Evo gana, pero su mayoría legislativa está en duda

Es difícil que logre controlar dos tercios de las bancas del Congreso, lo que le permitiría concretar una reforma constitucional y facilitaría su reelección indefinida.

Evo gana, pero su mayoría legislativa está en duda
Evo gana, pero su mayoría legislativa está en duda

Juana Acarapi se abre paso a empujones para abrazar y tomarse una foto con Evo Morales entre una multitud que aclama al mandatario, pero sólo alcanza a estrecharle la mano.

Envuelto en mistura y guirnaldas, Morales da las dos manos a todos los que puede, asegurándose de que fotógrafos y camarógrafos capten las imágenes y responde con palabras que hacen sentir importantes a sus partidarios. “Hermana”, dice a las mujeres, “jefe” a los varones.

“Voy a votar por Evo. Hace obras y es de mi gente”, dice Acarapi, quien migró a una barriada de La Paz hace 20 años desde su aldea rural aymara en el altiplano.

El primer presidente indígena de Bolivia es tan popular que tiene la reelección asegurada en la primera ronda en la votación del 12 de octubre, con más del 50% de los votos según las encuestas, y se encamina a lograr un tercer mandato seguido, lo que convertirá en el mandatario que más tiempo ha gobernado esta nación con una larga historia de inestabilidad y golpes.

“Esta vez vamos a ganar en los nueve departamentos, vamos a dar un mazazo al imperio, al neoliberalismo, a los vendepatrias y los separatistas”, declaró el miércoles en el cierre de su campaña en La Paz.

“He visto concentraciones tan grandes en esta campaña que creo que podemos pasar nuestro récord de 64% (de 2009)”, había dicho en una última entrevista antes de los comicios.

El arrastre de Evo, no obstante, tiene un límite, y parece poco probable que logre su objetivo de controlar dos tercios de los escaños legislativos, lo que le permitiría sacar adelante una reforma electoral que facilitaría su reelección indefinida.

Las encuestas le dan una intención de voto de hasta el 59% ante una oposición dividida, que presenta cuatro candidatos. Su principal contrincante sería el empresario del cemento centroderechista Samuel Doria Medina, que aparece casi 40 puntos porcentuales por debajo, con el 18% de las preferencias, de acuerdo con una encuesta de Equipos Mori publicada el 3 de octubre con un margen de error de más o menos tres.

Morales está adelante en los nueve departamentos, incluido el de Santa Cruz, bastión de la oposición y donde sacaría el 50% de los votos en los comicios del domingo, en los que se elegirá al presidente, un vicepresidente y se renovará la totalidad de la Asamblea Legislativa.

Si gana sin lograr dos tercios de las bancas legislativas, ésta será su última gestión y la reforma constitucional deberá pasar por un referéndum.

La estabilidad económica y política que ha vivido Bolivia bajo su gestión, obras de gran impacto, derroche de propaganda y su retórica antiimperialista, son las bases de su popularidad, según analistas, que dicen que, en la práctica, Morales es menos radical que algunos de sus aliados, como la Venezuela de Hugo Chávez y Nicolás Maduro.

Buenos ingresos por materias primas (sobre todo gas y minerales) han traído una bonanza que Bolivia no ha vivido en décadas, a punto de que los ingresos por exportaciones se incrementaron nueve veces desde 2005.

Morales creó subsidios para los más pobres y emprendió obras importantes como la compra del primer satélite, aeropuertos, carreteras, teleféricos e inició la construcción de una planta de fertilizantes.

En promedio Bolivia creció 5% al año desde 2006, por encima de la media en América Latina (3,7%), según la CEPAL (Comisión Económica para América Latina), y acumuló las mayores reservas internacionales del mundo en proporción al tamaño de su economía.

Medio millón de personas salieron de la pobreza pero 20% de la población todavía vive bajo el umbral de la misma. Entre 2002 y 2011, el ingreso promedio del 40% más pobre creció tres veces más rápido que el ingreso medio, según el Banco Mundial.

El ministro de Economía, Luis Arce, atribuye el éxito a políticas “soberanas” sin injerencia del FMI, un rol más activo del Estado en la economía, “apropiación del excedente económico” y redistribución del ingreso.


No todas son rosas, sin embargo. 
A pesar de esos logros, Bolivia permanece como la nación más pobre de Sudamérica y varios indicadores sociales aún están por debajo de estándares regionales.

La economía es dependiente de las materias primas, que representaron el 82% del total exportado el primer semestre de 2014, y es vulnerable a la variación de precios.

El auge, por otro lado, también está alimentado por la economía coca-cocaína que mueve unos 2.300 millones de dólares al año, según estimaciones de expertos, aunque el gobierno afirma que sólo representa el 1,5% del PBI.

Además, se ha enemistado con ambientalistas y habitantes de los llanos orientales, incluidos indígenas de una selva por la que quiere construir una carretera.

El jefe del control del comercio de coca Luis Cutipa, muy cercano a Morales, fue destituido y acusado de desviar coca a los narcotraficantes el año pasado, pero la Justicia lo liberó sin esclarecer la acusación.

En Bolivia el cultivo de coca es legal pero más de la mitad se desvía a la cocaína, de acuerdo con informes internacionales.

Según el ranking de 2013 de Transparencia Internacional, una ONG inglesa, Bolivia está entre los países más corruptos de Sudamérica después de Venezuela y Paraguay y ocupa el penúltimo lugar en facilidades para hacer negocios, superando sólo a Venezuela, de acuerdo con Doing Business.

También está en últimos lugares en cuanto a inversiones extranjeras directas.

Los intentos de Morales por industrializar las materias avanzan mejor en hidrocarburos, pero en litio, cuyas reservas están entre las mayores del mundo, se estancaron por la negativa del mandatario a asociarse con trasnacionales.

Otro proyecto para transformar el hierro ha fracasado.

Su principal oferta electoral es la industrialización, servicios básicos para todos y acabar con la pobreza.

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