Eusebio Guíñez: la liebre del puente Radlet

El rivadaviense fue protagonista de una de las mayores hazañas del deporte argentino. A los 42 años, con su quinto lugar en la Maratón de Londres 1948, forjó la mejor actuación del atletismo provincial.

Eusebio Guíñez: la liebre del puente Radlet

Cuando faltaban dos kilómetros para la meta, en el bullicioso estadio de Wembley, él gritó: “Indio no te vayas a caer por favor...”. Delfo Cabrera lo miró, había alcanzado a la ‘Liebre’ cuyana, que le llevaba casi ocho cuadras de ventaja, y lo dejó atrás. Adelante el paracaidista belga Etienne Gailly defendía con paso apurado su liderazgo en el Maratón Olímpico de Londres.

Eusebio Guíñez había cumplido las órdenes del entrenador Francisco Mura, en los suburbios, alcanzar a los punteros y desgastarlos para favorecer la arremetida de Cabrera en los últimos cinco kilómetros. El plan era perfecto, reservar fuerzas para un sprint final..., pensó el mendocino. Pero sin más potencia la medalla dorada quedaría tan lejos como la imagen de la despedida del equipo nacional, en el puerto de Buenos Aires, al otro lado del océano.

Corre incómodo, por el Puente Radlet, y no imagina que sería uno de los actores principales de un hecho histórico para el atletismo de nuestro país. El ‘Negro’, que había nacido en Rivadavia el 16 de diciembre de 1906, había logrado por algunos tramos ser el puntero del grupo  que paseó por Barn Hill, Kingsbury Cross Roads y Cannon Park.

El peón mendocino

Aquel 7 de agosto de 1948, sacó el pecho ante los campeones del mundo: el coreano Yun Chi Choi, el belga Gailly, el sueco Gustav Ostling y el sudafricano Sidney Luyt; que viajando en el lote de los líderes aparecían como los grandes favoritos entre los 41 inscriptos.

El mendocino, de 42 años, había jugado al fútbol para el Club Pacífico, y en una pista de tierra, que había cerca de la cancha de Andes Talleres, entrenando junto a Giúdice, fue tentado para abrazar el atletismo. A los 24 años, el empleado del ferrocarril, comenzó a ganar carreras de fondo y su fama llegó hasta Buenos Aires. Por eso no resultó extraño que luego vistiera la camiseta de la Selección.

Las palabras del entrenador de San Lorenzo, Don ‘Pancho’ Mura resuenan una y otra vez en su cabeza: “Usted es el peón. Vaya adelante. Sensini al medio y Cabrera que corra de atrás”.

Eusebio  intenta acomodarse, recuperar el ritmo, dar batalla, cumplir con su misión. Tres días antes al Maratón, había competido sin mayor suerte en los 10.000 metros, en su especialidad, la carrera que lo había celebrado como campeón sudamericano (1941) y también empujó su ilusión hacia los Juegos.

El abrazo del final

Sobre el kilómetro 37, por el esfuerzo realizado,  tuvo una pérdida de bilis. El ‘Negro’ continúa, aquel sábado 7 de agosto se cumple un aniversario más del oro conquistado por Juan Carlos Zabala, en el Maratón olímpico de Los Angeles 1932, 16 años después, en el estadio de Wembley, la voces de 90.000 personas suenan a la distancia como una caricia de la gloria.

El mendocino resiste, intenta sostener su paso mecánico, no abandona, esta a las puertas del Estadio, por delante le queda la última tramo de la pista. Delfo Cabrera, con un tiempo de 2h34’51”, se impone a un debilitado Gailly y gana la medalla de oro. Argentina vuelve a reinar en el Olimpo de Londres. , a dos minutos del podio, entró en el quinto lugar, lo mira a Cabrera y se abrazan. El público esta de pie. La emoción de los tres argentinos llega hasta las lágrimas con los acordes del himno.

Ningún país había logrado hasta ese momento clasificar a tres atletas entre los primeros 10 puestos en una Maratón olímpica. Argentina ha impuesto una marca con el oro de Cabrera, el 5to. lugar de  y el 9no puesto de Armando Sensini.

Ya en el hotel,  (fallecido el 1 de octubre de 1987) se sacó las zapatillas y tenía 6 uñas menos.  A su regreso a Mendoza, el ‘Negro’ le contó a Los Andes: “Me retrasé al final porque sufrí un ataque al hígado y no pude mantener la segunda ubicación. Pensé que abandonaba porque me había puesto pálido, hasta que alguien me arrojó una esponja y me la puse en el estómago, lo que me alivió y pude llegar. Ganó Cabrera pero es como si hubiera ganado yo”.

La época dorada del Atletismo celeste y blanco

El atletismo argentino mostró un gran desarrollo hasta 1956, obteniendo cinco preseas olímpicas, para constituirse como el segundo deporte olímpico detrás del boxeo, en el período 1924-1952.

Sus mayores logros se produjeron en el Maratón, disciplina en la que obtuvo dos medallas de oro con Juan Carlos Zabala (1932) y Delfo Cabrera (1948) y una de plata obtenida por Reinaldo Gorno (1952). También obtuvieron podio de plata Luis Brunetto en salto triple (1924) y Noemí Simonetto en salto en largo, en 1948.

Luego de 1956, el atletismo se vio afectado por problemas políticos, falta de apoyo y también la profesionalización del deporte en todo el mundo.

La fiesta de la Austeridad

Los Juegos de la XIV Olimpíada, fueron los primeros después de un paréntesis de doce años, ya que las ediciones de 1940 y 1944 se suspendieron por la Segunda Guerra Mundial. En un contexto marcado por la economía de posguerra, esta edición fue conocida como “los Juegos de la Austeridad”. Los efectos de la guerra también se notaron en la participación. El COI no permitió que Alemania ni Japón participaran por su papel como fuerzas del Eje.

La ficha de los juegos

Países participantes: 59
Deportistas: 4.104 
Eventos: 136 de 17 deportes
Apertura: 29 de julio de 1948
Clausura: 14 de agosto de 1948
Inaugurado por Rey Jorge VI
Juramentos o Deportista: Don Finlay
Llama olímpica: John Mark
Estadio olímpico: Wembley

Argentina y su campaña

La más exitosa. Fue la quinta actuación olímpica oficial de nuestro país en un juego Olímpico. La delegación presentó 199 deportistas (11 mujeres). El equipo nacional obtuvo 7 medallas y 15 diplomas olímpicos. En el medallero general ocupó el 13er. puesto sobre 59 países participantes. El boxeador mendocino Pascual Pérez logró la medalla de oro.

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