez, sería superar el sistema de impermeabilización de canales y pasar a un sistema de entubamiento y presurización. Este es un mecanismo probado en todo el mundo por su nivel de eficacia. Sin embargo, hemos perdido el tiempo y gastado recursos de organismos internacionales haciendo un estadio que no se puede mantener o renovando plazas, con dudosa prioridad.
Si bien es un sistema al que se debe avanzar en forma gradual, hay que hacerlo con un plan seriamente acordado a largo plazo y en las zonas donde se avance pasar a un sistema de venta por litro y no por turnos. En el medio, los productores deberán planificar sus explotaciones para acopiar aguas en represas y ordenar sus sistemas internos de riego para usar con la máxima eficiencia el recurso.
El tema del agua es una deuda pendiente de la clase dirigente mendocina y una clara señal de falta de convicciones y carencia de liderazgos. Aún con la escasez instalada, ningún político se mete en la cuestión seriamente. Algunos, no se sabe si por oportunismo o ignorancia, dicen que se podría seguir sin hacer cambios, siempre que no se autorice la minería. Mentira.También hay que avanzar en la instalación de medidores domiciliarios para vender el agua por litro en lugar de hacerlo por metro cuadrado, tema del cual se viene hablando hace muchos años y muy poco se ha hecho. Es vital tomar conciencia de que el agua no alcanzará para seguir viviendo como vivimos.