La noticia sorprendió en el medio día de ayer, al voleibol internacional, principalmente al de España, tras conocerse la muerte de Miguel Ángel Falasca, histórico armador de la Selección de España, considerado el mejor de todos los tiempos y una leyenda española de la red alta.
Entre 2005 y 2010 fue distinguido como uno de los mejores levantadores del mundo.
Falasca sufrió un infarto en el hotel donde estaba acompañado de su esposa, para la fiesta de casamiento de su segundo entrenador del equipo italiano de damas, Saugella Monza. "Se descompensó, trataron de reanimarlo y no se pudo hacer nada", dijo su ex compañero de la Selección, José Luis Moltó.
El vóley español le rinde homenaje al ídolo, que hizo vibrar la Roja en la final de Europa en 2007, con la que se consagró campeón.
En todos las canchas se lo recordó, incluso antes de iniciarse el partido entre Argentina e Italia, en Milán, por el cuarto weekend de la Liga de las Naciones, se hizo un minuto de silencio y su rostro apareció en las pantallas gigantes.
Miguel Ángel Falasca tenía 46 años, había nacido en Mendoza. Su papá era mendocino y su mamá española. Se inició en el minivoley con el Gordo Mañungo en Regatas."Jugó hasta los 17 años ahí, donde lo dirigieron Peto Martínez, Tato Iturralde y el Chango Villegas", contó a Más Deportes, uno de sus ex compañeros y amigo de la infancia Rodolfo Rubistein.
Sus padres eran dueños de un conocido restaurante de la época, Michelle.
A fines de 1989 se fue a España junto a sus padres, donde se estableció. Jugó en el Málaga, Gran Canaria, en los italianos Bolonia, Ferrara y Módena, en el belga Roeselare. Regresó a España con el Son Amar Palma, con el que consiguió tres Superligas y dos Copas del Rey, y también jugó en Polonia y en Rusia.