La Unión Europea (UE) se comprometió a ayudar financieramente a Grecia, ante la explosión de llegadas de migrantes a su territorio, en la peor crisis de refugiados en el mundo desde la Segunda Guerra Mundial.
Grecia, y sobre todo sus islas del mar Egeo, están en la primera línea de frente de esta explosión: sólo en julio llegaron a este territorio insular 50.000 personas, según cifras del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (Acnur).
En los últimos días, cientos de migrantes fueron rechazados sin contemplaciones por la policía de la isla de Kos, pero muchos otros siguen llegando.
Para ayudar a las desbordadas autoridades locales a hacer frente a la situación, Atenas desplazó al lugar ayer un ferry que servirá como centro temporal de registro, reservado a los alrededor de 7.000 demandantes de asilo sirios en la isla.
La Comisión Europea aseguró a Grecia su “pleno apoyo”, y el comisario de Inmigración, Dimitris Avramopoulos, prometió entregar una ayuda de 30 millones de euros “en cuatro o cinco días” a partir del momento en que Atenas presente formalmente la solicitud.
Este monto procede de un fondo de 2.400 millones de euros para ayudar a los países de la UE a mejorar sus capacidades de recepción y la seguridad de sus fronteras de aquí a 2020.
El Ejecutivo europeo también estudia una petición de urgencia de 2,7 millones de euros del gobierno griego para apoyar los esfuerzos de la ONU para ayudar a las personas que desembarcan en su territorio.
Estas iniciativas surgen cuando el número de personas desplazadas por conflictos en el mundo superó los 50 millones por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, según ACNUR.
“La ayuda financiera no aporta una solución global” al problema, denunció la ONG Amnistía Internacional, que pidió a la UE “repensar sus políticas y prácticas en materia de asilo”.
El flujo al que se enfrentan las islas griegas se explica principalmente por los golpes asestados a los barcos que iban de Turquía a Italia. “Al no poder ir a Italia, van a Grecia”, explicó este viernes a la AFP Joël Millan, de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
Las condiciones de recepción en las islas griegas son precarias y los policías no dudan en repeler a quienes llegan a golpes de porra y con gases lacrimógenos. En la isla de Kos, los demandantes de asilo duermen en tiendas o al aire libre.
“Hemos pagado 20 euros por una pequeña tienda, 40 por una grande. Las autoridades griegas no nos han dado nada”, cuenta Hadir, una siria de 34 años, que quiere “ir a donde sea, pero no seguir aquí”.
Pero Grecia no es el único país de Europa donde la situación es difícil. Amnistía Internacional calificó las condiciones del principal centro de recepción de migrantes en Austria de “vergonzosa” violación de los derechos humanos.
Este centro, cerca de Viena y con 1.800 plazas, acoge a más de 4.000 personas, de las que 2.200 son menores de edad.
En Alemania, demandantes de asilo procedentes de Siria, Afganistán, Serbia y Albania se amontonan en gimnasios, cuarteles y tiendas, y Berlín prevé un número récord de llegadas en 2015 muy por encima de los 203.000 solicitudes de 2014.