La murga uruguaya Falta y Resto fue noticia el año pasado por romper la tradición machista de más 100 años en el género al incluir un coro integrado por mujeres: "ahora somos 50 y 50", decía con orgullo Raúl "Tintabrava" Castro, propietario y uno de los principales letristas de la murga.
"El género de murga uruguaya es algo con una tradición de más de 100 años, en el que la incursión de la mujer fue muy limitada. No más de una o dos mujeres por compañía. En la primera página del libro de la murga dice que esta tiene que ser del barrio. Las mujeres nos reclamaron su derecho como parte de esta sociedad, haciéndonos dar cuenta que éramos una expresión machista de la misma. Para reflejarlas como corresponde teníamos que incluirlas de forma pareja, tal como sucede en cualquier barrio con la mitad de mujeres y mitad de hombres. Fue realmente un hallazgo extraordinario", aseguraba quien también es su director.
Pero todo cambio en las últimas horas, es que según publicó Leandro Castro, hijo de Raúl, en su facebook, el otro dueño de la murga, Hugo Brocos, no quiere que la formación se presente en el Carnaval de Uruguay porque "no le parece conveniente ya que cree que el rumbo artístico que está tomando la murga es equivocado por la inclusión de mujeres al espectáculo". Una discusión que el género deberá darse rápidamente y que representa un nuevo acto de machismo en el arte.
El mensaje de Leandro que transcribimos a continuación deja en claro el malestar de los integrantes de La Falta, quienes estaban ensayando un nuevo espectáculo. Sería hora también que el género revea su característica de que los grupos artísticos tengan un dueño. Si la Murga es del barrio, no debería tener dueño.
"El año pasado tuve la idea, conversando con el viejo, de sacar una murga con mujeres, no dije cuantas, sólo me imaginaba que estaría bueno, porque creía que era justo y que se podía. Cuando le dije eso al viejo, me contestó: "que sea una murga igualitaria de verdad, la mitad mujeres y la mitad varones". En ese momento quedé pirando, iba a ser el primer año que la responsabilidad coral y artística iba a ser mía casi que por completo, tuve miedo, ese miedo que tenemos cuando pintan desafíos nuevos, esos que buscan romper estructuras, ese nerviosismo mezclado con emoción y le dije que si, que estaba dispuesto. Y se dio nomas, la murga salió con seis mujeres y siete hombres en el coro y nosotrxs consideramos, todxs, que la murga nos encantó.
Fue difícil, un trabajo extremo de parte de todxs, un espectáculo que sentimos que llegó y marco a nivel político y artístico, que creemos que trascendió fronteras y empodero al género femenino a crear murga, más de lo que ya estaba empoderado, por supuesto, gracias a las murgas jovenes, que siempre son las que muestran otras formas de hacer las cosas y las hacen validas y se vuelven costumbre y realidad. Nos encontramos con un espectáculo que quedó en la gente, o por lo menos así nos lo hicieron creer, por lo vanguardista, lo crítico, valiente y lo trabajoso y trabajado que fue, y por unas curiosas cantoras que me convencieron de que quiero hacer esto así toda la vida.
Hoy ese discurso nuevo y paritario es censurado por un compañero que cree que "para ser feministas en la murga no se necesita tener mujeres", un compañero que desde mi perspectiva no ha sumado absolutamente nada a la murga desde hace treinta años y se la llevó de arriba siempre, por más que siempre estuviera, hoy decidió cortarnos las patas a quienes le hicimos la falta y resto gratis durante toda su vida, y decidió cortarle el carnaval a las pibas, otra vez, como siempre, silenciadas por el patriarcado carnavalero. Lamento que las cosas hayan sido de esta manera, como dije, se necesitan las firmas de ambos, Raúl y Hugo (piruja), para que la murga pueda salir en carnaval. Raúl firma, Hugo no.
La Falta va a seguir estando, fiel a su historia, no va a callar y seguirá creando con fuerza. Pero al final, por este carnaval, terminó siendo Murga La".