Los ministros de Exteriores de la Unión Europea (UE) están ansiosos por frenar el flujo migratorio que llega desde los Balcanes y discuten con sus homólogos comunitarios la mejor forma de proteger sus fronteras.
Aunque Europa recibió a más de un millón de migrantes y refugiados en 2015, los países de la UE luchan para frenar la mayor crisis migratoria en el continente desde la Segunda Guerra Mundial. Algunos países por los que transcurre la ruta manifestaron su deseo de hacer más lento el tránsito de la marea humana o incluso frenarla por completo. Varios impusieron nuevas normas más estrictas para quienes intentan llegar a su destino soñado: Alemania u otros países ricos de la región.
Como resultado de esto, centenares de refugiados han sido devueltos en las fronteras en medio de las gélidas temperaturas propias de la época, mientras que otros enfrentaron cierres de fronteras y largas horas de espera en centros de registro y campos de refugiados. Los expertos dicen que muchos refugiados han sido devueltos en las fronteras en medio de las gélidas temperaturas propias de la época, mientras que otros enfrentaron cierres de fronteras y largas horas de espera en centros de registro y campos de refugiados.
Ante la incapacidad de Grecia para controlarla llegada de miles de migrantes por mar desde Turquía, algunos países de la UE sopesan ahora ayudar a Macedonia -que no forma parte del bloque- para parar el flujo en su frontera sur, antes de que los migrantes y solicitantes de asilo puedan acceder a la zona de libre circulación europea, conocida como espacio Schengen (ámbito creado en 1985 por el acuerdo de Schengen, y que empezó a funcionar en 1995, para suprimir las fronteras comunes entre los países integrantes y establecer controles comunes en las fronteras exteriores de esos países).
“Si Grecia no está dispuesta o no puede proteger la zona Schengen y no acepta ninguna ayuda de la UE, entonces necesitarnos otra línea de defensa que obviamente es Macedonia y Bulgaria”, dijo el canciller húngaro, Peter Szijjarto.
La situación de Turquía
Turquía tiene la obligación moral y también legal de atender a los miles de refugiados sirios que llaman a sus puertas tras los últimos bombardeos rusos -a favor del régimen- en la zona de Alepo.
Este es el diagnóstico de la alta representante para la Política Exterior Europea, Federica Mogherini, quien ha esgrimido el recién confirmado desembolso europeo de 3.000 millones a Turquía para exigir responsabilidades.
“El apoyo que da la UE es precisamente para garantizar que Turquía tiene los medios para proteger a esos refugiados”, ha argumentado la representante tras una reunión informal de ministros de Exteriores de la UE.
No hay ninguna duda de que los sirios que huyen de los bombardeos son refugiados y, por tanto, Turquía tiene que atenderlos, según la funcionaria Mogherini. Más sutilmente, el comisario de Ampliación, Johannes Hahn, ha señalado. “La Convención de Ginebra, que estipula que hay que acoger a los refugiados, es válida”. “Estoy horrorizado por las imágenes (de los sirios que huyen a Turquía)”, ha añadido el ministro holandés de Exteriores, Bert Koenders, cuyo país ejerce la presidencia de turno de la UE.
Tanto los 2 representantes comunitarios como los ministros europeos han tenido la oportunidad de discutir la situación con el ministro turco de Exteriores, Mevlüt Cavusoglu, que ha acudido al encuentro celebrado en Ámsterdam. Pese a las noticias sobre la existencia de miles de sirios atascados en la frontera con Turquía, Cavusoglu ha negado que los pasos estén cerrados.
“Aún mantenemos esta política de fronteras abiertas [con Siria]. Ya han llegado 5.000 y esperamos otros 55.000 que están en camino”, ha asegurado el ministro, que ha aprovechado para deplorar los bombardeos rusos en apoyo al régimen de Bachar el Asad.
El incidente se produce la misma semana en que los países europeos han vencido sus últimas resistencias y han aprobado definitivamente el desembolso de 3.000 millones de euros para proyectos de atención a los refugiados en Turquía. Molesto por la urgencia con la que UE reclama resultados a cambio de este dinero, el titular de Exteriores turco ha alegado: “No es un dinero que vaya a mi bolsillo, sino directamente a los refugiados, para mejorar sus condiciones de vida”.
Con ese dinero, Europa quiere financiar principalmente la escolarización de los niños sirios, que requiere contratar a profesores que les enseñen árabe. También un mejor acceso a la sanidad y, en general, la manutención de los más de 2,5 millones de sirios que alberga Siria. Además de atenderlos, la UE confía en que Turquía contenga las salidas hacia Europa, en buena medida luchando contra las mafias que trafican con los refugiados.
Mar hostil y el frío, drama de los que huyen
Rasul Orwani pensó que lo peor ya había pasado tras enfrentarse a un mar bravo y frío en un desvencijado barco de madera cuando cruzó de Turquía a Grecia, pero entonces llegaron los Balcanes. Luego de llegar a Macedonia junto a docenas de migrantes más, el grupo pasó a Serbia a pie en medio de la noche, mientras la nieve se le metía en los ojos y se mezclaba con las lágrimas en las caras de los niños.
Con la cabeza baja para protegerse del frío, los migrantes avanzaron lentamente por la nieve cargando con bebés, niños pequeños y pertenencias a lo largo de un tramo de 2 kilómetros (1,2 millas) de carretera, conocido como el límite verde entre los dos países balcánicos. Un niño de 10 años se sacó la manta que llevaba sobre los hombros para arropar a su hermana pequeña mientras caminaban de la mano por el helado paisaje.
Pese a la llegada del invierno y las nuevas barreras administrativas impuestas por los gobiernos europeos para dificultar su entrada, decenas de miles de migrantes procedentes de Oriente Medio, África y Asia están lo suficientemente desesperados como para embarcarse en una travesía de varias semanas que les lleva a cruzar el mar Egeo y el corredor migratorio de los Balcanes, que el frío y los estrictos controles fronterizos han convertido en una aventura todavía más peligrosa. A salvo en la localidad serbia de Presevo, en la frontera con Macedonia, Orwani dice que no hay vuelta atrás.