Ezra Furman: belleza y ruido

Acaba de editar “12 Nudes”, fantástica colección de canciones. Aquí habla del disco, la biografía que escribió sobre Lou Reed.

Ezra Furman: belleza y ruido
Ezra Furman: belleza y ruido

Ojos con sombra, pelos negros revueltos, boca pintada de rojo furioso, sonrisa amigable: aquel mismo look que Robert Smith de The Cure llevaba en los ochenta hoy se ve redefinido en Ezra Furman, el joven e introvertido cantautor oriundo de Chicago que desde hace una década viene grabando algunos de los mejores discos que el rock supo dar en los últimos tiempos. Hace apenas unos días, Elton John le dio su bendición en el programa de radio que conduce, pasando la canción "I wanna be your girlfriend" ("Quiero ser tu novia"), segundo corte de "12 Nudes" (algo así como "12 fotos con desnudos"), el flamante disco que Ezra acaba de editar por el sello Bella Union. Pero Elton no fue el único mito que cayó rendido ante sus encantos. En 2015 Iggy Pop dijo: "Me gusta mucho Ezra Furman, hay algo especial en él. Tiene inteligencia y valentía". Y hasta el mismo Lou Reed le expresó su admiración: diez años atrás, al final de una presentación de Ezra en un festival, el viejo Lou lo interceptó ni bien bajó del escenario y le dio también él su bendición.


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¿Pero qué hay en Ezra para haberse llevado semejantes reconocimientos? En primer lugar están las canciones, piezas contagiosas que toman tanto del punk, el folk o el pop para dar cuerpo a letras donde confluyen momentos de sinceridad cotidiana ("Vi a tu papá en la cola del supermercado/ algo me decía que me quedara quieto y no hablara/ pero al final le dije 'Hola, ¿cómo le va?'/ Porque, al carajo,/ ni siquiera sabe quién soy") con otros de humor y lucidez surrealista: "Dios es una mujer de mediana edad/ que piensa en casarse por segunda vez/ con un tipo que acaba de conocer/ Pero bueno/ Dios es muy tímida/ y no le gusta confrontar/ Ojalá pudiera escucharme/ para aliviarle su problemas", cantaba en su primer disco, grabado en 2007 con apenas 21 años de edad. Y más allá de sus canciones está su encanto, un equilibrio explosivo de timidez y extroversión incendiaria que en conjunto con su música (y su voz al límite de un ataque de nervios) producen un efecto hipnótico. Una buena manera de conocerlo es a partir de la canción "Love You So Bad", una gema de esas para escuchar de manera repetida una y otra vez con un video donde apenas se ve una mesa con objetos personales (flores secas, avioncitos de papel, un disco de Black Sabbath, una revista de cómics) que terminan envueltos en llamas mientras se escucha a Ezra cantando sobre una instrumentación in crescendo: "Sabés que te amo tan mal/ como los chicos al fondo del aula/ arrancando páginas del libro de himnos/ creciendo para convertirse en criminales/ Te amo bebé, tan mal".

"12 Nudes", su último disco, revela a Ezra en su modo más punk con letras con una connotación política fuerte: "La mente se quiebra y la economía colapsa/ cuando el que más trabaja se lleva la recompensa más baja", canta al comienzo de "Trauma". Pero nada de esto es nuevo en él: en 2017, durante su presentación en el festival estadounidense Coachella, Ezra tuvo unas fuertes palabras contra el dueño del festival, un empresario liberal acusado de financiar grupos homófobos. Esa actitud confrontativa le cerró a Ezra la posibilidad de volver al festival en una época en que los ingresos de los músicos dependen casi exclusivamente de ese tipo de eventos. "Fue un momento incómodo", contó el cantante al teléfono en entrevista con Los Andes, "pero hay muchos momentos así de incómodos cuando se cruzan el arte y los negocios. Por un lado era un buen cheque y siempre está bueno recibirlo, pero justamente por eso me inquietaba la situación. ¿Qué se hace en esos casos, recibís la plata de ese tipo de empresarios o te plantás? Decidí hacer las dos cosas".


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-Recientemente publicaste una biografía acerca de Lou Reed, ¿qué te atrapó de él para hacerla?

- Sabía que era una contradicción viviente, alguien que podía grabar un disco accesible como “Coney Island Baby” y a continuación un disco de ruido hermético como “Metal Machine Music”. Todo el tiempo se mantenía fuera de balance, y me pareció interesante la manera en que eso aparecía en su vida personal. Así como fue gay y adicto a las drogas pesadas durante los ‘60, a comienzos de los ‘70 largó todo, se fue a vivir con los padres y volvió con su novia de la adolescencia. Esa dinámica de tensión entre vida normal y vida marginal fue muy fuerte en él, y de alguna manera me sentí identificado en esto de cómo llevás tu vida y cómo un montón de gente que te conoce piensa que deberías llevarla. Todo eso hizo que quisiera saber más sobre él.

- También compartís con él esa mezcla confusa entre atracción y rechazo por la fama, algo que se nota sobre todo en tus redes sociales…

- Sí, absolutamente. Pasa que mientras más seguidores tenés más chances hay de que alguien te diga cosas agresivas, y recibo mucho de eso. Es como si entre mis seguidores tuviera enemigos, y es difícil olvidar que están ahí. Mi primera reacción es siempre agradecer a todos de manera instintiva, decir que no merezco tanto aprecio. Porque de verdad siento que no lo merezco. Pero cuando ya agradeciste un millón de veces es como que también sentís ganas de decir que sí lo merecés. No sé, al final soy esas dos personas: el “gracias” y el “fuck you”.

- ¿Hay lugar para otro Bowie o Lou Reed en estos tiempos de consumos descartables?

- Depende de lo que quieras de Bowie o Lou Reed, pero mi respuesta es sí. ¿Por qué no? Es cierto que hay una diferencia grande con respecto al tiempo y el dinero que las compañías invertían en los artistas para permitirles desarrollarse, y el tipo de música que producen celebridades como Bowie ya no es el rock. Pero una buena canción sigue siendo una buena canción, y lo mismo un buen disco. En lo personal no busco desesperadamente convertirme en la nueva gran historia de las noticias ni ser parte importante de un movimiento. Me la paso componiendo, tengo un millón de canciones que no edité. Todo lo que quiero es poder seguir grabando discos y que las frustraciones vayan a parar a una canción, que podrá ser dulce o no: a veces mirás alrededor y todo lo que querés es hacer ruido y hacerlo fuerte.

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