El ex presidente de Bolivia Evo Morales, que se había instalado en México tras su salida del poder en medio de una crisis política que se agravó con un golpe de Estado, llegó a la Argentina en medio de un operativo secreto con "asilo" político, aunque el gobierno nacional ya le está tramitando el estatus de "refugiado".
"Le he dado asilo para que entren al país, pero están firmando ahora el pedido de refugio, que es una condición diferente y la debe aprobar el Ministerio del Interior. La diferencia entre el asilo y el refugio es que este último está normado. En cambio, el asilo no tiene normas, no está reglamentado", indicó el canciller, Felipe Solá.
Además, Solá aclaró que el reglamento exige una serie de pautas: "Nosotros queremos de Evo Morales el compromiso de no hacer declaraciones políticas en la Argentina".
Sin embargo, cerca del mediodía, Morales utilizó su cuenta de Twitter y afirmó que seguirá "luchando por los más humildes".
Al llegar al país, Morales fue recibido por representantes de la comunidad boliviana en la Argentina, quienes le manifestaron su apoyo. Junto a él llegó la ex ministra Gabriela Montaño. Hoy arribarán su ex vicepresidente, Álvaro García Linera, y el ex canciller Diego Pary Rodríguez.
Según un comunicado oficial de cancillería, los asilados pasarán a tener el estatus definitivo de refugiado, trámite que se realiza estando en territorio argentino ante la Comisión Nacional para los Refugiados (Conare), dependiente del Ministerio del Interior.
Con la venia de EEUU
En el triángulo aéreo que recorrió Evo Morales para llegar a la Argentina entraron a jugar conversaciones directas entre Alberto Fernández, el gobierno del mexicano Andrés Manuel López Obrador, el del cubano Miguel Díaz Canel, y más importante aún el de Donald Trump.
Aunque la administración albertista busca que la cuestión se naturalice o pase desapercibida, el asilo territorial -que la Conare transformará en refugio- fue uno de los temas de conversación con el gobierno de los Estados Unidos. Ese diálogo tuvo lugar el miércoles en la Casa Rosada donde, "sin pedir autorización", ni "permisos" -aseguran-, el propio Fernández y su equipo le informaron al embajador Michael Kozak, secretario en funciones para el Hemisferio Occidental del Departamento de Estado, que Morales ya estaba en camino a Buenos Aires, según publicó el diario Clarín.
Aun así, ayer Kozak advirtió por Twitter. "Evo renunció porque sabía que el pueblo boliviano no aceptaría una elección fraudulenta, con serias irregularidades como 'alteraciones en las actas y falsificación de firmas' por parte de sus funcionarios electorales. Su versión puede cambiar, pero los hechos, no. No al fraude".
La crisis boliviana y la salida de Evo Morales del poder dividió aguas no sólo entre Mauricio Macri y Alberto Fernández, sino entre este último y los Estados Unidos. Mientras que Fernández calificó siempre lo ocurrido de Golpe de Estado, prometió desde la primera hora que le daría asilo en la Argentina y emitió críticas a Macri por considerar lo contrario -que no era golpe- y por no ofrecerle asilo desde el primer momento.
Fernández tuvo su contrapunto con Washington, donde cayeron mal sus críticas al gobierno de Donald Trump por el reconocimiento al gobierno provisional de Bolivia y el pedido de renuncia que hicieron los militares.