Fabiana Bravo: “La ópera me eligió a mí”

La soprano mendocina, de reconocida trayectoria en el exterior, regresó a la provincia para tomarse unas vacaciones. Mañana se presenta en el Sheraton Hotel con un único concierto a beneficio de tres entidades de bien público. Diálogo con una mujer que de

Fabiana Bravo: “La ópera me eligió a mí”
Fabiana Bravo: “La ópera me eligió a mí”

Hace tres años que Fabiana Bravo no venía a Mendoza. Se le hizo largo, sí, pero estuvo tan ocupada en la crianza de su hija Noor, en el trabajo, en su familia y en los amigos, que el tiempo recorrido desde entonces parece pura ilusión, porque cuando vuelve a la calidez del hogar mendocino, dice, siente que el último recuerdo fue "ayer".

En el piso 14 de un edificio céntrico con vista a la Ciudad y a la Cordillera de los Andes, la soprano más reconocida de la provincia a nivel mundial pide un té en compañía de su pequeña de cuatro años y su hermana Alicia, que la recuerda de niña y a viva voz en las escaleras de la casa de Guaymallén en la que crecieron los nueves hermanos Bravo, hijos de una empleada doméstica y un policía.

"De chiquita ya tenía eso que le gustaba", comenta Alicia. "Esa locura", interrumpe Fabiana. "Cantaba fuerte y buscaba los lugares con mejor acústica para hacerlo. Mi mamá decía: 'Vos dejala, ese es su destino. Si ella quiere cantar, que cante'".

Para las fotos, para hablar, para tomar la taza de té, Fabiana Bravo despliega una forma única de andar por la vida, suelta pero con alerta de "tigre", la actitud felina que le inculcó Luciano Pavarotti desde su debut profesional en 1996 como Lucía, en Lucía de Lamermoor junto al considerado mejor tenor del mundo en la Academia de Música en Filadelfia luego de ganar la Quinta Competencia Internacional de Voz Luciano Pavarotti.

En su familia, "pobre pero con dignidad", Fabiana trazó pequeños anhelos, escuchó hasta el cansancio la música de Radio Nacional, financió sus primeros estudios con lo que ganó como cajera de supermercado y a los 20 años viajó a Buenos Aires con la esperanza de obtener un rol en Drácula.

"Yo creo que mi amor por la música viene de otra vida. Hay cosas que no se explican. La ópera me eligió a mí", afirma. "Cuando empecé con los musicales lloraba porque soñaba con hacer ópera.

Fue muy lindo cantar con Valeria Lynch y a través de ella conocer a Pavarotti; la magia de ese concurso fue un antes y un después en mi vida, y lo que vino después fue maravilloso. En algún momento me gustaría hacer lo que él decía y hacía: descubrir talentos que no tienen posibilidades".

Si de encarnar almas se trata, Fabiana Bravo ha sido Madame Butterfly, Norma, Ariade auf Naxos, La Gioconda, Mimi en La Bohème, Leonora en Il Trovatore, Desdemona en Otello o Fiora en L’Amore dei tre re, de Montemezzi, entre otras obras en las que ha trabajado con óperas de Nueva York, Los Ángeles, Shangai, Toledo o Praga.

Teatros majestuosos, entre ellos, entre muchos, el Metropoplitan o el Carnegie Hall. Veinte días de vacaciones alcanzaron para que la soprano de los mil personajes se reencontrara con sus lazos más queridos, decidiera visitar su geografía de ahora en más todos los años para que su hija conozca a su familia, y surgiera la posibilidad de dar un único concierto en la provincia a beneficio con María Teresa D’Amico en piano.

Es el que tendrá lugar mañana a las 21, en el Salón Fader del Sheraton y cuya recaudación será destinada a la labor que realizan la Fundación Banco de Alimentos de Mendoza, la Fundación Redes del Norte y la Sociedad Mendocina Protectora de Animales.

“El repertorio elegido por lo general no lo hago y consiste en ciclos de cámara, chanson francesa, canciones de Julio Perceval -creador de la Escuela de Música-, antiguas italianas y algo de ópera también.

Me parece un repertorio precioso y algo olvidado”, dice. Antes de pisar un escenario, confiesa, piensa en sus padres, reza y ruega lo siguiente: “Dios, si me tenés que enseñar algo, que no sea en el escenario (risas) y que a través de mi voz salga el espíritu santo”.

- No es la primera vez que te comprometés con acciones solidarias, de hecho tuviste una fundación que llevaba tu nombre, ¿continúa en funcionamiento?

- Ya no sigue porque es muy difícil y creo que fue muy ambicioso tratar de hacer algo y financiarlo a través de conciertos. Además hay que tener gente que lo haga de corazón y no tenga intereses de por medio para utilizar una fundación para tener poder.

Me parece que era una utopía; es un proyecto que está en stand by pero que creo retomaré en algunos años. Por supuesto que cuando surge la posibilidad de ayudar lo hago; estoy feliz de donar mi actuación y de contribuir para despertar un poco de conciencia social porque entre todos tenemos que ayudarnos.

Yo creo que en este caso las entradas son súper accesibles ($ 100 y $ 150) y creo que eso está bueno para que el que quiera pueda ir.

- ¿Presentarte en Mendoza, luego de pasar por los teatros más importantes del mundo y públicos muy exigentes qué tiene de especial?

- Tiene mucho de especial porque están los míos, porque es mi tierra y porque es cuando uno más nervioso se pone (risas). Es mucha responsabilidad.

- ¿Cómo es tu vida en Virginia, Estados Unidos?

- Bueno, mi vida es bastante loca porque canto, soy mamá y doy clases en la Universidad Católica de América, y aunque antes no me imaginaba enseñando, ahora encuentro una faceta increíble.

Cuando uno enseña en realidad aprende más y todos los conceptos técnicos en realidad son refrescar la memoria. Otra maravilla es experimentar que todos somos diferentes y que no se puede aplicar una sola técnica porque cada uno tiene problemas diferentes.

Ver a mis estudiantes trabajar y trabajar, más allá del talento, y luego dando conciertos es una satisfacción increíble. Es como tener un montón de hijos musicales.

- ¿Cuáles son los proyectos en los que venías trabajando y qué propuestas hay en adelante?

- Acabo de terminar Cavalleria Rusticana, un proyecto muy lindo de una nueva compañía de ópera que se llama The Maryland Lyric Opera, que es un teatro que se ha abierto después de una crisis absoluta de la ópera en todo el mundo.

Esta ópera se abrió con mucho sacrificio, con gente que quiere y trata de buscar otra vez la esencia del teatro cantado en personas que comunican y utilizan una técnica interna para decir cosas y estudian mucho el personaje.

Es importante saber que uno puede cantar lejos del estereotipo de que la gorda no debe hacerlo. No importa cómo seas, si puedes cantar el rol, esa persona tendrá el personaje.

Esta fue la primera temporada de la compañía lo cual me encanta, porque además soy consejera para hacer el casting y elegir a los cantantes. Este fue un proyecto hermoso; ahora sigue enseñar en la universidad y en marzo del año que viene una gira por toda Europa, haciendo muchos roles.

Nosotros dependemos de la gente, de lo que ha pasado en nuestra carrera, de la relación que tenemos con el público y con las compañías para volver -eso implica disciplina, estudio, constancia, destreza técnica, reputación-.

Yo creo que uno tiene que saber muy bien quién es, qué hace y cómo está preparado para no volverse loco, porque la mala fama que tienen las cantantes de ópera, de diva, de maltratos,sigue existiendo y no sólo en mujeres, y creo que eso tiene que ver con la seguridad personal.

- ¿Esa confianza en vos y en tu trabajo a quién se la debés?

- Yo creo que a una familia con muchos valores, que nos enseñó que la esencia es lo más importante. Cuando te criás con esa fuerza que te ayuda a salir adelante no representando lo que sos por fuera sino por dentro, cuando uno valora a los demás por lo que son y no por lo que tienen, eso se aplica después para toda la vida.

Quizás es trillado, pero yo creo que cuando te ha costado tanto, después valorás mucho lo que tenés y esa seguridad viene de una parte espiritual.

Si uno tiene el concepto de no estar solo y que tiene a alguien siempre, cualquiera sea tu religión, eso ya te da muchísima fortaleza. Nada tiene que afectar mi eje, mi centro. Ahora: hay que trabajar muchísimo para eso.

Cuando me agarran los ataques de locura, me pongo a limpiar hasta que se me pasa y ya; cada uno tiene una manera de descargar, hay que buscarla para no volverse loco. También es estar acostumbrado a la presión y armarse una capsulita y respirar y respirar.

- Cuando te fuiste a Buenos Aires en 1996, ¿tenías una meta clara?

- Yo lo único que quería era ser cantante. Yo fui para hacer la audición para Drácula; me fue bien, pero eso es loco: nunca me da nervios cuando voy a hacer las cosas sino después.

Pavarotti siempre decía que para todo había que ir con la energía del tigre, de que te vas a comer al mundo. Creo que es una manera de sobrevivir y superar las barreras y los cambios que se presentan.

- ¿Cuándo sentiste que "nada era imposible" en tu carrera?

-No es que nada sea imposible sino que uno trata de enfocarse en lo positivo. El "no" lo tenemos desde que nacemos; por qué pensar que la vida es corta; yo creo que el límite es un estado mental que uno se impone o la sociedad misma. Hay muchos estereotipos con los que hay que luchar y sacarse todo el tiempo.

- ¿A qué pensás que se debe tu éxito?

- Yo creo que a que ser yo misma, que nunca me ha interesado ser otro, no importa con quién esté o lo que haga y eso sí lo transmito mucho.

También la disciplina, el estudio, el esfuerzo creo que son muy importantes. No hay que creer que llegaste a ningún lado porque en cuanto te lo creés, es el principio del fin.

Siempre hay algo que mejorar y seguir trabajando: es lo que le digo a mis alumnos; yo no soy la profesora acá, todos somos artistas, lo que pasa es que yo tengo más experiencia y la puedo transmitir, ahora, todos somos estudiantes.

- ¿Qué sueños profesionales te quedan por cumplir?

- Estoy muy feliz de las cosas que hice. El año que viene voy a cantar para el Papa Francisco, que es un sueño increíble. Creo que va a ser en febrero, en el Museo de la Mujer, en Washington D.C, donde traen una muestra increíble de la Virgen María desde el Vaticano -será la primera vez que sale de ahí-. También estará Obama. Es un sueño cantarle a dos Papas (la primera fue en el Castillo Gandolfo, para el Papa Juan Pablo II).

- ¿Qué cambió con la maternidad?

- Que puedo ver cosas que antes no veía, como la paciencia (risas); cuando tenés un hijo a la edad que yo la tuve (a los 40) no tenés la energía de una chica de 25 pero sí mucha más paciencia.

Yo hice la carrera que quería antes de tenerla, entonces no siento haber cortado nada. Creo que fue en el momento justo y que fue muy deseada, o sea yo ya estaba satisfecha y lista.

- Hablaste de la crisis de la ópera, ¿a qué pensás que se debe?

- Las tradiciones están muriendo y las óperas tienen una partitura que marca el escenario, los personajes, los vestuarios; todo eso está muriendo para intentar atraer al público joven y están haciendo muchos visuales, todo computarizado.

Ya no es la Tosca, que está situada en los lugares en los que Puccini escribió. Me encanta el innovar para cambiar y atraer gente, pero yo creo que eso no ha estado manejado por gente que lo hubiera hecho bien.

La ópera y su contenido han pasado a un segundo plano por poner lo visual y lo moderno delante, entonces la ópera muere.

La ópera de por sí tiene un arte muy exigente porque el cantante no solamente tiene que cantar sino transmitir, comunicar y para eso hay que estudiar y analizar cada uno de los personajes e incorporarlos de entrar el escenario.

Entonces si la Tosca, que es la esencia de Puccini, pasa a ser la del director, entonces es puro ego. Los directores de ópera me van a odiar, pero algunos han tenido demasiada libertad para hacer cosas que no funcionan.

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