Fallas del proteccionismo y estatismo

La ex presidenta Fernández de Kirchner propuso como programa económico de gobierno uno basado en el estatismo de Gelbard.

Fallas del proteccionismo y estatismo
Fallas del proteccionismo y estatismo

En la presentación de su obra en la Feria de Libro, Cristina Fernández de Kirchner, tomó ejemplos que muestran una visión no de futuro sino de espejo retrovisor. La primera referencia la hizo acerca del acuerdo de precios y salarios que José Ber Gelbard, ministro de Economía de los presidentes Cámpora, Perón e Isabel Perón, hizo en 1973.

La Argentina emergía a la democracia después de una dictadura y había  entusiasmo en que este tipo de acuerdos pudiera funcionar para contener la inflación, que crecía a un 80% anual. El acuerdo consistió en un compromiso de congelamiento de precios muy férreo acordado con la Confederación General Económica, la UIA y una CGT un poco remisa. El gobierno acordó una suba de salarios para estimular el consumo interno. Para esto se mantuvo artificialmente el tipo de cambio, o sea hubo atraso cambiario, y el gasto público se aceleró tanto que el déficit fiscal se elevó de 6%  al 14% del PBI, mientras que las reservas bajaron en 2/3.

El problema del control era que no contemplaba las variaciones de indicadores internacionales. En aquel tiempo se generó la suba fuerte del precio del petróleo y el precio subsidiado generó duras pérdidas en la petrolera estatal YPF. La suba del crudo acarreó incrementos de los insumos importados y los empresarios comenzaron a pedir flexibilización pero como no se la daban dejaron de fabricar y apareció el desabastecimiento y el mercado negro. El sistema se comenzó a desestabilizar y, luego de la muerte de Perón aumentan las presiones y multas a las empresas, los costos subían y el gasto público y el déficit  llegaban a niveles con los que el país se quedó sin financiamiento externo.

El origen del problema, tal como ocurrió durante el kirchnerismo, fue partir del supuesto que la inflación no se generaba por emisión monetaria para financiar déficit fiscal sino por una puja distributiva entre factores productivos y consumidores que terminaba generando una inflación de costos. En esa época se nacionalizó la venta de combustibles y los depósitos bancarios. Gelbard aplicó un plan seudo keynesiano de controles y prohibiciones. Algo similar implementó en el gobierno de Cristina su ministro Axel Kicillof, autodenominado como marxista keynesiano.

Las consecuencias fueron similares. El plan de Gelbard terminó con la designación de Celestino Rodrigo, que se vio obligado a ajustar de golpe todas las variables, lo que se conoció como “rodrigazo”. Similares distorsiones se acumularon con la ex presidenta mientras que el gobierno de Macri, que tenía financiamiento externo, prefirió hacer un ajuste gradual y calculó mal los tiempos quedándose sin financiamiento antes de tiempo.  El mérito de Macri fue haber liberado variables pero el ajuste lo hicieron los privados, porque no se atacó el modelo de economía cerrada, muy estatista y con fuerte nivel de gasto público, que obliga a una elevada presión fiscal.

Cristina Fernández también elogió  la política proteccionista de Donald Trump. Pero la ex mandataria, como en la referencia de Gelbard, solo toma partes aisladas. Ella dijo que gracias al proteccionismo había crecido la economía y no tenían desempleo. En realidad, el crecimiento se debe a una profunda rebaja de impuestos que dispuso Trump, pero el empleo no se creó en trabajos fabriles, sino en el sector de servicios. Más del 70% del empleo creado en EEUU, en los últimos diez años está vinculado al sector tecnológico y al de servicios mientras hay una pérdida sistemática del empleo industrial. Las consecuencias han sido una duplicación del déficit fiscal y hace días el Tesoro advirtió sobre las consecuencias explosivas que puede tener el efecto “bola de nieve” de la deuda. Pero Estados Unidos tiene una ventaja al ser dueño de la fábrica de dólares, y los excesos son exportados como inflación al resto del mundo, quedándole a ellos un remanente. Además, su mercado interno es muy superior al nuestro y su economía sigue siendo la más abierta del mundo.

Los ejemplos admirados por la ex presidenta son anómalos,  fueron tomados parcialmente para justificar políticas futuras con una alta carga ideológica demostrando que no aprendió hacia dónde se dirige el mundo y cómo las nuevas tecnologías están influyendo en el planeta. Quiere insistir en viejos errores de los que el mundo ya aprendió. No se puede proyectar un país mirando por el espejo retrovisor.

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