No falta mucho para las elecciones y todavía, en la Nación, no se terminan de conformar las fórmulas electorales que nos presenten el menú que cada uno prepara para que nosotros sigamos en la inanición.
Todavía no se ponen de acuerdo en los nombres que van a encabezar las listas. La ambición de poder en algunos se hace más manifiesta que basquetbolista en un kínder y muchos persisten en el “yo si” “yo quiero”, sin amagar siquiera a dar un paso al costado.
No los entiendo. Querer comandar este país es como agarrar un hierro caliente sin guantes en las manos, como hacerse cargo de arreglar, decentemente, la pieza de un adolescente. ¿Qué satisfacción pueden encontrar al tener la responsabilidad de resolver los problemas que nos acucian, que nos castigan a todos los argentinos diariamente?
La pregunta es ¿Si los otros no pudieron por qué van a poder ellos? ¿Qué tienen de positivo, qué los hace distintos, qué los transforman en elegibles?
Pero todavía no se ponen de acuerdo y empieza a crecer, en los que no figuramos en ninguna lista con ambiciones electorales, la incertidumbre.
Elegimos mal. Si tenemos en cuenta los gobiernos que han conducido la Nación en los últimos tiempos, o en la mayoría de los tiempos, llegaremos a la conclusión de que elegimos mal. Pero todo depende de las posibilidades que nos dan para elegir. No es lo mismo elegir entre dos Ferraris cero kilómetros que entre dos citroen 2CV modelo 76.
Uno elige de acuerdo a la comida que está sobre la mesa y a veces, muchas veces, lo que está sobre la mesa no alcanza ni para combatir el hambre.
Uno debe elegir entre el muerto o el degollado y entonces el porvenir se transforma en un malvenir, porque las posibilidades son mezquinas, muy mezquinas.
Están eligiéndose, no sabemos, todavía quienes serán los contrincantes, pero cuando estén elegidos se darán vuelta hacia nosotros para mostrarnos sus cualidades y prometernos un futuro mejor. Entonces la responsabilidad comenzará a ser nuestra.
¿Cómo hacer para acertarle? ¿De qué hechos nos valdremos para tomar una decisión semejante.
Me dirán sería bueno elegir a aquellos que tengan la mejor propuesta. Pero es que no hay propuestas, por lo menos no ahora. Deberán entonces los elegidos decirnos cómo vamos a salir de este atolladero económico en el que nos enfrentamos, cómo van a hacer para combatir la inflación y para que el dólar no nos siga mandando.
Y póngale también la educación, la seguridad, la salud. ¿Cómo se las van a arreglar para eliminar la indigencia que no puede ser que exista en un país con semejante cantidad de recursos?
¿Los escucharemos hablar de esto o ellos simplemente pretenden que los elijamos por un afiche que los muestra sonrientes y esperanzados?
Estamos muy cerca. No es nada superficial lo que vamos a encarar entre todos. Vamos a decidir qué ocurrirá con nuestro país en los cuatro años venideros, y en varios años que continuarán su acción. Esto es más delicado que paragolpe de porcelana.
Todavía no se sabe quienes pero ya deberíamos empezar a saber cómo. Que Dios nos guíe la mano allá cuando estemos a solas con las boletas en el cuarto oscuro.