En 2018 el abogado y profesor académico Thomas Lundmark publicó la biografía más completa y mejor documentada sobre Eva Braun, la mujer de Adolf Hitler desde 1933 hasta la muerte de ambos, sucedida en abril de 1945. El especialista expone hechos que no figuran en otros estudios sobre Eva. Entre ellos los problemas del padre de Eva con el alcohol, el divorcio de sus padres, su negativa a ayudar a familiares o niños cercanos y su participación personal en pogromos antisemitas.
El libro trata especialmente la condición médica de la alemana. Haciendo hincapié en su depresión y el Síndrome de Mayer Rokitansky, enfermedad rara que padeció. Conocida como MRKH, perjudica el aparato reproductor, generando un subdesarrollo congénito de vagina y útero. Las mujeres afectadas carecen de útero y de los dos tercios superiores de la vagina. Situación que, en algunos casos, conlleva dificultades a la hora de mantener relaciones sexuales.
La condición de Eva, sumada a diversos testimonios arroja luz sobre la naturaleza real de su relación con Hitler. Por ejemplo, durante un viaje a Italia, la mujer reveló a su traductor -el diplomático nazi Eugen Dollmann- que no tenía intimidad física con Hitler.
Según las memorias de Dollmann, ella dijo además: "Misión, misión, misión es todo lo que él sabe... la misma idea de contacto físico significaría la contaminación de su misión (…) Muchas veces, viendo salir el sol juntos, me confesó que solo puede amar a Alemania".
Albert Speer, arquitecto en jefe de Hitler, dejó también sus memorias. Allí señala que en 1943 Eva Braun le confesó llorando: "El Führer me ha dicho que me busque a otro. ¡Pues reconoce que ya no es capaz de cumplir como un hombre!".
Más allá de lo físico, el líder nazi tampoco cumplió. Estos fragmentos del diaro de Braun en 1935, no dejan dudas:
"La verdad es que tengo grandes ideas sobre lo importante que es aferrarse a este día: si tuviera un perro, no me sentiría tan sola, pero supongo que es pedir demasiado (…) Sólo quiero una cosa. Me gustaría estar gravemente enferma, y no saber nada de él al menos durante una semana. ¿Por qué no me pasa algo?
¿Por qué tengo que pasar por todo esto? ¡Si nunca me hubiera fijado en él! Soy muy desdichada. Saldré y compraré más polvos para el sueño y entraré en un estado como de medio sueño, y luego no pensaré más en ello (…) Él solo me necesita para ciertos propósitos, de otra manera no es posible. Cuando dice que me quiere, sólo significa que me quiere en ese momento particular. Como sus promesas, que nunca cumple. ¿Por qué me atormenta de este modo, cuando podría acabar con ello de una vez?".
Lundmark considera que Eva Braun ofreció un escudo a Hitler contra las especulaciones sobre su vida personal. "Ella vivió literalmente para Hitler", dijo, "y la usó".