Ex submarinista: "No me despego del tele, pueden pasar muchas cosas en navegación"

Un tripulante retirado se explaya sobre la vida en la nave, los riesgos y recaudos en las profundidades. Expectativa por el ARA San Juan.

Ex submarinista: "No me despego del tele, pueden pasar muchas cosas en navegación"
Ex submarinista: "No me despego del tele, pueden pasar muchas cosas en navegación"

Mario Urroz (83) es submarinista retirado. Durante 23 años integró distintas tripulaciones nacionales y, si bien ya lleva más tiempo en el retiro de lo que pasó en las profundidades, esos años le dieron sus mejores momentos; así como también las grandes enseñanzas y valores que adaptó en su vida. Incluso, llegó a ser Chief of the Boat (o Jefe de bote), un ayudante directo del segundo comandante en un submarino.

"Después de mi familia, es lo más lindo que me dio la vida", confiesa el hombre nacido en San Cayetano (provincia de Buenos Aires) y radicado en Mar del Plata desde que se inició en la Escuela de submarinos.

Los últimos días no han sido fáciles para Mario, y -al igual que a todo el país- el destino de los 44 tripulantes del ARA San Juan lo mantiene en vilo.

"No me he despegado del televisor, siempre a la espera de encontrarme con la noticia de que el submarino volvió a la superficie con toda la tripulación bien", resume a desde Mar del Plata. "Con el San Juan son todas suposiciones hasta el momento, y se está manejando y hablando con mucha cautela, ya que las posibilidades de lo que pueda haber pasado son muchísimas".

Hace minutos se conoció un nuevo parte de la Armada donde se explicó que aún no hay rastros del submarino que desvela a todo un país -y más- desde hace 7 días.

"Cuando uno sale en navegación, muchas veces no sabe cuando va a volver a su hogar. Generalmente el sobre del comandante donde figura el destino o la misión recién se abre cuando ya se ha partido. Por eso es que también hay ocasiones en las que hay muy poca información. Pero así es el procedimiento", sigue el hombre que tuvo a su cargo el traslado al país de varios submarinos y que -aún ya retirado- ha tenido el orgullo de haber conocido (ya sea como tripulante o de visita) todas las naves que estuvieron y están en aguas argentinas.

"Si el submarino se mantiene a 17 metros de profundidad, permanentemente se va renovando el aire por medio del snorkel, que va tomando de la superficie. Y funciona impulsado por un motor diesel. Cuando se sumerge más, se activan las baterías y la renovación del aire se hace por medio de un procedimiento que filtra el aire, atrapa el anhídrido carbónico que exhalan los tripulantes y absorbe el oxígeno puro. Incluso, cuando disminuye lo que puede ser ideal, se adosa el oxígeno medicinal que se lleva", indicó Urroz sobre un detalle fundamental en el caso del ARA San Juan: el oxígeno del que disponen los 44 tripulantes.

"Generalmente cuando hay una situación en la que se advierte que el submarino no va a poder ascender durante mucho tiempo -y no se va a poder activar el snorkel-, lo que se hace es dejar en reposo a toda la tripulación. De esta manera no hay movimiento excesivo, se consume poco oxígeno. Y sumado al procedimiento de renovación de aire, pueden trascurrir al menos 10 días más sumergidos", acota el hombre.

Posibilidades

Todo lo que fue surgiendo desde entonces referido a la nave y sus 44 tripulantes son elucubraciones, y Urroz lo tiene bien en claro. Por eso es que prefiere no referirse específicamente a este caso, sino hablar de generalidades en las navegaciones.

"Cuando hay olas que tienen entre 6 y 8 metros, se torna imposible navegar con snorkel. Entonces se sumerge más y allí se activan las baterías. Al igual que ocurre con un auto, la duración de estas baterías va a depender siempre de la velocidad a la que se mueva el submarino", explica el experimentado navegante.

"Algo que se usa mucho es apoyar el submarino en el fondo, sobre todo cuando hay olas tan altas. Más teniendo en cuenta que estando así no gasta combustible, aunque sí gasta batería -ya que esta no se puede cargar-. Ésta es clave no sólo para la generación de oxígeno, sino también para el tema de luz y electricidad", sigue Urroz, quien destaca que hay dos posibilidades por las que un submarino puede estar posado en el fondo: porque arriba está complicada la situación o por una emergencia.

"Muchas veces la gente no sabe cómo operan todas estas cosas, y se dejan guiar por lo que ven en las películas. Pero eso de arreglar una filtración con una llave y un martillo es algo que solo pasa en esas películas. Es físicamente imposible", acota.

Experimentado

En 1953, Mario Urroz ingresó a la Armada. Dos años después se instaló en Mar del Plata, donde inició el curso en la Escuela de Submarinos. Como submarinista se desempeñó entre 1955 y 1978, y en esos años fueron más de 70 navegaciones las que integró.

"Para mantener la categoría, se contabilizan las horas de inmersión. Y por mes teníamos que hacer un mínimo de 30 horas. Claro que hubo algunos en los que tuve como 200 horas", rememora.

En 1928, el Gobierno nacional pidió que se fabricaran submarinos 0 kilómetro Tarantinos, que llegaron al país en 1933. Se trató de los Sol 1, Sol 2 y Sol 3.

"Cuando me recibí de submarinista tuve la suerte de ir en los primeros submarinos. En 1977, ya como Chief of the Boat, tuve a mi cargo el traslado del Santa Fe desde South Carolina (Estados Unidos)", recuerda. Y, a modo anecdótico, explica que todos los submarinos siempre han tenido nombres que empiezan con "S" -ya sean los Sol o los que adoptaron su nombre de provincias argentinas- porque es la primera letra de "submarino".

En la década del 60 también fue a buscar el Santiago del Estero a San Francisco y aquella excursión le dejó otra de esas "cosas lindas" que no olvidará jamás. "Volví con la hermana de mi madre, que estaba en Estados Unidos. Al regreso pude hacer el reencuentro de las dos hermanas en Mar del Plata. Hacía más de 60 años que no se veían, se habían separado de chiquitas en España", reconstruye.

En 1973, oficiando de encargado de máquinas y durante una prueba, fue protagonista de un accidente que podría haber tenido un desenlace peor.

“Uno de los buques que acompañaba se llevó por delante al submarino en el que iba yo y tuvimos una avería. Tuvimos que mandar la nave a una profundidad más baja. Podría haber sido una emergencia grave, pero afortunadamente no dejó accidentados”, reconstruye.

"Todos mis recuerdos están vinculados a los submarinos. Cuando uno sale en navegación, sabe que puede pasar cualquier cosa. Pero lo cierto es que nadie está exento de ello. Uno puede tener un accidente también viajando en un tren, o yendo al teatro. Los submarinistas nos hemos preparado para este trabajo. Y una de las tantas cosas que me dejó ha sido la camaradería. Hace días me siento muy mal", sintetiza.

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