El año 1993 fue especial para el cine argentino: por el éxito, pero también por la tragedia. Después de años de mediocridad, el 13 de mayo marcó el regreso a las salas de una película de Leonardo Favio. Con Gatica, el Mono, el realizador mendocino no hacía más que confirmar su gran calidad como cineasta, al tomar la historia del célebre boxeador para trazar un drama en el que esa vida servía para contar la de la decadencia que arribó –así lo planteó Favio– con la caída del peronismo en 1955, a manos de la llamada Revolución Libertadora.
Ese film, notable desde lo artístico y también popular en las salas, ofreció además un papel perfecto para Edgardo Nieva, hasta entonces desconocido actor, que se entregó a pleno para conseguir una gran actuación. Sin embargo, el que se llevó gran parte de los elogios no fue sólo él, sino su coprotagonista, el rubio Horacio Taicher, quien interpretó al Ruso, amigo del boxeador, y se ganó también los aplausos y la admiración.
Taicher, a diferencia de Nieva, no era un desconocido. Si bien no había tenido roles de peso, ya su rostro era familiar por haber participado en publicidades, telenovelas, telecomedias como Mesa de noticias y en la película Los colimbas al ataque, con Olmedo y Porcel.
En Gatica, el Mono era difícil conseguir una actuación equiparable con la que se lleva todas las miradas y la mayor cantidad de metraje, pero con su personaje balbuceante, comprensivo y fiel como un perro faldero, Taicher construyó a un Ruso Palenique querible e inolvidable.
Pero a pesar de que ciertamente un nuevo mundo se abría ahora ante sus pies, Taicher (nacido en Buenos Aires en 1955, bajo el nombre de Horacio Sirochinsky) no pudo disfrutar más que unas semanas de la gloria.
Por ese entonces, el actor no sólo llevaba adelante su facetal interpretativa, sino que había montado una empresa de entretenimientos. El sábado 9 de octubre, se celebró una boda en el conocido Hotel Bauen del centro de Buenos Aires, y todo el sonido y las luces de la fiesta estuvieron a cargo de Horacio Taicher. Además, se encargó él de la animación. "¿No es ese el Ruso de 'Gatica'?", preguntó más de uno al ver su rostro en medio del evento.
Cuando la celebración terminaba, ya bien avanzada la madrugada del domingo 10 de octubre de 1993, Taicher decidió que era tiempo de ofrecer las últimas palabras, despedir a los novios para que disfrutaran de su noche de bodas e invitar a los numerosos invitados que bailaban y lo escuchaban. Sin embargo, no pudo hacerlo. La fatalidad sobrevino: cuando Taicher tocó el micrófono para hablar, una descomunal descarga eléctrica lo hizo proferir un grito desgarrador y cayó al suelo.
Un desperfecto en el sistema había enviado voltios por el cable y al tocar el micrófono, Taicher recibió toda esa energía. Nada pudo hacerse: allí mismo, y frente a cientos de personas, el actor que había sido capaz de eclipsar al propio Gatica, acababa su carrera de la manera más trágica.