El conflicto docente en la provincia de Buenos Aires parece haber entrado en un callejón sin salida, en el que las partes, en lugar de ceder posiciones, redoblan la apuesta. Por un lado, porque la dirigencia sindical aparece inflexible en su posición y por el otro, porque la gobernadora María Eugenia Vidal, en su afán de aparecer inflexible, adopta actitudes insólitas, como la de otorgar un "premio" a los docentes que no hicieron paro, lo que va a generar una grieta difícil de superar entre los docentes de un mismo establecimiento educativo.
De allí que surja la necesidad de que el conflicto se mantenga encapsulado en la provincia de Buenos Aires y que no se amplíe al interior del país, a los efectos de que cada provincia alcance las soluciones que mejor se adapten a las circunstancias.
El problema entre los docentes y la provincia de Buenos Aires merece una consideración especial. Los funcionarios reconocen que los docentes perciben salarios que en algunos casos no superan el límite de la subsistencia, razón por la cual recurren a señalar que el incremento salarial es importante para quienes cumplen dos cargos, lo que, en los hechos, iría en detrimento de la calidad educativa.
Además, basados en un presupuesto acotado, decidieron otorgar -según su criterio- el máximo de las posibilidades de incremento.
Frente a ellos se encuentra un gremio enfrascado en una doble lucha: la defensa de sus afiliados, por un lado y la participación política -interna y partidaria- por el otro. Es aceptable el reclamo de un salario que permita cubrir las necesidades de una familia pero, del mismo modo, es criticable que ese objetivo se cumpla utilizando el máximo elemento de presión, el paro de actividades, en lugar de aceptar el diálogo para acercar posiciones. Es más, inmediatamente después de escuchar la oferta del Gobierno, los dirigentes sindicales salieron a anticipar que ratifican el paro, aun sin haber consultado a las bases, como debería haber correspondido. También debe advertirse que su principal dirigente, Roberto Baradel se encontraba, al momento de las decisiones, enfrascado en una contienda interna de su gremio a la vez que, por fuera del gremio, adhiere abiertamente a los sectores kirchneristas más abiertamente opositores a la gestión del Gobierno, como son los que encabezan Martín Sabatella y Luis D'Elía.
Esos planteos, sumados al hecho de que los profesores de la secundaria adhirieran a la medida de fuerza, perjudicó a cuatro millones de estudiantes. En ese marco, la gobernadora bonaerense, en lugar de calmar las aguas, pareció echar más leña al fuego. Es que Vidal, de acceder al planteo docente, necesita 8 mil millones de pesos más en un presupuesto duramente ajustado. Luego de criticar y de calificar de político al paro de actividades, anunció que otorgará un premio extra de 1.500 pesos a los docentes que no adhirieron a la medida.
Algunos analistas expresaron que no hizo más que copiar una medida adoptada por el gobernador mendocino Alfredo Cornejo, pero esa visión está lejos de la realidad porque el ítem "Aula", que aplicó el gobernador mendocino, está direccionado a evitar las inasistencias injustificadas de docentes y no para castigar o premiar en casos de paros de actividades.
Desde distintos sectores, especialmente sindicales, se está impulsando la nacionalización del conflicto docente pero, en vista de las posiciones irreversibles de las partes en la provincia de Buenos Aires, enfrascadas más en el plano político que en el sindical, surge la necesidad de que el problema quede encapsulado en ese distrito, evitando así involucrar al resto de las provincias que han iniciado las clases, como es el caso de Mendoza.