Desde el 7 al 10 de marzo se realizó la 11ª Expoagro, la exposición agroindustrial más importante de Argentina y una las más importantes del mundo, organizada por Exponenciar SA, sociedad formada por Clarín y La Nación, que hace más de una década fusionaron dos grandes exposiciones que se realizaban por separado.
Una característica esencial es que se trata de una muestra dinámica, donde los cultivos se muestran “en vivo” desde la siembra hasta la cosecha. Máquinas y equipos se muestran en acción, al igual que todas las actividades vinculadas al agro, desde los medios de transporte a servicios financieros. Por cierto no faltan los grandes stands de equipos nacionales e importados. Este año, además, se sumaron muestras de ganadería bovina y porcina. Según los especialistas la Expoagro 2017 ha sido la más grande en la historia de nuestro país.
Hasta el año pasado la exposición se realizaba sobre campos alquilados, en la denominada zona núcleo que va desde el Norte de Buenos Aires hasta el Este de Córdoba. Los organizadores compraron el año pasado un campo de 150 has cercano a San Nicolás, para poder dotarlo de mayores comodidades fijas para expositores y visitantes. En este sitio se prevé realizar las exposiciones de los próximos años.
A pesar de que la muestra debió cerrarse un día por fuertes tormentas, fue visitada por más de 150.000 personas. No se trata de “curiosos” ociosos sino de lo más granado de productores, profesionales, empresas contratistas. El éxito de la muestra de este año está estrechamente relacionado con la nueva política económica para el sector, introducida por el gobierno de Cambiemos, que va desde la eliminación de retenciones para las exportaciones, reducción en el caso de la soja, eliminación de regulaciones que impedían exportar, garantía de los derechos de propiedad y especialmente haber terminado la constante agresión que practicaba el gobierno anterior. Vale recordar que no sólo los presidentes y ministros del gobierno anterior no visitaron nunca la muestra, sino que prohibieron a los organismos oficiales como el INTA o el Banco Nación participar en ellas.
Este año ocurrió todo lo contrario, incluida la vista del Presidente de la Nación, quien elogió la creatividad del campo como motor que moverá al país. Es que a pesar del castigo que algunos gobiernos impusieron al sector agropecuario, en las últimas tres décadas ha realizado lo que con acierto el Ing. Héctor Huergo, uno de los mayores conocedores del sector, ha llamado la “Segunda Revolución de las Pampas” (la primera, en la segunda mitad del s XIX). Dice Huergo que se trata de “una fenomenal epopeya en la que se gestó una agricultura de enorme eficiencia e insuperable huella ambiental”. Se trata en resumen de la aplicación del conocimiento científico a todas las etapas y procesos: la denominada siembra directa, en la que la Argentina está a la cabeza del mundo.
Pero esa segunda revolución de las pampas no hubiera sido posible sin un extraordinario cambio en la organización de los procesos productivos agropecuarios, con la aparición del contratista de siembra y cosecha. Empresas con una importante dotación de capital en maquinarias y equipos que cultivan sobre tierras arrendadas. Hoy casi no es importante quién el propietario sino el hacer producir a la tierra. Las modalidades de arriendo son diversas, pero una característica muy importante es que permitió poner en producción campos chicos, cuyos propietarios no están en condiciones de comprar la maquinaria necesaria.
Finalmente, un hecho no menor ha sido la feroz competencia de los bancos para otorgar financiamiento para la compra de maquinaria y equipos. Crédito en dólares a tres años a tasa cero, en pesos a 12% a siete y diez. “No tenemos límite para prestar”, dijo el presidente del Banco Nación.