Se expropiará la vivienda del odontólogo Barreda

En 1992, el hombre mató a sus dos hijas, su esposa y su suegra. Ahora en la casa se asistirá a víctimas de violencia de género.

Se expropiará la vivienda del odontólogo Barreda
Se expropiará la vivienda del odontólogo Barreda

Esta semana la Cámara de Senadores bonaerense podría convertir en ley la expropiación de la casa de la ciudad de La Plata donde el odontólogo Ricardo Barreda mató a sus dos hijas, su esposa y su suegra, a 20 años del cuádruple homicidio.

La expropiación se realizará este jueves 15 , en coincidencia con el vigésimo aniversario del hecho cometido en la vivienda -de dos plantas- ubicada en la calle 48, entre 11 y 12, de la ciudad de las diagonales y que se encuentra abandonada desde el día del múltiple crimen.

El coordinador de la ONG "María Pueblo" -dedicada a asistir a víctimas de la violencia de género- e impulsor de la iniciativa, Darío Witt, explicó que la idea es transformar la casona, que definió como "símbolo de horror, muerte, olvido y abandono, en un lugar que sea símbolo de vida, de amor, de lucha contra el machismo y la violencia de género".

Witt, en declaraciones radiales, señaló: "Va a ser la primera vez en el mundo en que se produzca la expropiación de la casa en donde ocurrió un múltiple femicidio para transformarlo en un lugar para luchar contra el machismo y la violencia de género".

"Abrigo la esperanza de que la casa de Barreda sea a partir de ahora escenario de debates para promover el cambio cultural que necesitamos para terminar con el machismo y la violencia de género", destacó Witt.

El proyecto, que fue impulsado por el legislador Gabriel Bruera (FVF), ya cuenta con despacho positivo de la comisión de Tierras de la Cámara de Diputados bonaerense. La iniciativa prevé que el gobierno bonaerense asuma la expropiación del inmueble y que sea el municipio de La Plata el que sostenga económicamente al centro María Pueblo.

Hace 20 años

El 15 de noviembre de 1992, Barreda, con una escopeta marca Víctor Sarasqueta, mató a su esposa, Gladys Mc Donald (de 57 años), a su suegra Elena Arreche (86) y a sus dos hijas Cecilia (26) y Adriana (24), quienes eran odontóloga y abogada, respectivamente.

Según contó el mismo propio odontólogo, esa mañana se despertó y le dijo a su mujer que iba a limpiar las telarañas del techo. Ella le respondió, despectivamente: "Andá a limpiar, que los trabajos de conchita son los que mejor hacés". La mala relación ya llevaba un tiempo y Barreda suele referirse a "los oprobios y humillaciones" que habría sufrido.

Decidió podar la parra, y al ir a buscar un casco encontró la escopeta Víctor Sarasqueta que su suegra le había traído de Europa. Tomó el arma, la cargó y se llevó cartuchos adicionales en los bolsillos.

En la cocina de la casa se encontraban su mujer y su hija menor, Adriana. Primero mató a Gladys y luego a Adriana. Por las escaleras bajaba su suegra, a la que le disparó, y por último mató a su hija Cecilia, quien bajaba detrás de su abuela.

Luego de esto recogió los cartuchos y los guardó en el baúl del auto. Con la intención de hacer pasar esto como un robo, Barreda desacomodó los muebles y tiró papeles. Al mediodía tomó su auto y se deshizo de los cartuchos (arrojándolos en una boca de tormenta) y de la escopeta (que tiró en un canal en un lugar cercano a Punta Lara). Se sintió tranquilo y se fue al zoológico, luego al cementerio y más tarde a un hotel alojamiento con su amante.

Al regresar a medianoche a su casa, llamó a un servicio de ambulancias. Cuando llegó la policía se mostró tranquilo y contó la historia del robo.

Al ser trasladado al destacamento policial, el comisario Ángel Petti le dio un ejemplar del Código Penal abierto en la página que contenía el artículo 34, que establece la inimputabilidad de aquellos que no entienden lo que hacen, por locura u otra causa.

Barreda al parecer se sintió seguro con este dato, y poco tiempo después le confesó todo al comisario.

Tres años más tarde fue condenado a prisión perpetua. A principios de 2008 le concedieron el beneficio del arresto domiciliario, por su buena conducta y por ser mayor de 70 años, pero la medida fue revocada luego que la violara con la excusa de tener que ir a una farmacia.

Desde marzo del año pasado pasó de la prisión domiciliaria a libertad condicional, oportunidad en que se radicó en el barrio porteño de Belgrano, con su pareja.

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