El presidente boliviano, Evo Morales, reivindicó el legado de Ernesto 'Che' Guevara en el cincuenta aniversario de su muerte e instó a continuar su lucha antiimperialista.
“La mejor manera de rendir homenaje al Che es continuar su lucha antiimperialista”, dijo el primer presidente aymara de Bolivia y uno de los pocos supervivientes de la izquierda latinoamericana en los albores del siglo.
Decenas de centenares de personas venidas de toda Bolivia y de numerosos países sudamericanos se congregaron ayer bajo un sol de plomo en este colofón de las conmemoraciones de los 50 años de la muerte del Che para relanzar “la lucha antiimperialista”.
En medio de proclamas contra el imperialismo, el capitalismo y el colonialismo, y los vivas a Cuba y a Venezuela, Morales aseguró que “nunca como hoy el Che es necesario y está más vivo y (su pensamiento) se proyecta con más fuerza hacia el futuro”.
Entre los numerosos invitados que rodearon a Morales, encargado de poner el cierre a cinco días de actividades políticas, culturales y gastronómicas en Vallegrande por este 50 aniversario, se encontraban el vicepresidente de Cuba, Ramiro Valdés, y los cuatro hijos del Che.
También acudieron a Vallegrande este fin de semana los exguerrilleros Harry Villegas Tamayo (alias “Pombo”), apoyado en un bastón, y Leonardo Tamayo Núñez (alias “Urbano”).
Criticado en casa por rendir homenaje a Ernesto Guevara y no al ejército boliviano que lo combatió, Morales señaló que “es necesario decir que no fue una invasión ya que de 50 guerrilleros, 26 eran hermanos bolivianos que luchaban junto al Che por la liberación de nuestro país”.
“No culpamos a nuestros soldados que cumplían órdenes, culpamos a los agentes de la CIA y a los generales que se subordinaron”, dijo Morales, que lleva 11 años en el poder y trata de volver a concurrir a las elecciones de 2019. El guerrillero argentino-cubano que libró una batalla de 11 meses en Bolivia con la intención de 'vietnamizar' el país y propagar la revolución al Cono Sur, fue apresado por el ejército boliviano el 8 de octubre de 1967 en la Quebrada del Yuro. Un día después, fue ejecutado por orden de la Paz en La Higuera, en una aldea cercana a Vallegrande, catapultándolo al altar de los mitos.
Durante treinta años se desconoció el paradero de los restos del Che y de seis compañeros que corrieron la misma suerte, recordó ayer el vicepresidente cubano, uno de los oradores que desfiló por la tribuna. Tras ser hallados en una fosa cerca de la lavandería de un hospital de Vallegrande, los restos de los guerrilleros yacen desde 1997 en la ciudad de Santa Clara, Cuba.
Sin embargo, Vallegrande trata de explotar turísticamente este pedazo de la historia latinoamericana erigiendo un mausoleo donde fueron hallados los restos del Che y seis de sus compañeros, un museo donde se exponen principalmente fotos del Che muerto, así como citas de su pensamiento y sus diarios manuscritos. Los organizadores repartían una copia de los mismos.
A ello se suma la lavandería donde fue limpiada la sangre que le originaron las balas del ejército que acabaron con su vida y el monumento a otros compañeros caídos, entre ellos la única guerrillera del grupo, Haydée Tamara Bunke Bider, alias “Tania”, de origen alemán.
Aparte de un puñado de nostálgicos que este fin de semana han vestido el uniforme verde oliva, lucido barbas y calzado gorras, lejos queda la idolatría que la juventud mundial sintió por el Che no hace tanto tiempo.
Leyenda urbana
La historia de algunas personas que estuvieron involucradas en la detención y posterior muerte del Che:
René Barrientos: A dos años del asesinato del Che el general René Barrientos, presidente de Bolivia y jefe de las Fuerzas Armadas en tiempos de la guerrilla, murió calcinado en un oscuro accidente de aviación. El 'general del pueblo', como gustaba que lo llamasen, ordenó supuestamente la ejecución de Guevara por instrucciones de la CIA estadounidense.
Joaquín Zenteno: En 1968 dos pistoleros asesinaron en una calle de París al general Joaquín Zenteno, comandante de la unidad 'Rangers' que capturó al Che. Y tres años más tarde el jefe de inteligencia Roberto Quintanilla fue abatido en su despacho del consulado en Hamburgo por la alemana Mónica Ertl, quien luchó junto al Che en la jungla boliviana.
San Ernesto de La Higuera: En la foto de su cadáver, su rostro impresiona: con los ojos y labios entreabiertos. Los lugareños "comenzaron a santificar al Che por este motivo, pues el 9 de octubre habían comprobado que sus ojos se encontraban cerrados y al día siguiente 100% abiertos, con una mirada serena y tranquila", escribió el médico y periodista Reginaldo Ustariz en su libro "El combate del Churo y el asesinato del Che". De esta manera, afirma Ustariz, quien estuvo en el teatro de operaciones en 1967, nació el mito de San Ernesto de La Higuera.