Estrategias frente al cambio climático

El aumento de la temperatura y las lluvias en Mendoza requiere de medidas concretas para mitigar sus efectos. Mejoras de infraestructura para aprovechar el agua, una adecuada planificación urbana y una apuesta por energías alternativas, entre las claves.

Estrategias frente al cambio climático

Frente a las consecuencias del cambio climático, los expertos locales y nacionales, dedicados a distintas áreas científicas, han focalizado sus esfuerzos a proponer alternativas destinadas a mitigar los daños de este fenómeno global del cual Mendoza no está exenta.

Aquí, de hecho, el impacto del llamado efecto invernadero se ha traducido en un sostenido incremento en la temperatura y la intensidad de las lluvias durante los últimos cincuenta años.

Así, entre 1950 y 2010 la temperatura media anual sufrió un aumento significativo de medio grado centígrado en el norte provincial y Malargüe, como ya ha reflejado diario Los Andes en sus páginas.

En tanto, en los departamentos del Gran Mendoza, el aumento registrado llegó a 1 grado centígrado, sobre todo en las estaciones de otoño y primavera, advirtió Diego Araneo, doctor en Ciencias de la Atmósfera y los Océanos e investigador del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (Ianigla) del CCT-Mendoza.

Sus conclusiones fueron expuestas en el marco del Foro de Cambio Climático organizado por la Universidad Nacional de Cuyo y Naciones Unidas (Argentina). La convocatoria tuvo lugar el jueves y viernes pasado en la casa de altos estudios y se postuló como el preámbulo de lo que será la próxima Conferencia Internacional sobre Cambio Climático cuya fecha estipulada es desde el 30 de noviembre al 11 de diciembre.

Antes de exponer su temática, tendiente a proponer alternativas de adaptabilidad frente a los efectos adversos del cambio climático en Mendoza, el investigador explicó a Los Andes algunos resultados de sus investigaciones.

“Las temperaturas mínimas son las que registraron los mayores incrementos, de hasta 1,5° centígrado en el norte de la provincia, sobre todo en el semestre cálido de primavera-verano”. Detalló y aclaró que este incremento de las marcas mínimas implicó además variaciones significativas en otras variables relacionadas.

El número anual de días con heladas, por ejemplo, se redujo en 15 (actualmente hay en promedio 15 días con heladas menos que en la década del ‘60), y las mínimas absolutas anuales (es decir, el mínimo anual de la temperatura diaria mínima) sufrieron un incremento promedio de 3 grados centígrados.

El fenómeno estuvo acompañado de más precipitaciones tanto en Mendoza como en San Juan, registrando un aumento medio anual significativo de unos 57 milímetros. Durante los meses de verano y otoño, fue cuando más se sintió ese cambio.

Otra variable sobre la que Araneo se focalizó fue la altura en la que se encuentran las temperaturas de 0° centígrado (altura de la isoterma de 0°C), debido a que ésta es “la altura media por debajo de la cual comienza la fusión del hielo permanente y la nieve”. Esta altura, concluyó, sufrió un incremento significativo promedio anual de 252 metros en ambas provincias cuyanas.

Olas de calor extensas y más lluvias
De no tomar las medidas necesarias a nivel mundial para reducir los efectos de la emisión de gases de efecto invernadero -dedujo el especialista- para los próximos 15 años en la región se prevén aumentos de entre 1 y 1,5 grado centígrado en las temperaturas medias y mínimas anuales y de entre 2,5 y 3 grados centígrados en las máximas.

Por otra parte, “el número anual de días con heladas se reduciría en alrededor de 10 a 18 días, y habría entre 10 y 15 días más al año de olas de calor”, advirtió el investigador.

Respecto de las lluvias, agregó, se espera un incremento de hasta 10 milímetros en la zona del llano, al tiempo que habrá una reducción de hasta 10 milímetros en la zona de alta montaña.

En ese contexto, la adaptación de los mendocinos a los diferentes cambios para moderar los daños, implicará ajustes en los sistemas humanos y naturales.

En ese sentido, Araneo citó seis tipos diferentes de modelos (ver aparte). Propuso además, que el trabajo para lograr producir mecanismos de adaptación orientados a necesidades individuales y colectivas “debería involucrar a todos los actores sociales, mediante decisiones políticas consensuadas a partir del conocimiento de los cambios esperados”.

Hacia una propuesta 
Entre las opciones citadas para la región de Cuyo para implementar planes de acción concretos figuran el mejoramiento de la infraestructura como así también la tecnología de riego y distribución del agua, de modo que sea posible aumentar su eficiencia.

Se suman otras medidas, como el desarrollo de tecnologías adecuadas para la captación y el almacenamiento del agua de lluvia y la desalinización de agua en tierras bajas junto al desarrollo de campañas para incentivar el ahorro de agua.

Las políticas ambientales deben focalizarse a la evaluación de nuevas prácticas culturales manteniendo calidad y sanidad. Desde el punto de vista productivo, también es urgente la creación de nuevos cultivares más resistentes a las altas temperatura y la sequía, en tanto que la puesta en marcha de un ordenamiento territorial armónico para urbanización, minería y zonificación de cultivos se constituyen como piezas clave en este sentido.

Araneo también propuso que la provincia incremente el uso de protección contra el granizo y que sustente los sistemas de lucha activa. En el campo, también será clave reinstaurar sistemas de seguros agrícolas e incentivos para buenas prácticas en ganadería.

El desarrollo de energías alternativas, la recuperación, estudio y manejo de pasturas nativas como así también el manejo ganadero racional en carga, estrategia y diseño de corrales y aguadas, son además mecanismos de defensa y adaptación urgentes junto a la valorización de sistemas productivos de especies y productos nativos. “Estos planes existen pero deben ser puestos en marcha y continuados en el tiempo”, aclaró el experto.

ONU difunde borrador para COP 21

Naciones Unidas difundió un primer borrador del texto para discutir en la conferencia mundial sobre el clima que sesionará en París en diciembre (COP 21). El documento, un escalón más en las conversaciones, reduce el texto de 90 páginas a sólo 20.

Negociadores de 195 naciones se reunirán para el importante encuentro desde el 19 al 23 de octubre en Bonn, Alemania.

Un número elevado de propuestas en el texto están entre paréntesis, lo que significa que todavía deben negociarse. El documento incluye un objetivo a largo plazo para la reducción de las emisiones de gases contaminantes, aunque restan discutirse los detalles.

La conferencia de París busca concretar un acuerdo ambicioso para lograr que las temperaturas mundiales no suban por encima de los 2 grados centígrados respecto de las prevalecientes en la era preindustrial.

La financiación se considera clave para el acuerdo. Las naciones pobres esperan cierta asistencia de los países ricos para ayudarles a reducir las emisiones de carbono sin perjudicar el desarrollo económico. El texto menciona que la financiación podría superar los 100.000 millones de dólares por año ya prometidos para 2020, procedentes de fuentes públicas y privadas.

El acuerdo potencial reflejaría “las responsabilidades comunes pero diferenciadas y las capacidades respectivas, a la luz de las circunstancias nacionales diferentes”, especifica el borrador.

El texto también revisa los objetivos nacionales para el futuro. A las naciones se les requeriría comunicar sus metas de emisiones cada cinco años, un proceso que se considera crucial para poner en práctica un acuerdo.

Los grupos ambientales tuvieron reacciones disímiles.

Jennifer Morgan, del Instituto de Recursos Mundiales, comentó que “puede servir como una plataforma útil para alcanzar objetivos comunes” en las negociaciones previas a la conferencia de París.

Greenpeace opinó que las opciones para largo plazo no son suficientemente ambiciosas.

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