A pedido explícito de los gobiernos de Alemania, Francia y Gran Bretaña, la Unión Europea (UE) convocó ayer a una reunión de ministros del Interior para el próximo 14 de setiembre para volver a intentar coordinar una respuesta a la crisis de refugiados africanos y de Medio Oriente que parece no tener fin.
Cinco presuntos traficantes de personas ya fueron detenidos en Austria tras la tragedia que provocó 71 muertes de inmigrantes asfixiados en un camión frigorífico. Y ayer, ese país anunció nuevas medidas de seguridad para evitar que mafias escondan refugiados en camiones, pero miles de familias siguen llegando a Europa desesperadas en busca de una vida en paz.
La crisis de refugiados actual alcanzó cifras inéditas en Europa este año. Según la ONU, más de 300.000 personas, la mayoría familias que escapan de guerras, violencia sectaria y religiosa y represión estatal en África y Oriente Medio, llegaron en los primeros ocho meses del año a las costas de Grecia e Italia, tras una peligrosa travesía en el mar Mediterráneo.
Pese a estar viajando en condiciones dramáticas durante meses, una vez que llegan al sur europeo comienzan otro agotador y doloroso viaje hasta los países del norte del continente, como Alemania, Gran Bretaña y algunas naciones nórdicas, en donde existen más posibilidades laborales para construir un nuevo futuro.
Por ejemplo, la Guardia Costera griega informó que ayer sus barcos interceptaron y rescataron a más de 700 refugiados e inmigrantes, los que fueron transportados a algunas de las islas del país hasta que haya algún buque que los lleve al puerto ateniense de El Pireo.
Ayer también, un contingente de cerca de 2500 personas, principalmente refugiados, desembarcaron en ese puerto de la capital griega y la mayoría se fue directamente a la estación principal de trenes para seguir camino a Macedonia, la primera parada en los Balcanes hacia el norte europeo.
En Macedonia pueden utilizar el transporte público, pero una vez que llegan a Serbia comienzan las eternas caminatas bajo el calor sofocante del verano del hemisferio norte hasta la frontera con Hungría, otro país miembro de la UE.
El gobierno de Hungría anunció ayer que terminó la construcción de una valla de alambre de púas a lo largo de los 175 km de frontera que comparte con Serbia.
La otra puerta de entrada al Viejo Continente son las costas de Italia, un país que, como Grecia, intenta dar alguna respuesta a cientos de miles de refugiados mientras no consigue salir de una crisis economía que estrangula a ambas naciones desde hace seis años.
“El tiempo de permanecer callado se acabó. Hay que cambiar el acuerdo de Dublín y tiene que haber una política de refugiados europea con un derecho de asilo europeo”, reclamó ayer el primer ministro italiano, Matteo Renzi. Según el acuerdo de Dublín, el primer país de la UE a donde llega el refugiado es el que debe encargarse de procesar su solicitud de asilo.
Sin embargo, colapsados por la masiva llegada diaria de miles de personas, Italia, principalmente, ha optado por abrir sus fronteras hacia la UE y dejar que los refugiados continúen su viaje y pidan formalmente asilo político en otro país miembro del bloque.
Esto provocó un aumento dramático en el número de demandantes de asilo en los países nórdicos -Alemania estimó recientemente que recibirá la cifra récord de 800.000 demandas este año- y, en consecuencia, trasladó la urgencia política a esos Estados.
Ayer, el ministro del Interior alemán, Thomas de Maiziere, y sus pares de Francia y Gran Bretaña, Bernard Cazeneuve y Theresa May, respectivamente, se reunieron en París y reclamaron “la necesidad de tomar medidas inmediatas para hacer frente al desafío que constituyen estos flujos migratorios”.
En un comunicado conjunto, reclamaron a Grecia e Italia que pongan en marcha “lo antes posible, como muy tarde antes del fin de año”, centros que permitan registrar a los refugiados en su llegada a Europa.
La canciller alemana, Angela Merkel, además, reiteró ayer su apoyo al sistema de “cuotas” para distribuir entre todos los miembros de la UE a los cientos de miles de refugiados que llegan a las costas del sur, pero pidió crear una lista de “países seguros”, para determinar qué personas pueden ser deportados a sus naciones de origen.
El Papa pidió frenar crímenes
El papa Francisco pidió ayer colaboración para frenar los crímenes contra los inmigrantes, como los 71 que murieron en un camión de traficantes en la carretera principal que une Viena con Budapest.
El Pontífice invitó a los fieles en la Plaza de San Pedro en Roma a orar en silencio junto con él por los migrantes que mueren "en sus viajes terribles". También oró para que Dios "nos ayude a cooperar de manera efectiva para impedir esos crímenes que ofenden a toda la familia humana". Francisco notó que el cardenal de Viena estaba presente en la plaza.
Cuatro hombres son investigados en Hungría por ese caso.
El Papa imploró a la comunidad internacional “hacer algo para poner fin a la violencia y abusos de poder” como los que impulsan a esos migrantes, como los cristianos en Irak, Nigeria y otros sitios, a huir en busca de protección.