Alberto Podestá, protagonista de la Época de Oro del tango, cuyo clásico y sentimental modo de interpretar lo llevó a mostrar el arte tanguero en todo el mundo, murió ayer a los 91 años, y sus restos fueron velados hasta la medianoche.
El cuerpo de Alejandro Washington Alé -su verdadero nombre-, uno de los grandes de la historia del tango y emblema de los años 40, será trasladado al cementerio Jardín de Paz de Hudson, donde descansan los restos de su esposa, Elsa Calimani.
La noticia fue confirmada por la manager, María Alejandra Podestá, quien informó que el cantor falleció el miércoles a las 9.30 en un geriátrico de esta Capital Federal, donde estaba internado desde marzo de este año.
"Voy a seguir cantando hasta que Dios me diga basta", había expresado hace unos años Podestá a Télam, uno de los últimos sobrevivientes del tiempo dorado del tango.
Fue íntimo amigo de Julio Sosa y desde niño era conocido como "Gardelito" y, aunque no fue tarea fácil, nunca abandonó su oficio y vivió del canto.
Nació en San Juan el 22 de septiembre de 1924 y dio sus primeros pasos en la profesión a los 15 años en la orquesta de Miguel Caló, en 1942 se sumó a la orquesta de Carlos Di Sarli, con quien grabó éxitos como "Al compás del corazón" y "Nada".
Más tarde fue solista de Pedro Laurenz hasta que en 1945 pasó a ser la voz de Francini-Pontier para grabar canciones como "Que me van a hablar de amor" y el vals "El hijo triste", a dúo con Julio Sosa. A lo largo de su vida grabó unas 500 piezas.
A pesar de haberse sentido desvalorizado -"no he tenido la suerte de otra gente, todos los trabajos que hice en mi vida los hice por mí mismo", dijo a Télam en una entrevista, pasó sus últimos años recorriendo los escenarios, disfrutando de un reconocimiento inaudito que coronó cuando festejó sus 90 años con un concierto en la Usina del Arte.
"Me siento muy emocionado por todos estos homenajes por mis 90 años y por los 74 de actuaciones, así que no puedo ser más que un agradecido a Dios y a la vida de todo lo que me dio", manifestó en aquella presentación el cantante, reconocido por sus grandes versiones de "Alma de bohemio", "Percal" y "Nido gaucho".
Su cálido modo de interpretar lo llevó a mostrar el arte tanguero en todo el mundo, fue declarado "Ciudadano Ilustre de Buenos Aires" y "Personalidad Destacada de la Cultura", y participó del proyecto "Café de los maestros", que contó con músicos como Leopoldo Federico, Rodolfo Mederos, Ernesto Baffa y Nicolás Ledesma.
"Una de mis más grandes satisfacciones fue el haber participado en esa película y en el disco 'Café de los maestros' con tantos amigos de la vida y de los escenarios", subrayó en una entrevista con la agencia.
Con esa historia como aval, Podestá definió al tango como "el sentir del pueblo argentino. Nosotros tenemos mucho sentimiento, estamos dispuestos para todos y en otros países no están dispuestos para nosotros. Los argentinos somos más sentimentales".
En relación a los maestros que marcaron su vida, dijo: "No puedo dejar de mencionar a Miguel Caló, quien me dio la primera oportunidad siendo un mocoso, y después Di Sarli, Mafia y todos los que dirigieron orquestas históricas para el tango argentino".
Tras 15 años sin grabar, Podestá había vuelto al ruedo discográfico cuando tenía 87 años con "Alta gama", un cuidado trabajo que grabó junto al trío de guitarras Las Bordonas, en donde interpretó un puñado de canciones atravesadas por su impronta sentimental.
"Es una oportunidad maravillosa la que me dan estos músicos jóvenes de Las Bordonas, estoy -confesó- muy agradecido con ellos, nadie me había ofrecido grabar en este tiempo".
Su manager María Alejandra Podestá sostuvo que "a pesar de su edad, era uno de los cantores más activos del circuito. Su vida era el boliche, era como su segunda casa. Hasta su internación en el geriátrico se lo podía ver todos los días en los bares de Sadaic. Le gustaba la bohemia".
"El tango nació conmigo, yo canto desde que me parió mi madre, canto con lo que tengo", dijo alguna vez en una sublime autodefinición.