En la fachada del edificio de Montevideo, casi España, se ve un cartel: "Vende". Esta no es una propiedad más sino el emblemático estudio de grabación Zanessi, que fue declarado en 2010 Patrimonio Cultural de Mendoza y hoy está camino a cerrar sus puertas y convertirse en una torre departamentos o un estacionamiento.
Daniel Zanessi, heredero del fundador, creció entre esos muros continuando el legado de Arrigo. A menos de un año del fallecimiento de su padre, tomó la triste decisión. Pasar el umbral de la puerta principal es un viaje en el tiempo: los muros de más de medio siglo, los muebles antiguos, el piso parquet y las máquinas analógicas son parte del paisaje de este estudio de grabación que es emblema y surgimiento de la industria musical mendocina. "Cuando vine a conocer el edificio con mi padre nos perdimos. Tiene tantos pasillos y puertas que en un momento nos mareamos", recuerda Daniel Zanessi mientras recorre la propiedad que se convirtió en estudio de grabación en 1961 y hoy podría ser un centro cultural notable.
Un emblema de la música
Obras referentes de la música local, bandas sonoras de la Fiesta Nacional de la Vendimia, miles de jingles publicitarios únicos, fueron grabados en Zanessi. En el subsuelo está uno de los estudios de registro más grandes de Mendoza -único por su acústica-. "Mi preocupación es conseguir que una institución educativa o de gobierno se quiera hacer cargo para que no se pierdan el archivo y los registros musicales que hay", dice Daniel con tristeza.
-Más allá de la estructura única del edificio, ¿se preservó el archivo?
- Sí. Si bien en el gobierno de Jaque lo declaró de Interés Patrimonial, nunca se hizo nada para digitalizar el archivo. Lo único que se logró, por iniciativa de Alejandro Pelegrina, fue rescatar la música de las Vendimias; porque si eso no se hacía se iba a perder. Había música de Tito Francia para la Vendimia, grabada con orquesta, por ejemplo. Estimo que todo eso es patrimonio cultural de la provincia.
-¿Habló con autoridades de Cultura u otras instituciones?
-No. Lo saben, porque siempre tengo contacto con ellos. De hecho la última música de la Vendimia la grabaron acá. El archivo hay que digitalizarlo, hay que hacer una selección. Yo soy solo un custodio de esto, no me pertenece: resguardé esos master para que no se pierdan. La mayoría está en cinta magnética y hay que pasarlo a un archivo digital porque con el tiempo se deterioran. Con excepción de los jingles -más de 350 rollos-, todo está inventariado y detallado. De los archivos de los ‘80 en adelante está resguardado. Además hay casetes con obras importantes.
-¿Cuáles?
-Hay una obra de orquesta de Tito Francia que llama “Hiroshima”, es inédita y la tenemos solo nosotros porque tuvimos la precaución de guardarla. Hay obras de Cacace Aliaga, grabaciones del Coro de Niños Cantores de Mendoza, algunas están digitalizadas pero son las menos. También hay publicidades, radioteatro, de todo... Acá abrís un placard y hay cintas de lo que te imagines. Hay que hacer una selección. Y esa digitalización hay que hacerla en tiempo real. Son horas de trabajo.
-Ese trabajo, ¿sé puede hacer en el estudio?
-Sí, porque he conservado las máquinas. Aunque se dejaron de usar en los ’80 con la digitalización, yo las mantuve porque mucha gente te trae los rollos de cinta para digitalizar. Había dos grabadores analógicos. El de 16 canales, me lo compró hace pocos días un chico de Buenos Aires que tiene un estudio analógico. Y el otro grabador, de 8 canales, era de Sandro. A esas máquinas había que hacerle un mantenimiento, y los rollos de cinta se compran en Estados Unidos y salían 300 dólares para solo 16 minutos de grabación.
-¿Quiénes han grabado acá?
-Los Enanitos Verdes, Mario Matar, Alcohol Etílico. Y de la música cuyana, todos lo han hecho acá porque era el único estudio que había. Más allá de la parte sentimental que me toca directamente, es rescatar la importancia que fue para la música. Además las condiciones acústicas que tiene el estudio son las ideales, porque fue creado para estudio de grabación.
-¿Cuándo tomo la decisión de venderlo?
-Hace unos meses, porque no tengo quién se haga cargo y no quiero dejarles un lío a mis hijos. Es complicado manejar esto, en un momento llegamos a ser siete personas trabajando. Su valor agregado es que, cuando vos necesitás grabar la música como se hizo en la Vendimia, con 18 cuerdas a la vez, no se puede hacer de otra manera que en un estudio como este.
- En el transcurso de estos meses, ¿qué interés ha tenido en la compra?
-Todavía ninguno, y no sé si se llegue a dar. Es muy difícil porque estudios más grandes y famosos que éste, terminaron siendo departamentos. El caso de Abbey Road es particular porque lo salvó el gobierno inglés, consciente de su valor patrimonial.
-¿Debería haber una voluntad del Estado u otras instituciones para salvar el archivo y el edificio?
-Yo lo planteé en su momento y dije que la provincia podría tener algo similar a lo que hay en San Luis. Pero acá no es solamente el estudio de abajo: hay tres más. Y arriba se puede poner una sala para ensayo. No puedo dejar el estudio de abajo y que el resto se venda: todo funciona como una unidad. He tirado algunas líneas. A la Secretaría de Cultura seguramente le ha llegado la noticia, pero la coyuntura es complicada.
-¿Quizá la UNCuyo pueda tomar la posta?
-Se me ocurre que por ejemplo la Municipalidad de la Capital, junto con la Universidad podrían hacer un proyecto en conjunto como hicieron en la Nave. Eso puede ser viable. Estratégicamente está en pleno centro. Creo que tiene que haber una decisión política de hacerlo, más allá del valor en dinero, tiene que haber un rescate patrimonial.
-Actualmente, ¿cuál es la actividad del estudio?
-Ha bajado, producto de la situación; pero seguimos trabajando como siempre.
