La oposición venezolana retomó ayer las calles para exigir ante la sede del órgano electoral en Caracas un adelanto de elecciones como vía para sacar al presidente Nicolás Maduro del poder y resolver la grave crisis política y económica del país.
Con escudos antimotines, efectivos de la policía civil y militarizada custodiaban las oficinas del Consejo Nacional Electoral (CNE) en distintas ciudades, sobre todo en la capital, donde los opositores pretendían llegar.
“Cierran estaciones Metro, bloquean accesos a Caracas (...) Qué miedo tiene Maduro a las elecciones”, señaló el ex candidato presidencial Henrique Capriles, quien se aprestaba a encabezar una de las cuatro marchas que saldrían de distintos puntos de Caracas hacia el CNE.
En tanto chavistas vestidos de rojo -color del gobernante partido socialista- se concentraban en el centro de la capital en “defensa de la revolución” y para trasladar al Panteón Nacional los restos del dirigente Fabricio Ojeda, considerado por el oficialismo un mártir, asesinado en 1966 por “la oligarquía”.
En el centro y en el este -donde se concentraron los opositores previo a la marcha- fueron cerradas unas seis estaciones de metro, lo que afectó a muchos para ir a sus centros de trabajo.
Como ha ocurrido con varios corresponsales extranjeros que llegaron a Venezuela a cubrir manifestaciones opositoras, un periodista español de la cadena alemana Deutsche Welle (DW) fue deportado el fin de semana.
La tensión entre el gobierno y la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) volvió a subir en las últimas semanas. Media docena de opositores, entre ellos un diputado suplente, fueron detenidos por el recién creado “comando antigolpe”, que encabeza el vicepresidente Tareck El Aissami, un chavista radical.
¡Elecciones ya!
Las marchas en contra y a favor de Maduro se celebraron en una fecha simbólica, pues el 23 de enero se conmemora la caída de la dictadura militar de Marcos Pérez Jiménez.
Esta es la primera marcha que organiza la MUD, después de que el CNE suspendió en octubre pasado el proceso de referendo revocatorio contra Maduro y la oposición inició un diálogo con el gobierno, bajo auspicio del Vaticano y la Unasur, lo que desactivó las protestas.
“Vine porque quiero que se hagan elecciones, es la mejor forma de salir del gobierno que nos tiene tan mal”, dijo a la AFP Dora Valero, una enfermera jubilada de 63 años, que en una concentración del este capitalino llevaba en el pecho un cartel que decía: “Elecciones ya”.
Según encuestas privadas, ocho de cada 10 venezolanos reprueban al gobierno, cansados de la severa escasez de alimentos y medicinas, y una inflación que el FMI cifró en 475% el año pasado y proyecta en 1.660% para 2017.
Pero el mandatario atribuyó la crisis al desplome de los precios del petróleo -fuente del 96% de divisas- y prometió que 2017 será un año de “recuperación”. Para ello, en parte, el domingo cambió al presidente del Banco Central.
Un respiro al diálogo
El pasado 9 de enero, la mayoría opositora en el Parlamento declaró en “abandono de cargo” a Maduro, responsabilizándolo de la crisis, y exigió adelantar las elecciones presidenciales previstas para fines de 2018.
El oficialismo acusa a la MUD de intentar con ello dar un golpe de Estado y descartó un adelanto de comicios presidenciales, pues asegura que sólo están previstos los de gobernadores y alcaldes, aunque el CNE no los ha convocado.
Dividida sobre el diálogo y la estrategia para sacar a Maduro -que concluye su mandado en enero de 2019-, los opositores congelaron el 6 de diciembre el diálogo, afirmando que el gobierno faltó a acuerdos.
Ambos bandos se acusan de incumplir la palabra empeñada al papa Francisco. Delegados del Vaticano y Unasur propusieron el fin de semana un mecanismo para verificar el cumplimiento de los acuerdos, en sus gestiones para descongelar el proceso.
La oposición respondió que estudiará la propuesta, pero asegura que insistirá en su reclamo de elecciones.