Éxtasis en Gimnasia

En su primera vez ante su ex club, Nicolás Arce convirtió los dos goles del primer triunfo del Lobo en el torneo. El “10”, que fue aplaudido e insultado por igual, no celebró las conquistas. Un crack.

Éxtasis en Gimnasia

El 10 es diferente, por sus rulos y por lo que es capaz de hacer cuando tiene la pelota en sus pies. “Juega a un fútbol ya casi no existe, que parece olvidado.

Y por eso vale tanto la pena verlo jugar. Nos devuelve la memoria”, confió alguna vez el colega Gonzalo Ruiz. Aquella vez hablaba de Nicolás Arce, quien ayer volvió a jugar en cancha de Gutiérrez, esta vez con la camiseta de Gimnasia y, como tantas otras tardes, la rompió. Dos goles -el segundo para un cuadrito-, y la sabiduría de siempre para jugar el balón al compañero mejor ubicado.

Nada es casualidad en la vida de este morocho de rulos que asombra cada vez que toma contacto con el balón. Pocos lo saben, pero el volante lloró cuando convirtió el segundo gol, a los 44’ del complemento. Y volvió a repetir esas lágrimas cuando enfrentó los micrófonos de la prensa y algunos ¿hinchas? lo insultaron.

Se fue a mitad de año al Parque, en medio de una polémica instalada sobre la existencia (o no) de un contrato que lo ligara a Gutiérrez. Y mientras en las redes sociales llovían toda clase de insultos, el eligió el silencio como respuesta. “Siempre estaré agradecido al club”, confesó en más de una ocasión, sobre el ‘Cele’.

Arrancó sufriendo la tarde  porque Barrera abrió el marcador para el local. No se había consumido el primer minuto inicial, el Lobo recibía su primer gol en el torneo y Viola le decía adiós a su valla invicta (fueron 180’). Fue el peor momento para el “10” y su equipo.

Si el equipo ‘mensana’ no logró mayor peso en ofensiva, se debió en parte a que el “Bocha” estuvo controlado por la doble marca que propuso el local (Valenti y Sánchez fueron sobre él). Pese a ello, el ‘Lobo’ casi empata en una acción donde Curbelo no pudo empujar porque Martínez Gullota controló debajo del arco.

Lo mejor llegó desde los 17’’ del complemento, cuando el volante anotó el empate tras una desatención defensiva del rival y ni siquiera lo festejó. Sin embargo, llovieron insultos desde la platea y marcaron un claro contraste con la popular Norte, donde los hinchas locales lo elogiaron toda la tarde.

Y el partido se hizo de ida y vuelta, con más velocidad que paciencia y con mayores imprecisiones a la hora de atacar. Gutiérrez terminaba mejor la etapa porque había provocado el retroceso del ‘Mensana’, más por ímpetu y ganas que por fútbol, pero en una mala salida desde el fondo, el ‘10’ robó el balón, tocó para Oga y el rebote fue de nuevo a sus pies, desde donde salió un misil que se clavó en el ángulo y desató el festejo en el Parque.

Y se le empañó la mirada, porque las sensaciones no podían ser tan diferentes, porque hubiera preferido que otro hiciera los goles esta vez, porque el fútbol le estaba regalando otra gran jornada y él no podía disfrutarla.   Y se fue con la mirada clavada en el suelo, entre afectos e insultos, protegidos por sus compañeros y dejando una una certeza: el potrero vive en sus pies.

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