Él tiene ascendencia libanesa y ella siria. "Vos sos rico y yo, pobre", le dice ella a él, recordando sus antepasados, aunque él le aclara que no fue así la historia y que su abuela vino escapando de la hambruna y de la guerra. Aunque no son Onur ni Sherazade, los senadores Juan Carlos Jaliff y Patricia Fadel protagonizan cada semana una verdadera novela "turca" que, a diferencia de las que se ven en televisión, no tiene libreto ni actuación.
Tampoco hay romance, vale aclarar. Más se parecen a aquellos matrimonios, en este caso político, que ya saben cómo arreglarse. “¿Si nos enamoramos? ¡No!”, aclara Fadel por las dudas, aunque la pregunta no iba en ese sentido. “Los dos somos sanguíneos, pasionales en las defensas que damos. Tenemos la sangra árabe a full”, interpreta Fadel.
En este caso, el escenario político los ha puesto en roles opuestos. Sin decir quién es el malo y el bueno, o si intercambian papeles, sí se puede decir que están obligados a confrontar.
Él como senador radical, presidente provisional de la Cámara y uno de los principales operadores políticos del gobernador, Alfredo Cornejo.
“Yo estuve en los cuatro gobiernos radicales y si algo me destacaron no fueron los discursos, sino que sacaba las leyes que pedían”, reconoce Jaliff.
Ella es senadora del peronismo y preside el bloque del Frente para la Victoria (que ahora volverá a llamarse PJ), una de las interlocutoras entre su partido y el resto del bloque. Además, hace de articuladora entre la oposición y el oficialismo. "En la búsqueda de consenso, lo que yo les digo es que aunque tengan mayoría absoluta para sacar lo que quieran, si hoy no construís puentes, cuando se da vuelta, porque en la política todo tiene un reverso, después hay represalias", destaca Fadel.
Pero más allá de que estén obligados a antagonizar, las peleas y confrontaciones políticas tienen siempre una cuota de humor, ironía y ocurrencias de las que se terminan riendo ellos mismos. Destacan que nunca han llegado a pelearse al punto de no hablarse y que en una oportunidad en la que él se molestó (no recuerdan por qué), ella le pidió perdón con un cajón de peras de su finca.
“Ambos tenemos trayectoria y experiencia. Es como si jugáramos una pulseada; se da como una cuestión de ajedrez”, compara Fadel. “Le ponemos chispa, pero lo que decimos es en serio, no es que armamos lío. Yo pienso una cosa, él otra y eso nos lleva a pelearnos”, señaló.
Así, la novela turca tiene sus capítulos cada martes, en las sesiones del Senado, o en las reuniones de comisión en las que coinciden, o los jueves en los jury de enjuiciamiento, cuando conforman un jurado junto a miembros de la Suprema Corte.
"El día que vos no fuiste, me dijeron '¡qué aburrido!' Como no está Fadel, entonces Jaliff está callado", le contó el radical a la justicialista, en la entrevista conjunta que les hizo Los Andes, en la que intentan explicar cómo hacen para confrontar y pelearse, pero con respeto y, casi siempre, con humor.
Volviendo al tema de los Jury, Fadel confesó que se queda escuchando detrás de Jaliff, cuando él da las conferencias de prensa, para después dar sus respuestas.
“Más allá de la confrontación, siempre hemos mantenido el diálogo, nunca hemos cerrado la puerta. Aún en los enfrentamiento más duros, siempre hay que saber dónde parar y frenarse, para no pasar el límite de no poder dialogar y charlar”, dio la fórmula Jaliff y ella asiente.
Aunque Fadel aclara: “Ahora estamos medio enojados, cuando me levanté y diste quórum igual -le reclama a Jaliff-. Yo he quedado muy dolida y no hemos vuelto a hablar”. Ante el reproche, él asiente.
El episodio al que se refiere Fadel se remonta a dos semanas atrás, cuando ella solicitó retirarse y no dar la mayoría necesaria que permitía el ingreso del proyecto que fue ley esta semana, con los votos del PJ: el trabajo obligatorio para los presos.
La situación tiene que arreglarse, es por eso que en la misma entrevista comienzan a discutir por el tema, como si estuvieran en el recinto, hasta que dan por finalizado el tema.
“Ésa es la habilidad que él tiene. Si hubiera estado en su lugar tal vez hubiera hecho lo mismo”, cede, sin declinar en su reclamo, Fadel.
Con las diferencias planteadas, ambos senadores, de larga trayectoria política, se reconocen las virtudes a la vez que se critican. “Lo que sale para afuera es lo sustancioso, el debate. Pero para lo demás, nosotros usamos este mecanismo (el humor, la chicana) para preservar la relación. Uno hace un comentario que distiende y causa gracia, y así hace que afloje la tensión también en el resto”, comentó, siempre en un tono más reflexivo, Jaliff.
Fadel asiente, aunque le avisa: “Él también aprovecha, cuando estamos muy tensos y venimos con todo, para hacerse el gracioso y tirarme alguna para que yo me prenda. Como sabe que soy una turca enojona, ahí nomás me prendo y se diluye la dureza. Pero ahora te aviso que cuando no quiera que se haga eso, me voy a poner dura, no me voy a reír, no te voy a mirar”.
En el plano de las críticas, Fadel le reprocha a Jaliff su apego al reglamento y las cuestiones técnicas, algo que ella resuelve desde la lógica. “Él me discute, porque es tan legalista y yo no soy idónea. Soy una simple productora de peras”, se justifica.
El radical también identifica los puntos débiles de su contrincante, los cuales ella reconoce:
-A veces, se va un poquito de boca, señala Jaliff.
-Es verdad, sí- responde Fadel.
-Yo la miro, diciendo: bajá un poquito, completa el radical.
Pero como en toda novela, los contrincantes no siempre terminan mal, sino que hay puntos de reconciliación. Jaliff reconoce: “A Patricia la respeto mucho, además le tengo aprecio personal. Le valoro que, como mujer, está en lugar que se ganó con el trabajo de todos estos años. Defiende las cosas con convicción, más allá de que no lo comparta desde un punto de vista ideológico. Además, tiene liderazgo, algo necesario para presidir un bloque".
“Él es muy honesto como persona, muy respetado y tiene mucho conocimiento. Eso no lo tenemos todos. Respeta las reglas del juego de la política, es un hombre muy respetado desde su persona, y en la política muy coherente, más allá de cuando se fue con Cobos”, dice e inmediatamente se ríe Fadel.
Ya con la guardia baja, los dos políticos con una historia que siempre los enfrentó, señalan cuál es el punto en común que tienen en sus conversaciones: el amor por sus familias, los hijos y los nietos. “Somos abuelos chochos”, admite Fadel.
Una historia repetida
La novela “turca”local, lejos de sumarse al boom de las que aparecieron hace poco y son propiamente de Turquía, tiene varios años.
Ambos tienen una larga trayectoria política que los hizo coincidir recién en 2001, cuando Jaliff era ministro de Gobierno del ex gobernador Roberto Iglesias y Fadel era presidente del bloque del justicialismo en el Senado (el mismo cargo que ocupa ahora).
“Ahí nos peleábamos fuerte, siempre por teléfono”, recordó Jaliff. Por aquel entonces, ambos compartían contactos con el fallecido operador del justicialismo, Juan Carlos Mazzón.
“Yo la llamaba y le decía: Patricia te voy a salir a contestar”, recrea una de aquellas conversaciones el radical.
“¿Y yo que te decía? Hacelo”, completa, con el mismo tono desafiante, Fadel. Es más, cuenta que en varias oportunidades Mazzón la llamó para que “aflojara” su postura.
La historia continuó y casi los pone en el mismo espacio en 2007, salvo que Fadel se movió de lugar. Cuando Jaliff, junto con Julio Cobos, se unieron al kirchnerismo a través de la Concertación e impulsaron la candidatura de César Biffi a gobernador, ella junto a otros peronistas se alineó detrás de la postulación de Celso Jaque, enfrentándose así a la decisión presidencial.
Aquel duelo lo ganó ella: Jaque fue electo gobernador y la alianza de los radicales con los Kirchner duró hasta que Cobos hizo su famoso voto “no positivo”. Apenas siete meses.
Apoyo
Patricia Fadel (59), "la Turca", como muchos la conocen, tiene 3 hijos y 3 nietos. Se inició en la política en 1983 en su departamento, Tunuyán. Siempre estuvo vinculada al sector Azul y a la conducción de Juan Carlos Mazzón. Ocupó distintos cargos: fue concejal, legisladora provincial en tres oportunidades y diputada nacional dos veces.
Cuenta que sus abuelos vinieron de Siria por orden de su abuela, una "mujer brava", "dura en el trabajo y en el carácter". "Los que la conocieron, dicen que me parezco a ella, más fina capaz (risas). Bueno, ella no tuvo la oportunidad de estudiar", relata.
Juan Carlos Jaliff (66) está casado con una gallega, tiene 3 hijos y 4 nietos. Fue ministro de Gobierno en la gestión de Roberto Iglesias, vicegobernador de Julio Cobos y senador radical.
Sus abuelos fueron libaneses y católicos, lo que les valió una especie de persecución en su país. Vinieron a la Argentina escapando de la guerra.