Por Jorge Sosa - Especial para Los Andes
La medicina evoluciona y ha logrado desterrar, al menos momentáneamente, a enfermedades que fueron peste en otras épocas: el sarampión, la viruela, la polio, la lepra (salvo Independiente Rivadavia), la rubeola, la tuberculosis (casi), la sífilis y otras crueles más.
Sin embargo han aparecido otras que ni se imaginaron aquellos que sufrieron la peste bubónica.
Enfermedades flamantes, recientes: la gripe A, el ébola, el HIV, el zika, el chikunguña, y otras que no quiero detallar para que ustedes no somaticen.
La modernidad ha producido varias, muchas que tienen que ver no con los bichitos diminutos que toman a nuestro cuerpo como alojamiento temporario o permanente, sino con la mente, eso que tenemos adentro de la cabeza, al parecer no todos. Un día, cuando era niño, le dije a mi padre que me dolía la cabeza y él me contestó: - Imposible, el vacío no duele.
Dentro de estas enfermedades novedosas está la mufa que es una enfermedad insultativa maternal, porque uno manda todo a la que lo parió. También la amnesia es una enfermedad de la época, que es la que tienen algunos funcionarios que alguna vez fueron candidatos y prometieron. Después contrajeron, súbitamente, olvido crónico. Un amigo mío tiene bulimia amnésica, come, come, come y se olvida de vomitar.
Otra de las enfermedades comunes es la alergia que es lo que diagnostican los médicos cuando no saben qué cornos tiene el paciente. Y por supuesto el estrés. Una broma reiterada por los humoristas de bromas fáciles es decir que tienen un estrés tan grande que en vez de estrés es cuatro. Esta estupidez a mí no se me ocurriría porque yo tuve “es siete”. Estaba más desorientado que camello en Alaska. El estrés es una palabra relativamente moderna que proviene del inglés, del mismo modo que los planes económicos, las recetas financieras y las variedades de hamburguesas, aún las contaminadas.
El estrés define una situación en la que los nervios de uno se vuelven tan locos con las cosas que le ocurren a uno que no dudan a agarrarse a los coscachos entre ellos.
El estrés puede atacar cualquier parte del cuerpo, la cabeza, la cervical, el cuore, el estómago, los bolsillos y hasta las siliconas. La causa principal del estrés es vivir, fundamentalmente vivir. Si uno no vive no tiene este problema. La segunda causa es vivir en esta época, que uno ya no sabe si es vida. Y la tercera causa que provoca estrés es vivir en esta época y en este lugar del mundo.
Puede agravarse con algunos aditamentos que suele usar el ser humano como ser jefes, vencimientos, impuestos, trabajo, falta de trabajo, sedentarismo, noticieros, diarios, facturas, hijos adolescentes, problemas matrimoniales y suegras, que muchas veces son las causantes de los problemas matrimoniales.
El estrés es, sin duda, una de las enfermedades estelares del Vademécum. Hay médicos y sicólogos encargados de combatirlos. Uno podría pensar que los tipos hacen sus buenas diferencias con la enfermedad pero no es así porque se gastan toda la guita que recaudan en hacerse atender el propio estrés que les dejan a ellos los pacientes con estrés.
Es el estrés, un estado de tensión aguda del organismo obligado a reaccionar defendiéndose de una situación de amenaza. Pero a no hacerse tanto problema, agarrándolo a tiempo, así como al matrimonio, el estrés es curable. Yo ahora he logrado controlarlo, y no es que ya esté desestrezado, ocurre que el estrés se estresó de tanto estar conmigo.