Falleció Seijun Suzuki: el 'maestro' de Tarantino y revitalizador del cine yakuza

Valorizado por sus films clase B de mafia japonesa en los '60, fue una fuerte influencia para el cine de género de Tarantino y Jarmusch.

Falleció Seijun Suzuki: el 'maestro' de Tarantino y revitalizador del cine yakuza

Al estrenarse películas como Take Aim at the Police Van (1960), Tokyo Drifter (1966) y Branded to Kill (1967), el género del crimen organizado hecho en Japón se renovó con el aporte estético y narrativo de Seijun Suzuki, uno de los cineastas más importantes de los años 60, que hoy vuelve a los primeros planos por su fallecimiento en un hospital de Tokyo a los 93 años, a causa de una enfermedad pulmonar crónica.

Si bien su muerte ocurrió el 13 de febrero, recién hoy el legendario estudio, Nikkatsu, donde Suzuki debutó en 1956,  ha publicado un comunicado especial replicado por la cadena pública de televisión NHK.

Es extraño, al menos, que el vocero de su desaparición fuera la empresa cinematográfica con la que el director tuvo un extenso enfrentamiento judicial que finalmente terminaría por desacelerar su carrera en los últimos 30 años.

Sus comienzos
Nació con el nombre de Seitaro Suzuki el 24 de mayo de 1923 en Tokyo. En 1943, a los 20 años, entró en el ejército para luchar en la Segunda Guerra Mundial.

En 1946, se inscribió en el departamento de cine de la Academia Kamakura y pasó el examen del director asistente y durante los años siguientes, trabajó en varios estudios.

Suzuki debutó como realizador con  "Minato no kanpai: Shôri o waga te ni" (1956), y desde entonces dirigió de tres a cuatro películas cada año.

En Nikkatsu rodó 40 cintas hasta ser despedido de forma escandalosa, en 1967.
El realizador fue una máquina de hacer filmes. Su inacabable energía lo impulsaba a realizar proyectos uno detrás de otro, contando con presupuestos ínfimos y condiciones técnicas dificultosas, aunque estas condiciones no aplacaron su estilo personal y su dinamismo visual extravagante, lo que despertó gran admiración entre sus colegas.

Con el estreno de "Underworld Beauty" (1958), su primera película en CinemaScope, apareció por primera vez el nombre con el que trascendió artísticamente, Seijun Suzuki e inició su enamoramiento por el género pandillas mafiosas.

Sus cintas son caleidoscopios hipnóticos que combinan registros psicodélicos, ideas del western alternadas con la estética de los musicales, e incluso, agitaba con ingredientes abstractos que dejaban desconcertados a los espectadores.

Basta con ver la saga "Kill Bill" de Tarantino o "El camino del samurai", de Jim Jarmusch, para notar la influencia de Suzuki en estos directores occidentales que siempre admitieron su admiración por él.

Al estrenar lo que ahora se reconoce como su obra maestra, "Branded to Kill" fue despedido del estudio porque su presidente, Kyusaku Hori, determinó que su estética desbordante, críptica, demasiado excéntrica, había llegado demasiado lejos de los gustos generales de público al que apuntaba la empresa. Aquel filme, hecho en blanco y negro, fue una auténtica identificación de principios, junto con "Tokyo Drifter", estrenada el año anterior.

Ambos largometrajes fueron intentos del estudio por posicionar en el mercado las cintas de yakuzas, al modo clase B, pero el abordaje experimental de Suzuki se descarriló de las intenciones comerciales de Nikkatsu, que no podía congeniar con su narrativa no convencional y sus toques de comedia.

En ese punto, Suzuki demandó al estudio por considerar que su despido había sido injusto. Esto le costó dinero y fue rechazado por la industria cinematográfica de su país, dejándolo sin filmar durante una década.

Seijun de todas maneras continuó trabajando como actor y celebridad televisiva y su filmografía de a poco fue teniendo reconocimiento internacional  en los tributos de los mencionados Tarantino y Jarmusch, Takeshi Kitano y el hongkonés Wong Kar-Wai, entre otros. 
Ya en la década de los 80,  su cinta "Zigeunerweisen" recibió una fuerte campaña de promoción y fue proyectada en el Festival de Cine de Berlín ese mismo año. Más tarde, fue votada como la mejor película de la década por los críticos de cine de su país.

Ya fuera de un contenedor de financiación, su continuación en el cine tomó el camino de la producción independiente, y aunque ya esporádicamente, siguió dirigiendo largometrajes que llamaron la atención por su estilo particular, como la trilogía surrealista de fantasmas formada por la mencionada "Zigeunerweisen" (1980), "Kagero-za" (1981) y "Yumeji" (1991).

Tras el nuevo siglo, Suzuki tuvo una suerte de resurrección por la atención que recibieron dos películas, tan excesivas como impresionantes: "Pistol Ópera" (2001) y "Princess Raccoon" (2005), protagonizado por Zhang Ziyi. Esta sería su última película.

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