Falta de conciencia: el consumo de sustancias se naturaliza y crece

Mientras la Iglesia católica pide que se declare la emergencia nacional, los especialistas mendocinos aseguran que se perdió la percepción del riesgo.

Falta de conciencia: el consumo de sustancias se naturaliza y crece

El domingo y por medio de un documento confeccionado por la Comisión Nacional de Pastoral de Adicciones y Drogadependencia, la Iglesia solicitó al Estado que “declare la emergencia nacional en adicciones” en Argentina.

En Mendoza, la situación también es problemática según coincidieron los referentes consultados por Los Andes, no únicamente en lo que se refiere a adicciones -el punto extremo-, sino también en el consumo periódico o el denominado recreativo.

Según destacaron desde el Plan Provincial de Adicciones, 25% de los pacientes atendidos en los Centros Preventivos de Asistencia (CPA) presentan consumo problemático de alcohol, mientras que 6% tienen una situación similar con la marihuana, siendo estas dos sustancias las más presentes entre los consumidores mendocinos (la cocaína completa la lista).

No obstante, estas cifras se refieren al consumo puro, por lo que si se suman aquellos pacientes que  presentan distintos cuadros psiquiátricos -y que consumen sustancias como consecuencia-, el panorama se torna un poco más complicado aún, según destacó el coordinador del plan Gustavo Reig.

"Estamos ante la nueva epidemia del siglo XXI y que es la problemática de consumo de sustancias. En los últimos 5 años, el consumo de marihuana aumentó 100%, mientras que en la última década también se duplicó el de alcohol. Y como ha tenido un crecimiento desmedido y se ha perdido incluso el contexto de consumo hablamos de epidemia", destacó el director del Observatorio de Salud Pública y Problemáticas de Consumo de la UNCuyo, Sergio Saracco (tal como ha venido planteando Los Andes en diferentes ediciones).

Asimismo, el especialista advirtió sobre la naturalización que prima en el consumo de estos estupefacientes y que ha llevado a un peligroso desvanecimiento de la percepción del riesgo.

“Es fundamental declarar la emergencia, pero que además se haga algo al respecto y no quede sólo en un título. Hay que convocar a los que van al territorio, hace falta un control más estricto sobre la Dinaf, por ejemplo. Hay chicos que nunca en su vida habían consumido y prueban o probaron la droga ahí, de la mano de otros pibes”, destacó preocupado a su turno Marcelino Altamirano, referente social y responsable del hogar Puente Afectivo. Desde su lugar ha asistido y conoce como pocos la problemática de la droga en Mendoza. “Se ha agravado la situación en la calle, en los barrios. Hay chicos de 7 y 8 años que ya están jodidos”, agregó.

El problema del consumo

Desde hace años, en nuestra provincia los casos de consumo problemático -aquellos que derivan en adicción- más comunes son el de alcohol y marihuana. Incluso, en los 9 CPA repartidos en toda la provincia son estos los casos que predominan.

“Los hospitales psiquiátricos de Mendoza se han transformado hoy en centros de internación de adicciones, como ocurre en el Pereyra. Allí, 100% de las camas de hombres están ocupadas por personas con problemas de adicción y distintos cuadros psiquiátricos, mientras que lo mismo ocurre con 50% de las camas de mujeres”, indicó Saracco.

Sin embargo, tanto a Reig como al ex ministro de Salud les preocupa el consumo en general y no sólo el considerado problemático.

“En la población en general, de cada 10 personas consultadas hay 7 que han consumido alcohol durante el último año. Y 2,5 que han hecho lo propio con marihuana”, explicó el coordinador del Plan de Adicciones. En los CPA -donde también se hace capacitación y prevención- los principales consumos son de alcohol y marihuana, mientras que el de cocaína es el tercero y el de pastillas de uso médico (tranquilizantes, por ejemplo) es el cuarto. “También estamos muy alerta al policonsumo, ya que muchas personas mezclan alcohol y cocaína por ejemplo”, explicó Reig, quien incluyó a las bebidas energizante como otra sustancia habitual que puede traer consecuencias no deseadas.

“La marihuana es la que está en más franco ascenso y se va naturalizando. En lo que se refiere a alcohol, si uno sale y consume una dosis alta aunque sea una vez a la semana o cada 15 días, se lo considera un problema de consumo ya que la persona está en riesgo. Hay una tendencia a disminuir el daño de las consecuencias de la marihuana y el alcohol. Pero hay que tener cuidado desde el embarazo y hasta los 25 años, ya que hasta esa edad está en formación el sistema nervioso central”, repitió Reig.

En la misma sintonía, Saracco resaltó que mientras 98% de quienes fuman tabaco reconocen tener percepción de riesgo (conocen las dañinas consecuencias), menos de 50% de los consumidores de alcohol o marihuana son conscientes de ello.

“Para que llegue a considerarse adicción tienen que incidir aspectos biológicos, personales y de contexto. Sin embargo, el consumo no excesivo también tiene su impacto en personas de menos de 20 ó 25 años. Hasta esa etapa de la vida se da la readaptación a sinapsis interneuronales y toda la neuroplasticidad en el cerebro. Cuando la persona está en pleno desarrollo, las sustancias neurotóxicas lo alteran”, reiteró una vez más Saracco, y argumentó que por esto es que en algunos lugares de Estados Unidos la venta de alcohol está prohibida a menores de 21 años.

De acuerdo al último informe de la Sedronar, existe un alto consumo en niños, jóvenes y adolescentes. Más de 70% de los menores de 18 años reconoció haber consumido alcohol durante los últimos 30 días y casi 20% de haberlo hecho con marihuana.

“Quienes han consumido marihuana entre los 14 y 15 años -aunque no sea adicción- tienen 4 veces más riesgo de padecer trastornos psicóticos y esquizoides a los 26”, siguió el especialista.

Según el magister en toxicología, el “ranking” de sustancias más consumidas está directamente vinculado con su accesibilidad y precio.

“El tabaco y el alcohol son los más consumidos porque son legales, seguidos por la marihuana y el paco (este último en los niveles más bajos). En tanto la cocaína y las drogas de diseño son más caras, por lo que están más lejos. Pero todas generan dependencia y tolerancia”, acotó.

Embarazadas, nada de alcohol

Hace unos días Los Andes publicó un informe sobre el creciente número de casos de síndrome de abstinencia en niños recién nacidos (debido a que las madres consumieron sustancias durante la gestación, sin necesidad de llegar a ser adictas).

Según destacó el director de Toxicología de Mendoza, Sergio Saracco el consumo de alcohol también es riesgoso. “Altera la maduración.

Hay que pensar que en 9 meses y partiendo de la nada se crea un ser humano. Entonces no hay dosis segura de consumo de alcohol en este período”, destacó Saracco.

En caso de que el consumo sea abusivo, las consecuencias en el niño pueden ir desde malformaciones (Síndrome Fetal Alcohólico) hasta abstinencia. Pero incluso un sólo trago, por mínimo que sea, puede afectar con hiperactividad y déficit atencional.

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