Rainer Schuettler no fue una estrella del tenis pero sí un obrero de la raqueta con el talento de la tenacidad en la era pre Federer y Nadal, lo que le alcanzó para bastante: número 5 del ranking ATP en 2004, medallista olímpico y el último hombre alemán en llegar a una final de Grand Slam, hace ya 16 años en Australia.
Lo último que se sabe del ex deportista es que en enero de este año la jugadora top Angelique Kerber lo contrató como entrenador y seis meses después tuiteó que la relación había terminado.
Lo que nadie sabe es que mientras la vida de Schuettler, de 43 años, corre más o menos plácidamente en los pasillos del gran tenis mundial, en Argentina su nombre tiene un camino paralelo y lejos del deporte: impreso en expedientes que van y vienen por los tribunales penales y comerciales porteños.
Informa Infobae que Schuettler quedó bajo sospecha en una estafa millonaria por la construcción de un edificio de viviendas que involucra a unas 30 familias engañadas y un ingeniero -también alemán- que huyó sigilosamente del país con al menos un par de millones de dólares que no eran para él sino para terminar la obra.
Holger Friedrich, el principal acusado, figura como socio minoritario de la empresa de Schuettler (5% para uno, 95% para otro) Rennaisaince Real Estate S.A., que desarrolló el proyecto inmobiliario; un edificio en la calle José Hernández al 1400, en una cotizada zona del barrio porteño de Belgrano, con departamentos de 1 y 2 ambientes y cocheras.
La empresa del tenista, "con una larga trayectoria en la ciudad de Buenos Aires", según figuraba en un aviso clasificado con texto y foto a página entera de un diario nacional en 2014, era gerenciada por Holger, quien estuvo al frente de la tarea de levantar los ocho pisos en este barrio elegante de la Ciudad de Buenos Aires.
Schuettler y Friedrich eran amigos de la infancia. El ingeniero le sugirió al tenista invertir dinero en proyectos inmobiliarios en Argentina y el deportista aceptó. Hicieron un primer edificio con éxito y para el segundo, el de Belgrano, el ex top ten puso un capital de 3 millones de dólares.
Entre 2012 y horas antes de huir del país, seis años más tarde, Friedrich y la inmobiliaria Toribio Achaval vendieron los departamentos de 1 y 2 ambientes. La fecha de entrega pasó por diferentes estimaciones: primero fue 2015 y finalmente 2017. Nunca ocurrió.
Holger era un tipo simpático para los interesados en invertir en su proyecto. Amable, casado con una abogada argentina, se hizo amigo de varios futuros propietarios y se ganó la confianza de sus víctimas.
Entre los compradores y ahora estafados hay de todo: inversores que se quedaron con hasta siete departamentos, trabajadores que ahorraron toda la vida para tener su primer techo, familias que invirtieron en un monoambiente para el futuro de sus hijos, compradores que pusieron dinero sin declarar y ahora son presa de la desesperación. Una historia diferente detrás de cada puerta de cada hogar.
La malicia del estafador no fue solo escapar con el dinero y el edificio inacabado. Como esas películas con dos finales, cuando se creía que lo peor ya se conocía, algunos de los estafados supieron cuando lo fueron a buscar a Holger que no estaban solos.
El ingeniero alemán había sobrevendido los departamentos y por cada vivienda había firmado más de un boleto de compraventa.
Cuando Holger se sintió más presionado, llegó a ofrecerles a algunos de los damnificados pagarles una compensación mensual por los alquileres que no lograban cobrar por no estar terminada la obra. Así fue ganando tiempo, pero los demás compradores iban presionando.
Hasta que un día uno de los propietarios fue a buscar a Friedrich a un country donde vivía junto a su esposa argentina y a sus hijos. El alemán se había ido del país.
Las escenas de película se desataron cuando desde la inmobiliaria reunieron a todos los compradores para explicarles que Holger ya no estaba en los pagos y en ese encuentro descubrieron la sobreventa de casi todos los departamentos. Algunos tenían (tienen) hasta tres compradores.
Consumada la estafa, desde Toribio Achaval ofrecieron su equipo de abogados para iniciar la demanda contra la empresa constructora de los alemanes y devolverles la comisión a cambio de que no inciaran demanda contra ellos. Excepto un damnificado, todos aceptaron.
Fuentes de la inmobiliaria le explicaron a Infobae que la defraudación los sorprendió porque ya habían comercializado dos emprendimientos de Schuettler y Friedrich.
"La inmobiliaria se siente absolutamente estafada por Holger. Y creemos que Schuettler es responsable directo. No en la estafa porque probablemente no sabía, pero teniendo más del 90% de la participación en esta sociedad tenía que estar enterado de qué pasaba", remarcan en Toribio Achaval. Sin embargo, aclaran que el tenista "nunca se preocupó absolutamente por nada, no dio la cara ni dio solución".
"En esto hay una responsabilidad penal diferente de la civil. Creemos que Schuettler como integrante de esta sociedad no tuvo ningún control, no aprobó balances, no tuvo miramientos de qué pasaba con la sociedad que era suya. Tenía un socio, que era el gerente, y también la esposa de éste, y él nunca se preocupó sobre lo que pasaba con el dinero que la gente ponía en su empresa", agregan fuentes de la inmobiliaria.
La dinamita que dejó el ingeniero alemán explotó y generó además una guerra interna entre los compradores simultáneos. Como el edificio estaba avanzado, los damnificados decidieron formar una especie de consorcio y habitar el edificio.
Pero hubo quienes se adelantaron, por lo que para algunos los ocupantes son "usurpadores" de sus propios departamentos. "Yo compré siete departamentos y tres los tengo tomados por gente que los compró después que yo. Lo que hizo el alemán es un desastre", comenta una propietaria que prefiere no revelar su identidad.
El caso es investigado por un tribunal comercial y uno penal. Rainer Schuettler se presentó como querellante contra su socio Friedrich. "Hicimos una denuncia por estafa, porque Rainer fue defraudado. El está desesperado porque invirtió 3 millones de dólares y no tiene dónde encontrarlo a Holger. Estamos buscando las cuentas. Le pedimos a la jueza que ordene la captura internacional", comentó Francisco Castex, apoderado del tenista y querellante en las causas.
En el expediente las demandas presentadas marcan montos de 60 millones de pesos y 1,5 millón de dólares pero hubo muchos compradores que no quisieron declarar en la Justicia cuánto habían pagado, por lo que las cifras son bastante mayores.
Fuente: Infobae