Casi siempre andan en grupo. Cuando no están estudiando, se la pasan riendo. Sus lugares preferidos de reunión son los bares de la ciudad, y para pasear, la montaña o las bodegas. Muchos no hablan castellano. Y entre ellos, cada uno se hace entender en su idioma.
Son una comunidad aparte, pero no "automática", sino que se buscan y se encuentran. Y se integran perfectamente con los mendocinos.
Son los estudiantes intercambistas, que a su vez forman parte del universo de estudiantes extranjeros que viven y se preparan para el futuro en Mendoza.
Sólo a la Universidad Nacional de Cuyo llegan en intercambio 150 chicos extranjeros por semestre. Y entre todas las universidades privadas, debe haber otro tanto. Por su parte, los estudiantes extranjeros "regulares" rondan los 3.000 en la UNCuyo.
Sus historias se entrecruzan. Algunos se conocen aquí y se ponen de novios y se van a vivir al país de uno de ellos. Otros, terminan formando una familia aquí. Todos se ven felices. Para ellos, el mundo es un gran lugar para hacer amigos.
Para Annika, una joven alemana que ya ha venido a Mendoza cuatro veces después de una primera experiencia de intercambio en San Luis en 2011, el lema del intercambio estudiantil podría ser "El mundo entre amigos" (en alemán, "Die Welt zu Gast bei Freunden"). Cuenta que fue la frase del Mundial de Fútbol 2006, y que ella la adoptó.
“No importa a dónde vayas, siempre encontrás a alguien que te recibe como amigo”, dice. Al llegar en su último viaje, no sólo la esperaban sus ex compañeras puntanas, sino también su novio argentino y la familia huésped con la que vivió un año.
Nadja, otra chica alemana, quiere aprender todo sobre la cultura argentina. Ya está yendo a clases de tango para llevarse “un recuerdo especial de este país”, confiesa.
En la universidad eligió dos cursos que demuestran su interés: Comunicación Estratégica y Literatura Argentina. Viene de estudiar periodismo en Leipzig y pronto empezará su maestría.
Aquí disfruta mucho el tiempo libre y lee libros de nuestros clásicos, como “Los Reyes”, de Julio Cortázar. Comparte una casa con compañeros de todo el mundo.
Cuenta: "Cocinamos y compartimos la mejor comida de todo el mundo, como crepes de Francia, tacos de México y pan de Alemania".
Jan, otro joven germano, participa en un programa especial de intercambio, denominado "IDEAR", que ofrece una beca para 6 estudiantes (3 alemanes de la Universidad de Tecnología de Dresden y 3 argentinos de la UNCuyo). Jan está feliz de lo que le tocó vivir en Mendoza.
Le gustan los paisajes andinos, en especial el Parque Aconcagua, donde suele ir a hacer trekking. Cada día, practica para mejorar su castellano, por tal vez algún día se venga a vivir a América Latina con su novia peruana.
Los jóvenes alemanes y sus amigos argentinos se reúnen en el “Stammtisch”, un ámbito para intercambiar amistad y conversación.
Lisa Kellner, con sus 15 años, vive una experiencia distinta al resto, porque no está en la universidad sino en una secundaria, y comparte sus días con una familia huésped. Ya lleva 9 meses en Argentina.
Los nervios de los primeros tiempos ya pasaron y hoy está “canchera” junto a sus nuevos amigos y el grupo familiar que la contiene.
Está fascinada por el “talento” que nos ve a los argentinos para bailar. ¿Qué extraña más? “Cuando me da nostalgia, mis padres y mi hermana de intercambio me saben consolar, pero a veces extraño el mar de mi país... Acá me siente como en el desierto”. Ya planea volver a Mendoza para cuando su “hermana” mendocina cumpla 18. Y tal vez se quede a estudiar en la universidad.
