De acuerdo al inciso 4 del artículo 128 de la Constitución de Mendoza, el gobernador es quien tiene la facultad de hacer el llamado a elecciones. Lo hace a través de un decreto que debe ser publicado 90 días corridos antes de la fecha del comicio.
Así pues el gobernador Francisco Pérez y todo el peronismo decidieron que la mejor estrategia era depegarse de la suerte del peronismo nacional y municipalizar los comicios, poniendo la esperanza en el podería territorial del PJ, sustentado en las 12 comunas que gobierna.
A eso le sumaron el hecho de que uno de los municipios gobernados por el radicalismo, Capital, había decidido desdoblar. De esa forma, la oposición perdía una de los electorados más grandes que podría votar a favor de Alfredo Cornejo (100 mil ciudadanos empadronados).
Sería conveniente definir poderío territorial, un eufemismo igual que aparato o estructura. Esas palabras designan recursos financieros y humanos estrechamente vinculados a la gestión del Estado, que incluye a la militancia que suele tener cargos rentados en la administración pública y que en estas fechas suele llenar las combis de votantes.
Con la realidad de manejar 12 comunas es que el peronismo se lanzó a la aventura de municipalizar la elección.
El radicalismo, por su parte, apostó a unificar a la mayor parte de la oposición en el Frente Cambia Mendoza. Bajo ese signo se enrolaron demócratas, macristas, socialistas, massisas y los de Libres del Sur y todos detrás de la candidatura de Alfredo Cornejo, a quien acompaña como vice su hasta no hace mucho rival interna, Laura Montero.
En las comunas también apostaron por las colectoras, pero para que sumen a Cornejo. Por eso es que hay varios candidatos a intendentes; unos pocos de ellos tienen más de una lista de concejales.
El resultado de tanta estrategia electoral ha sido un festival de listas que hoy resulta difícil de manejar hasta para los que pensaron este orden de cosas. Ante la profusión de boletas, la confusión es para el que vota y para el votado. El problema es que para el votante la confusión puede ser un argumento para no ir a sufragar y cuanto menos gente vote, más peso tiene la estructura.
