Érase un planeta, hace tiempo, sin ti, sin mí, sin nadie.
Éranse un cielo y una tierra, sin habitantes, ni interrogantes.
Éramos energía, vagando sin cuerpo visible y sin destino.
Pasaron algunos millones de años, sin tí, sin mí, sin nadie.
Y todo el ambiente se modificó y las transformaciones fueron más y más intensas.
Se amplió el horizonte, se interconectó su engranaje y como una maquinaria empezó a funcionar.
La diversidad de la naturaleza me fagocitó en la aventura de vivir.
Hoy sigo boyando sin rumbo, reciclando existencias en este espectáculo sin tí y sin mí.