Eventos y aplicaciones

Eventos y aplicaciones

El uso de las palabras va consagrando acepciones que, muchas veces, contradicen su etimología y, otras tantas, la enriquecen.

Así ha sucedido con un término favorito en el lenguaje cotidiano y, sobre todo, en las comunicaciones periodísticas: el vocablo EVENTO. Esta palabra se relaciona con el verbo latino EVENIRE, uno de cuyos significados era "suceder" y, por lo tanto, "ocurrir, acaecer, acontecer". Se vincula, asimismo, con el sustantivo EVENTUS que se traduce al español como "suceso, acontecimiento, accidente, caso". También se vincula con EVENTUM y con su plural EVENTA, cuya traducción es "acontecimientos, sucesos, casualidades, accidentes".

Es por ello que el diccionario académico da, en la actualidad, una pluralidad de acepciones: en primer lugar, un evento se define como "acaecimiento", esto es, un hecho o cosa que sucede. En este sentido, es correcto, entonces, decir "Ese evento tendrá lugar el próximo martes". Consideramos lícita la formación -aunque no lo registre el diccionario- del término MEGAEVENTO, pues queda integrado con dos vocablos existentes en la lengua: el ya mencionado sustantivo, con el valor acotado, y el elemento compositivo "mega-?, con el significado de "grande".

Así, por ejemplo, un recital de grandes proporciones se puede denominar un "megaevento". Sin embargo, y ésta es la causa de confusión, hay una segunda acepción que es la que toman en cuenta los hablantes de mayor edad y que nos dice que el valor del cuestionado sustantivo es el de "eventualidad", o sea, "hecho imprevisto o que puede acaecer". Al insistirse en ese carácter de imprevisto o posible, es que no se aceptaría que un hecho programado pudiera denominarse "evento".

Si avanzamos en la lectura de la tercera acepción que dan las Academias, hallamos que en varios países de habla española, el nuestro inclusive, "evento" es el nombre otorgado a cualquier "suceso importante y programado, de índole social, académica, artística o deportiva". De este modo, un concierto, una colación, una exposición, una competencia entran en este concepto de "evento".

Decimos, pues, "La colación se llevó a cabo en ese salón; el evento fue magnífico" o "La exposición de ese artista plástico se ha postergado: el evento se hará la semana próxima, en el nuevo centro cultural". También, nos dice el diccionario que hay locuciones adverbiales: "a cualquier evento" o "a todo evento", en las que sí predomina ese carácter de posible, pues el valor significativo es "en previsión de todo lo que pueda suceder" y "sin reservas ni preocupaciones".

En la familia léxica de "evento", se halla el sustantivo "eventualidad", con el que se suele confundir; para él sí se destaca en su significado la cualidad de posible: "La eventualidad laboral es cada vez mayor". También vale como "suceso posible aunque no previsible, imprevisto": "No asistiré porque me ha surgido una eventualidad".

También el adjetivo "eventual" conserva ese valor de inestable o improvisado, pues su significado es "que no es fijo ni regular o que está sujeto a ciertas circunstancias". "Mi relación con esa persona fue eventual". En este sentido, se aplica al trabajador que presta sus servicios a una empresa en forma temporal, sin integrar la planta permanente.

En relación con el adjetivo, el diccionario consigna el adverbio "eventualmente", para el que también el habla ha reservado el valor de "incierta o casualmente": "Ya no me vinculo con él, salvo eventualmente por alguna actividad en común".

Aplicar, ¿qué? La influencia que el inglés ejerce en el habla es muy grande, hasta el punto de operarse en vocablos españoles un cambio en su significado porque, al tratarse de significantes coincidentes, se "calca" el valor significativo de un idioma a otro.

Ese fenómeno nos permite hablar, lingüísticamente, de "falsos amigos" y podemos ejemplificarlo con un término muy usado en el vocabulario académico: se trata del verbo "aplicar"; los alumnos que se postulan como candidatos a una beca para realizar estudios en el exterior suelen decir, con orgullo, "Apliqué para una beca en esa universidad estadounidense".

¿Cuál es el error? El verbo APLICAR y la forma pronominal APLICARSE, en español significan, como transitivos, "poner [una cosa] sobre otra", "emplear o poner en práctica [algo] con un fin determinado" y "referir o asignar [un nombre] a alguien o algo"': "El médico le aplicó un calmante"; "Debe aplicar su ingenio para resolver ese enigma"; "Se les aplicó la denominación de ?revolucionarios' porque se atrevían a disentir". Como intransitivo pronominal significa "poner el máximo esfuerzo e interés en realizar algo" y lleva un complemento introducido por A o, menos frecuentemente, EN: "Los investigadores se aplicaron a lograr un antídoto para las picaduras de esos insectos" y "Siempre agradeceré a mi madre, que se aplicó en conseguir, con su trabajo, un mayor bienestar para la familia".

Estos son los usos rectos de "aplicar". Pero NO debe emplearse con el sentido de "solicitar, especialmente por escrito, postularse", uso frecuente en el español americano por calco del inglés TO APPLY; no son correctas las formas "aplicar a un trabajo, aplicar a una beca".

Lo mismo cabe decir del uso de "aplicación" con el valor de "solicitud", calco censurable del inglés APPLICATION. Diremos, entonces, "Gabriela se postuló para una beca" o "Intentó postularse para ese trabajo, pero sus antecedentes no eran suficientes".

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